Este mundo que pisamos es prácticamente
un desconocido, vivimos en él, nos servimos de él, lo devastamos pero apenas lo
conocemos, lo llenamos de obras arquitectónicas que acabarán sepultando a la
humanidad; Lara Almarcegui reflexiona sobre el arte contemporáneo, sobre los
materiales que crean el mundo, la arquitectura que genera la ruina, los escombros que quedan tras ella,
sobre lo residual, estas reflexiones las encontramos en la exposición Por debajo de Lara Almarcegui.
La primera obra se titula Rocas de la Isla de Spitsbergen
realizada en 2014 y como afirma la artista en su entrevista para El Cultural
(realizada por Paula Achiaga el cinco de febrero de dos mil catorce) ‘’en mi trabajo, la
investigación y el arte van de la mano’’; la obra es un listado de las piedras
de esa isla que se encuentra en el Ártico y tiene que ver con el asesoramiento
geológico en una isla donde hay más piedras desconocidas que conocidas; para
ella remite a lo primitivo, a la gestación del mundo y de la isla, al pasado y
lo geológico. Habla de lo que pisamos pero no conocemos, del planeta que
estamos devastando, los cambios geológicos que se han dado en la isla debido a
la intervención del hombre y cómo la esperanza de prosperar por parte de este
también repercute negativamente en la naturaleza y el entorno que le rodea. Es
una obra que podría parecer sencilla al presentarse en vinilo sobre una pared
blanca pero es un autentico estudio que implicó a geólogos y mineros de la isla
además de la colaboración de la sección de planos del Instituto Polar en Tromsø;
al ser una isla que no ha sido completamente explorada algunas de sus rocas han
sido clasificadas como ‘’desconocidas’’.
En cuanto a la
segunda obra realizada en 2013 y titulada Casa
enterrada, remite a una obra de Robert Smithson, artista del Land Art (y posteriormente teórico del
arte), Leñera semienterrada inspirada
en la glaciación que cubrió el planeta como nos ocurrirá en el futuro con la
arquitectura que nos aplastará; Almarcegui toma de Smithson esta idea de
arquitectura aplastante y la rehace juntando una pila de escombros con un
buldócer. Frente a la obra de Smithson,
donde lo importante es cómo queda la casa y cómo reaccionan los materiales
abandonados en el medio natural (reflexiones sobre la acción de la naturaleza
sobre los objetos típica del Land Art),
para Lara hay una preocupación por la construcción del video (es más bien
conceptual) que está muy montado y estructurado, con un sonido cuidado y que a
la vez tiene cierta dimensión ilegal (los escombros no se pueden enterrar bajo
tierra.) En su video presenta una imagen demoledora que se asociada a lo que se
quita por la fuerza, se aplasta para construir encima, al lugar donde antes
había vida ahora ya solo hay brutalidad y restos de la vida pasada. El
protagonismo es de la máquina como ente robótico que está destruyendo al
hombre, la brutalidad de la máquina aplasta lo creado y habitado por el hombre.
Las dos obras de su exposición aluden a
lo subyacente, a lo que está bajo tierra y a lo que queda tras la arquitectura;
en general la obra de la artista tiene cierta dimensión obsesiva por la
escombrera, cuya principal influencia es la obra Gordon Matta Clark, Steps for Batan; este lugar y materiales
son los predilectos de la artista; la escombrera es tanto el lugar donde
encuentra los materiales para crear su obra como su lugar de emplazamiento
original y también alude a lo marginal, a la ruina, a lo que es abandonado y
queda expuesto a los elementos haciendo una revisión del Land art.
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