LA LIBERTAD NO ES NEGOCIABLE
Irene
Salamanca Vaquero
Según la RAE, “la
rebelión es un delito contra el orden público, penado por la ley ordinaria y
por la militar, consistente en el levantamiento público y en cierta hostilidad
contra los poderes del Estado, con el fin de derrocarlos”, ¿pero realmente la
lucha por nuestros derechos es un delito o es que molesta a los que están en el
poder?
Tal y como Lenin
dijo “el Estado es el arma de represión de una clase sobre otra”, esa idea que
tanto hemos escuchado de que el poder se concentra en una pequeña clase
privilegiada, mientras la clase obrera es pisoteada una y otra vez. La
revolución se lleva acabo con el fin de devolver al pueblo lo que durante años
se nos ha negado, de devolverle al pueblo su soberanía.
Larvatus Prodeo, avance enmascarado, es lo que ponemos leer con letras
doradas sobre una capa española, símbolo de este poder, colgada del techo. La idea
de que todo tiene una máscara, de que todo cuanto nos llega no es real, tiene
un doble trasfondo. Para Trotsky, “exponer a los oprimidos la verdad sobre la
situación es abrirles el camino de la revolución”, pero es una verdad que nunca
llega, que es irreal, que se maquilla, en donde siempre hay unos mismo
culpables, pero de los que nunca se habla, los que siempre salen impunes.
La opresión sobre el
pueblo, el adiós a la paga de navidad y los “moscosos”, el abaratar el despido,
la subida del IVA, el pago de medicamentos, la subida de impuestos, el
incremento de las tasas universitarias, etc. Reducen nuestras libertades y nos
imponen una “ley mordaza”, en estos últimos meses, vulnerando algunas
libertades como la expresión o la información. Toda una declaración de los
derechos humanos es plasmada en una serie de bolígrafos, junto con una
videoinstalación, que muestra el proceso de elaboración, y entre los que
encontramos el derecho a la integridad personal, a la libertad de expresión, la
libertad de religión, a no ser discriminado, a trabajar, a una alimentación,
vestido y vivienda adecuadas, a la educación, etc., y que hoy en día no son
respetados.
Esta reducción de
libertades son las que llevan al pueblo a revelarse, a levantarse contra sus
clases gobernantes, ideas que ya fueron recogidas por Gandhi, “en cuanto
alguien comprende que obedecer leyes injustas es contrario a su dignidad de
hombre, ninguna tiranía puede dominarle”, y esto es lo que lleva a que luchen,
y mientras unos disparan pelotas de goma y llevan camiones de agua, otros se
hacen con botellas y piedras, algunas de ellas recogidas por Avelino Sala y
expuestas en unas vitrinas, símbolo de estos enfrentamientos.
En relación con este
aspecto, las piedras adquieren un valor simbólico y artístico dentro de la
exposición. Al comienzo de esta encontramos una de ellas recubierta por bronce,
se muestra un objeto que ahora ha adquirido una magnificencia, pudiendo ocupar
un espacio dentro del museo, una idea relacionada con los ready-made de Duchamp.
También la idea de
lucha contra el Estado y todo lo que este representa a través de la quema de
banderas, quizás una de las acciones más repetidas, que actualmente vemos en
los países árabes, como símbolo de sublevación contra el poder anterior, pero
también con un doble trasfondo, donde se muestra lo que llevan a cabo los que
se sublevan pero no lo que les ha llevado a ello, esa idea de que los medios de
comunicación nos manipulan, donde no se muestra el porqué del descontento de la
sociedad.
Por último, y
presentado con anterioridad en la XII Bienal de Arquitectura y Urbanismo de
Madrid que tuvo lugar en el Matadero de Madrid, encontramos una frase de neón, Cui
Prodest?, ¿quién se beneficia?, poniendo en entredicho la historia
española, la historia del pasado, basada en las directrices de aquellas elites
y dejando a un lado a los que sufrían y sufren las consecuencias de gobernantes
incompetentes, tanto unos como otros.
Sin embargo, queda por decir, que podrán
obligarnos a cumplir las reglas, pero nunca podrán obligarnos a estar de
acuerdo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario