Lucía Weinrichter Roncero.
Si usted asegura que es ateo,
probablemente esté mintiendo porque todos formamos parte de la religión del siglo
XX: el capitalismo. La idea de hacerse rico como forma de vida es el motor que
mueve nuestro mundo. En el ámbito artístico, uno de los temas más tratados es
el mercado del arte en su vertiente inevitablemente capitalista. El escultor vasco Txomin Badiola (Bilbao,
1957) establece una peculiar visión sobre este aspecto en la exposición “CAPITALISMO
ANAL CAPITALISM” que presenta en la galería Moisés Pérez de Albéniz. Un titulo escrito en los idiomas más hablados del mundo por el carácter globalizador del capitalismo.
La crítica al sistema desde el
sistema comienza en la exposición de Badiola desde el exterior de la propia
fachada de la galería. Las paredes se han forrado con el cartel de la
exposición como potente reclamo publicitario, no es más que una ironización de
los agresivos sistemas de marketing a los que nos sometemos a diario. Con el
título “CAPITALISMO ANAL CAPITALISM” consigue llamar la atención de los transeúntes que o
bien se quedan espantados o bien entran corriendo a la exposición, para salir,
de nuevo, espantados. Tras el cartel encontramos una suerte de explicación del
título. Se trata de una recopilación de textos donde se establece la relación
entre religión, capitalismo y escatología. El término Capitalismo Anal que el
artista llevaba ya años usando en su obra y que con esta exposición por fin se
consolida, surge de una conversación entre K. Silverman y H. Farocki a propósito
del film de Godard Week-End. Badiola define Capitalismo Anal como “un estadio de
la cultura en el que ésta pierde su esencia y se convierte en mera mercancía de
consumo efímero”. Por medio de
la reiteración de las formas, la serialización de los bienes, el objeto pierde
su valor y deja de ser único, y en ese sentido pasa a ser basura o mierda.
Esta idea de vender mierda tiene su paradigma en el
artista conceptual Italiano de los años 60 Piero Manzoni. Como crítica feroz al
capitalismo o como un oportunista, Manzoni aseguraba que todo lo relacionado con
un artista es susceptible de convertirse en obra de arte. Con este precepto
consiguió comercializar 90 latas de sus propios excrementos, una obra titulada “Mierda
de Artista” o el aire que respiraba en la obra “Aliento de Artista”. No solo
fueron un éxito de venta sino que hoy en día se encuentran en los mejores
museos del mundo.
La exposición de
Badiola está dividida en dos partes, por un lado Capitalismo Anal y por el otro
Entelequía. Como nexo un obra sobre la película de Pasolini “Saló o los 120
días de Sodoma y Gomorra”. En el primer espacio, Capitalismo Anal, encontramos
una serie de cuadros que por su tridimensionalidad pueden ser considerados
esculturas. Se realizan a partir de materiales característicos de la sociedad
de consumo: metal, plástico, madera, organizados por estratos que sugieren que
se pueden añadir o quitar piezas. Sobre las placas sitúa unas frases como “Una divina excrecencia surgida del ano de
dios” o “Una modalidad muy rara; analidad organizada socialmente” conformando así una especie de collage donde mezcla
varias modalidades de arte.
Badiola es un
artista que practica habitualmente metalenguaje, retrocede y revisa sus propias
obras anteriores. En este sentido de reflexión sobre el propio medio adquieren
importancia en la obra de Badiola los cineastas de la Nouvelle Vague. Este
grupo de jóvenes directores de cine de los 60 revolucionaron el medio con un
nuevo modo de hacer cine, el metacine. Por otro lado en la Nouvelle
Vague también se renueva la idea de obra acabada, el ansiado desenlace. De la
misma forma Txomin juega con la idea de dejar las obras abiertas, fragmentadas,
sin concluir, rasgo que se podría interpretar como síntoma Posmoderno. Godard, el
más importante de estos innovadores directores, nos lleva al siguiente espacio
de la exposición: Entelequia. En esta parte
vemos un cuadro que recupera una fotografía de Godard que está leyendo un
periódico donde se puede leer la ya célebre frase “Capitalismo Anal”. Enfrente
encontramos una gran valla metálica con las grabaciones del taller “Primer Proforma
2010”, lo que podemos oír es un texto que se ha traducido a diversos idiomas
numerosas veces, de manera que ha perdido su significado por la repetición y de
esta manera su sentido original, se ve corrompido. Entre medias de los dos
espacios un grabado de la película de Pasolini
“Saló”. Estas tres obras hablan de la dimensión apocalíptica del capitalismo. Las referencias cinéfilas tienen en común que ambas películas reflexionan,
de manera extremadamente pesimista, sobre el fin de la civilización. Finalmente
Badiola, expone la idea de que el apocalipsis se va a deber al ascenso del
capitalismo, asociado en su extremo al fascismo por Pasolini. Una visión pesimista que vuelve a relacionar
la religión (el apocalipsis, día del juicio final) con el sistema capitalista.
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