Siglo XXI; actualidad; contemporaneidad; presente... Podemos
darle el nombre que prefiramos, pero, para todos representa una nueva era; una
era en la cual nos encontramos descubriendo los acontecimientos que se suceden
y los cuales definirán al hombre del presente y del futuro cercano; una época
de cambios globales que afectan tanto a sociedades como a individuos de a pie.
En este transcurrir temporal todos los preceptos que hasta entonces teníamos y
manejábamos con cotidianidad se están trasformando y siendo sustituidos por
otros.
Este es el caso de la moralidad, entendido como "grado de adecuación de los actos de una persona con sus
creencias, su conciencia o sus principios". Los principios morales están
cambiando tanto en cuando cambia la importancia que le damos a las cosas y el
valor que para nosotros tienen en el mercado. Esto es la sociedad capitalista:
la búsqueda del beneficio cueste lo que cueste y a costa de lo que sea; un
"todo vale" con tal de enriquecerse.
Esto
es lo que ha sabido trasmitir Cristina Lucas en su obra Es Capital, donde tras un recorrido en el que se mezcla la
fotografía, el vídeo y el documental se nos muestran las claves del capitalismo
y sus consecuencias en la sociedad actual, comenzando por el cambio de
moralidad, en el que influye directamente.
Ya en
1867, Marx publicó el primero de los tomos de la que sería una trilogía, Das Kapital, en la cual el propio autor
considera que el capital domina y condiciona el funcionamiento de la sociedad
moderna. Esto se refleja nada más entrar en la galería con la sucesión de
imágenes que muestran a, lo que parecen ser, miembros de una misma familia
retratados con accesorios o elementos que hoy consideraríamos de lujo y que el
propio capitalismo nos insta a adquirir como reclamo para una vida mejor,
acomodada y, por ello, más feliz. Objetos como ropa de lujo, coches de lujo,
casas de lujo, actividades de lujo se venden ante nuestros ojos, cagándonos por
su aspecto y lo que parece que van a aportar a nuestras vidas si conseguimos
poseerlas. De hecho, es irónico como una obra símbolo de la crítica a la
dominación entre clases y el poder del dinero se ha convertido con el tiempo en
uno de esos objetos de lujo por los que se pagarían miles de euros para ser
guardado como paño en oro, solo por el hecho de ser considerado algo útil para
adquirir un prestigio con su adquisición.
¿Hasta
qué punto podemos comerciar con absolutamente todo para sacar beneficio de
ello? Ya no solo por el hecho de que una obra crítica se convierta en un objeto
de mercado o porque se nos pretendan vender una serie de objetos como
necesarios para nuestra vida; sino que debemos replantearnos hasta qué punto
está cambiando la mentalidad, la ética y la moralidad en nuestra sociedad, en
la cual llegamos a ver como algo lícito el comerciar no solo con objetos, sino
también con sentimientos y emociones.
La
exposición termina con una serie de vídeos en las que diversos especialistas
hablan sobre lo que para ellos son: la muerte, la verdad, el dolor, la justicia
o el miedo y como se comercia con ellas. Hemos llegado a un punto en el que
emociones tan innatas del ser humano se han convertido en una mera moneda de
cambio, en algo con valor de lo que algunos pueden sacar partido a costa de los
problemas de sus semejantes. Ni que decir cabe, que si ha llegado un punto en
el que se comercia con sentimientos, nos encontramos en un momento en el que el
ser humano puede ser tan manipulable como se desee; algo que no nos es difícil
de comprobar, tanto en cuanto, vivimos regidos por ejemplo, por un canon de
belleza que cambia continuamente y nos maneja como marionetas en beneficio de
los profesionales que trabajan en el sector.
Ante
el impacto causado por la exposición, y sobre todo esta ultima parte, me gustaría
terminar con una pregunta abierta: ¿dónde está el límite del "todo
vale"?
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