viernes, 28 de febrero de 2014

Ironías del capital

Ángela Gutiérrez Palancarejo

Hace más de un siglo, Karl Marx escribió y publicó El Capital, tres libros que versan sobre la economía política y que son considerados su obra cumbre. Ahora la artista Cristina Lucas, en su exposición Es Capital en Matadero Madrid muestra su investigación (Plusvalía) sobre cuál podría ser el valor económico de la obra original en la actualidad, llegando a ser altísimo. La artista acierta de lleno llamando a esta pieza “Plusvalía”, ya que esta palabra fue definida por Marx como la ganancia que obtiene el capitalista por la fuerza de trabajo. Así, se convierte en una ironía, pues el capitalista que posea la obra se lucra con ella, obteniendo de ella una plusvalía, que son precisamente los asuntos que Marx criticaba en su obra.

Continuando con el tema del capitalismo, en Montaña de oro muestra todo el oro que se encuentra en la reserva del Banco de España con dos fotografías de gran formato, hablando así sobre el valor de uso y el valor de cambio. En su serie de fotografías (también de gran formato) llamada El Superbien común, la artista hace una crítica hacia el modo de vida de las familias y personas adineradas de una forma muy mordaz. En estas fotografías vemos a numerosos miembros de una misma familia en diferentes escenarios. Primero se nos presenta a una familia como otra cualquiera, para dar paso a otras cuatro fotografías donde la ostentosidad, el lujo y el exceso hacen su estelar aparición. Todos felices, sonriendo amplia y despreocupadamente mientras van en un coche de lujo o visten ropas caras en espacios pomposos. He aquí el problema del capitalismo; todos aspiramos a un modo de vida holgado pero no hay capacidad de generar riqueza suficiente para ello.

Su última pieza es sin duda la más llamativa. Capitalismo Filosófico se compone de nueve proyecciones de vídeo en los que distintas personalidades de diferentes entidades son entrevistadas acerca de su modo de ver o entender ciertos conceptos abstractos con los que esas entidades comercian; arte, belleza, espacio, miedo, justicia, ciudadano/consumidor, dolor/sufrimiento, verdad y vida/muerte. Es de un gran interés conocer qué es lo que piensan responsables de clínicas de dolor, compañías de seguro, funerarias y hasta trabajadores de la Casa del Terror del Parque de Atracciones de Madrid sobre los conceptos sobre los que gira su trabajo. Es significativo que en conceptos como el dolor, la justicia y la verdad, compañías de seguros y otras entidades no parezcan tener muy clara su postura, dando respuestas vagas y poco comprometidas cuando deberían tener clara su postura. Es inevitable mencionar la aparición de un espiritista y una astróloga (muy popular en medios como Internet o televisión) en el concepto de vida/muerte. Resulta chocante y hasta cómico, pero a la vez es casi la crítica más severa, ya que estas personas comercian y se lucran con patrañas acerca de la vida y la muerte, no como una funeraria, que ofrece un servicio que es inevitablemente necesario.


Resulta ser una exposición muy completa. Aunque tiene sólo cuatro piezas, lleva tiempo verlas y deja la sensación de ser más grande de lo que es. Logra plasmar sus ideas con sólo unos vídeos y fotografías, intentando hacer que el espectador contemple, asimile, reflexione y entienda que “es capital” mostrar los errores, ironías y contradicciones de la sociedad capitalista en la que vivimos. Una sociedad donde el dinero y la especulación son el motor y el fin de todas las personas. Una sociedad tan demente que hasta convierte a sus muertos en diamantes y donde nadie entiende el verdadero significado de cosas como la vida o la muerte.

¿Todo vale? por Sonia Martín Fernández

Siglo XXI; actualidad; contemporaneidad; presente... Podemos darle el nombre que prefiramos, pero, para todos representa una nueva era; una era en la cual nos encontramos descubriendo los acontecimientos que se suceden y los cuales definirán al hombre del presente y del futuro cercano; una época de cambios globales que afectan tanto a sociedades como a individuos de a pie. En este transcurrir temporal todos los preceptos que hasta entonces teníamos y manejábamos con cotidianidad se están trasformando y siendo sustituidos por otros.

Este es el caso de la moralidad, entendido como  "grado de adecuación de los actos de una persona con sus creencias, su conciencia o sus principios". Los principios morales están cambiando tanto en cuando cambia la importancia que le damos a las cosas y el valor que para nosotros tienen en el mercado. Esto es la sociedad capitalista: la búsqueda del beneficio cueste lo que cueste y a costa de lo que sea; un "todo vale" con tal de enriquecerse.

Esto es lo que ha sabido trasmitir Cristina Lucas en su obra Es Capital, donde tras un recorrido en el que se mezcla la fotografía, el vídeo y el documental se nos muestran las claves del capitalismo y sus consecuencias en la sociedad actual, comenzando por el cambio de moralidad, en el que influye directamente.

Ya en 1867, Marx publicó el primero de los tomos de la    que sería una trilogía, Das Kapital, en la cual el propio autor considera que el capital domina y condiciona el funcionamiento de la sociedad moderna. Esto se refleja nada más entrar en la galería con la sucesión de imágenes que muestran a, lo que parecen ser, miembros de una misma familia retratados con accesorios o elementos que hoy consideraríamos de lujo y que el propio capitalismo nos insta a adquirir como reclamo para una vida mejor, acomodada y, por ello, más feliz. Objetos como ropa de lujo, coches de lujo, casas de lujo, actividades de lujo se venden ante nuestros ojos, cagándonos por su aspecto y lo que parece que van a aportar a nuestras vidas si conseguimos poseerlas. De hecho, es irónico como una obra símbolo de la crítica a la dominación entre clases y el poder del dinero se ha convertido con el tiempo en uno de esos objetos de lujo por los que se pagarían miles de euros para ser guardado como paño en oro, solo por el hecho de ser considerado algo útil para adquirir un prestigio con su adquisición.

¿Hasta qué punto podemos comerciar con absolutamente todo para sacar beneficio de ello? Ya no solo por el hecho de que una obra crítica se convierta en un objeto de mercado o porque se nos pretendan vender una serie de objetos como necesarios para nuestra vida; sino que debemos replantearnos hasta qué punto está cambiando la mentalidad, la ética y la moralidad en nuestra sociedad, en la cual llegamos a ver como algo lícito el comerciar no solo con objetos, sino también con sentimientos y emociones.

La exposición termina con una serie de vídeos en las que diversos especialistas hablan sobre lo que para ellos son: la muerte, la verdad, el dolor, la justicia o el miedo y como se comercia con ellas. Hemos llegado a un punto en el que emociones tan innatas del ser humano se han convertido en una mera moneda de cambio, en algo con valor de lo que algunos pueden sacar partido a costa de los problemas de sus semejantes. Ni que decir cabe, que si ha llegado un punto en el que se comercia con sentimientos, nos encontramos en un momento en el que el ser humano puede ser tan manipulable como se desee; algo que no nos es difícil de comprobar, tanto en cuanto, vivimos regidos por ejemplo, por un canon de belleza que cambia continuamente y nos maneja como marionetas en beneficio de los profesionales que trabajan en el sector.

Ante el impacto causado por la exposición, y sobre todo esta ultima parte, me gustaría terminar con una pregunta abierta: ¿dónde está el límite del "todo vale"?


jueves, 27 de febrero de 2014

En la oscuridad hallaremos la "verdad revelada"...

Mario García Pérez

La situación del ciudadano y el paso de este a mero “consumidor” es una de las obsesiones de Cristina Lucas, saber cuáles son las funciones de los ciudadanos en el Estado, especialmente, su participación política la sociedad actual. Cristina Lucas, sin ser una artista que podríamos catalogar de “feminista”, si considera que hay que darle un mayor protagonismo a la mujer en la sociedad de hoy, cuál ha sido la evolución que ha experimentado el papel de la mujer en las últimas décadas hasta convertirse, y si lo ha logrado realmente, en una ciudadana de nuestro tiempo. Estas son algunas de las claves básicas que el público debe conocer y tener en cuenta a la hora de enfrentarse a la obra Cristina Lucas. Los asistentes a la muestra, tienen el reto de encontrar el mensaje oculto que encierra la exposición. No reniega de las críticas hacía el arte contemporáneo, para la artista, el arte actual, sirve para encontrar el sentido a la vida, la vida contemporánea que nos ha tocado vivir aunque, esas intenciones no se materialicen en el resultado final.

En “Es capital” (título de la exposición), divide la muestra entre una serie de vídeos proyectados en batería y unas cuantas fotografías. Estos son los escasos medios con los que Cristina Lucas pretende transmitir su mensaje, un número escaso y muy reducido. Bajo el lema “Capitalismo filosófico” la artista nos presenta una fila de videos, cada uno dedicado a un tema concreto, por los cuales intenta explicar los conceptos filosóficos con los que muchas empresas comercian o son la base de su negocio como, por ejemplo, el concepto de miedo para una empresa de alarmas de seguridad, el concepto de muerte para una empresa funeraria o la belleza para una clínica dónde se practica la cirugía estética. Karl Marx y su obra “El capital” es otro de los puntos importantes de la exposición, en dónde la artista intenta explicar o reflejar el concepto de Marx acuñó en el siglo XIX de “plusvalía”, el beneficio se obtiene por medio del esfuerzo de los demás en el trabajo. El tercer sector a destacar de la exposición es el llamado “Superbién común” una serie de fotografías en dónde se retratan a orientales en un ambiente festivo, en ambientes de lujo y de ostentación como si quisiesen llevar una vida “a la europea”, dando por sentado la superioridad de una cultura sobre otra.

El problema se desencadena en la disposición final de las obras en el espacio, los vídeos dispuestos unos tan próximos de los otros imposibilitan una audición adecuada y plena de cada una de las proyecciones. En otro extremo, las fotografías del original de Marx y por otro lado, las fotografías del superbién común, a modo de grandes bloques independientes entre sí y como si no existiese una relación entre las partes. Por ello, lo más adecuado hubiese sido una alternancia entre vídeo y fotografías para que así se pudiese escuchar mejor las proyecciones y a la vez, se prestara una mayor atención a las imágenes y así, dinamizar la museografía de la exposición. La iluminación, escasa en su interior, es otro de los hándicaps, el espectador parece que penetra en el interior de una cueva. Apuntar que aunque la artista crítica, o intente criticar el capitalismo, no tiene reparos en anunciar e incluir un sinfín de empresas en el folleto informativo, una actitud del todo contradictoria. Una muestra nada excepcional y en la que Cristina Lucas parece que nos revela la “verdad” recurriendo, de nuevo, a la eterna pregunta de quienes son los que realmente nos gobiernan, apuntando de antemano el desconocimiento e ignorancia del público que asista a Matadero.



La paradoja del sistema. Marta Agea.

Actualmente, nos encontramos en un momento de la historia en la que el mundo se rige por el capitalismo, y este va unido a la propiedad privada y al consumo. Nos movemos en base al dinero y los intereses materiales. El capitalismo surge en la sociedad al perseguir un incentivo que mejorase las expectativas de las gentes. Este es consecuencia del primitivo instinto humano hacia el intercambio, que desde el siglo XIX pasó a ser una fuerza arrolladora en las sociedades más avanzadas y fue desplazando a cualquier otra organización productiva anterior. Pronto el nuevo sistema capitalista mostró excesos en su aplicación que generaron la crítica integral al mismo o, en todo caso, el reformismo de su evolución. A pesar de todo, contenía tales eficiencias en su funcionamiento. Hoy en día, en nuestra sociedad capitalista evolucionada a través del desarrollo de la sociedad de la información y del proceso de globalización, cualquier cosa es implemente mercancía. Nos queda claro que  para la humanidad siguen siendo relevantes y constitutivos de su propio existir, de la realización de su experiencia, los anhelos de verdad, belleza, muerte o justicia, entre otros. Pero estos grandes paradigmas se miden a través de su valor como mercancía de consumo. Sin embargo, nosotros vivimos en este sistema de manera “normal”.  Pero por otra parte, nos arriesgamos constantemente a querer alcanzar aquellos anhelos. En ocasiones, el anhelo alcanzado nos parece satisfactorio, en otras, aceptamos que es inalcanzable. Esta historia personal se construye, inevitablemente, en un contexto en el que todo es mercancía y tiene un valor. 
Cristina Lucas en su exposición “Es capital” nos quiere transmitir la idea de que todo lo que existe se puede perfectamente comercializar. Uno de los temas en los que reflexiona es en el término “Plusvalía”. En la doctrina marxista, se refiere a la diferencia entre el salario del trabajador y el valor de los bienes producidos. Es la plusvalía lo que constituye parte del beneficio del empresario. Es bastante irónico que reflexione sobre esto en la pieza titulada con el mismo nombre, pues en ella se presenta el coste actual del manuscrito de Marx El Capital del siglo XIX. Así pues, una obra en la que se explicaba la sociedad moderna como una crítica de la economía política, ahora es comercializada por un gran valor. Así pues, tenemos que cualquier cosa, independientemente de donde provenga, puede comercializarse, puede ponerse precio con el fin de beneficiar económicamente a unos cuantos. Además, todo este consumismo ha llevado a poner en duda la relación entre los conceptos filosóficos y las empresas que los comercializan, así como su actividad comercial. La artista hace una búsqueda con el fin de  comprender la relación existente entre los conceptos filosóficos con los que comercian las empresas y su actividad comercial, como por ejemplo qué significa muerte para una empresa funeraria o qué es la belleza para una clínica de cirugía estética. A la vez, profundiza en una de las principales paradojas del sistema capitalista como es la escasez de recursos y la incapacidad de nuestro planeta para generar riqueza suficiente, aunque todos sus habitantes aspiran a un modelo de vida basado en el consumo ilimitado de bienes y servicios.

En definitiva, se trata de una exposición que utiliza los trabajos de Cristina Lucas para desmembrar el sistema capitalista. Utiliza todo tipo de artefactos, como proyecciones de vídeos, fotografías en cajas de luz o trabajos en papel. Se trata de una visión diferente del capitalismo, que nos hace pensar en las contradicciones de este y en cómo vemos este sistema y de qué forma lo vivimos.

El poder sobre ti

Violeta Herranz Martínez

Hace mucho tiempo que Karl Max escribió “Es capital” en donde se asentaron las bases económicas de una sociedad capitalista y que la finalidad del mismo, era conseguir una mejora en las condiciones de trabajo de las personas más desfavorecidas del momento, la clase obrera. Sin embargo, Max ha caído en el propio sistema, sin ser el autor el causante, debido al valor que ha adquirido en la actualidad el libro que creó. 
Esta es una de las muchas paradojas que muestra la exposición de Cristina Lucas en el Matadero, una llamada de atención o una bofetada de realidad que nos domina y al mismo tiempo nos rodea. En base a una gran muestra de fotografía que la artista comenzó a cultivar después de haberse dedicado a las performance y al happening, pasando de un arte más efímero a algo más material con mensajes más directos, pero siguiendo con un carácter performativo.
Pero cuando observas las obras como únicas protagonistas de la sala a oscuras, pareces estar observando carteles publicitarios que puedes encontrare en la calle por cualquier lugar a donde vayas, algo que sin duda no le quita carácter artístico. Pero la artista parece haber recurrido a ese sentido de la publicidad que reina en nuestros días, instrumento que crea necesidades, aunque verdaderamente no las tengamos. Con mensajes como la riqueza material, el hecho de tener que llegar a ese nivel de vida sin importar como lo consigamos o las consecuencias que ello pueda tener. Algo que parece que solo lo material pueda darnos la felicidad y nos lo valores o el conocimiento que pueda llegar a tener una persona a base de su esfuerzo, y del mismo modo, la comodidad que te da el lujo o el bienestar innecesario que crean este tipo de mensajes. El valor que le damos a las cosas, que cuando están viejas o rotas lo más cómodo es deshacernos de ellas, algo que sin duda nos inculca el consumo irrefrenable. Aquí la paradoja reside en que los recursos de los que el mundo dispone no son suficientes para todos, o más bien, no están repartidos equitativamente de manera que toda la multitud de personas que vivimos en el mundo pueda beneficiarse de dichos recursos. Y sin embargo, todos aspiramos a un modelo de vida basado en el consumo de bienes y servicios. También destacar como la mujer ha sido dominada por el sistema capitalista a una imagen de mujer - objeto, sometidas a estados patriarcales y relegadas a una vida en segundo plano en pos de la imagen del hombre, y que por tanto, en esta muestra se puede ver un aspecto feminista. 

Otro aspecto son los nombres y logotipos que se juntan en el cartel de la exposición y ya dentro de la sala cada uno individualmente, lo que nos puede llevar a pensar si realmente somos los peones de las grandes empresas que dominan la economía de un país que indirectamente, a través del efecto que en nosotros producen sus mensajes y que nos dicen el tipo de vida que tenemos que llevar o alcanzar, que es lo más correcto siguiendo los intereses personales de cada empresa. Y que cuando estas quiebran repercute directamente a toda la sociedad, cambiando de nuevo el modo de vida de los habitantes de todo un país.  En definitiva, ¿Quién nos gobierna, el estado o las grandes empresas? 

LA FILOSOFÍA DE LO MERCATIL


Desiree Álvaro Rodríguez   

En una sociedad donde todo puede comprarse y venderse, donde todos los individuos participan en una sociedad de consumo asfixiante ¿Dónde ha quedado ese sistema de mercado ideal ideado por Marxs donde todos los individuos de la sociedad podían ser iguales y felices? ¿Por la idea del bien común solo existe un bien común para unos cuantos? Algunas de preguntas y otras reflexione sobre el sistema capitalista podemos encontrarlos en la exposición de Cristina Lucas.

Desde los planteamientos de Marx que con ayuda de Engles creó el sistema capitalista a partir de tres tomos donde expone su pensamiento hasta el capitalismo basado en el trabajo duro hasta la actual situación del sistema de mercado capitalista se ha abierto un abismo casi insalvable; los orígenes de este sistema ideado por Marxs son presentados por Cristina Lucas en su obra Plusvalía, un video documental donde nos muestra cómo se gestaron los tres tomos en los que se fundamenta la teoría del capitalismo marxista, siendo el primero Das Kapital o Es capital que da nombre a la propia exposición. De esta obra partirá la exposición, de tipo conceptual, que nos muestra en lo que se ha convertido el pensamiento de Marxs donde el capitalismo ya no se basa en el bien común, sino en el consumo y la acumulación de bienes, donde todo tiene un precio; ejemplo de esa dimensión claramente monetaria encontramos la obra Montaña de oro dos fotografías y un plano de la cámara del tesoro, donde se guarda el oro español, la Reserva del Banco de España.

Además de esta dimensión puramente material, dentro de esta sociedad capitalista se dan una serie de conceptos que son explotados por las empresas, generando necesidades (que en el fondo no son tan necesarias) en el consumidor. A esto responde la obra Capitalismo Filsófico, que mediante una serie de entrevistas a diferentes empresas de varios sectores nos enseñan cómo es su visión de la sociedad, por qué son necesarias, qué busca el ciudadano de ellas, cómo ofertan sus productos a los compradores y cuál es la filosofía con la que comercian las empresas dentro de la actividad mercantil. Al ver estas entrevistas en conjunto, la sensación que transmiten es la de que todo en esta vida y en esta sociedad se puede comprar, todo tiene un precio y responde a una necesidad, en ocasiones esta viene del propio consumidor y en otras es generada por las empresas para vender sus productos; de este modo se generan nuevas necesidades que parten  factores como el miedo a la perdida de los bienes (el Miedo), la creación de nuevos modelos de belleza ideal a los que todo el mundo aspira a llegar (la Belleza), cómo hasta la creación de nuevas vidas (por medio de la ciencia) y la muerte (las empresas funerarias) ha sido comercializado siendo una mercancía más y cómo han  cambiado los valores tradicionales de Justicia y Verdad en función de la sociedad, donde la Verdad es supuestamente igual para todos los abogados y la Justicia ahora no es más que remuneración económica a cambio de lo que se ha perdido.
 
Por otra parte, la artista reflexiona sobre el bien común y la asignación de recursos, que cada vez son más escasos pero que cada vez son más demandados y deseados por la sociedad en la obra El Superbien común, donde mediante una serie de fotografías nos muestra como esos recursos escasos (como un coche de lujo, un caballo o los retratos familiares) son adquiridos por una familia numerosa convirtiéndose en bienes asfixiantes que reducen el espacio de cada individuo y no le permiten respirar.

miércoles, 26 de febrero de 2014

Capitalización


Irene Alarcón

Capitalismo. Todo aquello relacionado con el capital. Sistema económico en el que se vive hoy día. Cristina Lucas trata varias cuestiones relacionadas con el capitalismo en su última exposición individual. En la última pieza, Capitalismo filosófico,  abarca temas universales; el arte, la belleza, el espacio y el tiempo, el miedo, la  justicia, el ciudadano/ consumidor, la verdad, la vida y la muerte. Todas ellas resuenan en nuestras cabezas, aparecen todos los días en los medios; los periódicos, la radio, el telediario, también en las novelas y en el cine.

Esta pieza, Capitalismo filosófico, una vídeo instalación compuesta por nueve televisiones donde en cada una  de las cuales profesionales de un ámbito  dan su definición sobre cada uno de estos temas. Como describe el folleto de la exposición, el propósito de esta pieza es ver la manipulación de dichos términos, unos términos mediatizados, marcados por el sistema capitalista actual, ver el papel de estos términos en el modus operandi de una casa de subastas, una aseguradora, una marca de coches, una marca de relojes, etc. Para arte oímos distintas definiciones de la boca de distintos directores de casas de subastas; una cerrada y hermética mientras otra que alude al término como algo cambiante y pasajero condicionado por el momento y el espacio históricos concretos.  Vemos la belleza asociada a coches de lujo, al cuerpo. El espacio lo vemos descrito como un bien asociado al lujo, a cuando se adquiere una vivienda amplia, también asociado a la arquitectura, pero a todo ello se podría añadir que aquel espacio más importante es el nuestro vital, el que todos necesitamos y al que a veces recurrimos cuando necesitamos tiempo para la reflexión, para nosotros, ese espacio se solapa con el de una vivienda, y si llega a ser muy extenso se convierte en soledad. El tiempo es descrito en términos biológicos, y como  ente abstracto. El miedo es descrito como  componente necesario de la condición humana como mecanismo de defensa para afrontar algo. La justicia es descrita por un miembro del Tribunal Supremo, la vincula a la democracia, diciendo que ha de ser la misma para todos, un derecho común, sin distinguir condición social. En el siguiente vídeo, las personas entrevistadas distinguen entre dos facetas del individuo; el ciudadano y el consumidor. Ciudadano es visto como algo más amplio. La verdad en sentido individual, se vincula a la mentira. La vida aparece vinculada a la fertilidad, la reproducción, la maternidad, además de la plenitud; sentir cada momento intensamente. La muerte es explicada como una parte más de la vida. Todas estas palabras son puestas en boca de profesionales y transmitidas en vídeos para que el espectador cuestione lo que se le hace creer a través de la manipulación que ejercen los medios sobre él a diario, ya sea la prensa, la radio o la televisión y concluir que todas ellas están marcadas por la subjetividad, cada individuo tiene su visión propia de cada una. 

En la exposición se encuentran otras tres piezas; El superbién común, La plusvalía y La caja del tesoro. La primera de ellas, primera en la exposición, refleja ese bien que el capitalismo nos inculca que es necesario para todos. En esta serie de fotografías se distinguen distintos bienes. En todas ellas aparecen asiáticos, reflejo del ascenso de la economía oriental, y por tanto de la adquisición de productos de lujo por parte de la población asiática. La caja del tesoro muestra un “tesoro escondido” que está pero es sabido su localización, que es de todos y a la vez de nadie, y sólo unos pocos lo utilizan.                                       
LA VISITA DE ESTA TARDE AL CENTRO DE ARTE 2 DE MAYO. NOTICIA: Me acaban de avisar que nos atenderá un educador del Centro 2 de Mayo y la misma artista Teresa Margolles. Es, de verdad, una oportunidad ÚNICA para conocer a una artista de nivel internacional. Os animo a no perderos la visita.

martes, 25 de febrero de 2014

DONDE SE ESCONDE EL AIRE

María de Antonio Aguirre

Desde una postura altamente crítica Lara Almarcegui nos invita a que paseemos la mirada por aquellos lugares creados por la mano del hombre. A lo largo de la historia el ser humano ha potenciado su habilidad para construir su refugio, pero lo que nació como un modo de protección contra las inclemencias del tiempo ha derivado en una actuación que arrasa con nuestro medio de vida. El espacio, el lugar, el terreno, el entorno - un inagatoable listado de términos espaciales - constituyen para la artista el punto de partida de su obra. Almarcegui juega con el potencial de lo efímero interviniendo sobre un espacio que, lejos de tener un significado concreto, genera distintos motivos de actuación. Se trata de un diálogo abierto en el que el tiempo actúa de protagonista conformando un amplio marco sobre el que sustentar el potencial de la obra.
El valor de lo pasajero y el aprendizaje de lo instantáneo. Como en una fotografía, la artista juega con el potencial de lo efímero para intervenir sobre zonas contaminadas por el hombre. Aristóteles nos enseñó que el mundo está repleto de cambios y que la vida avanza detrás de una constante transformación. Solo hay un elemento inmutable, el propio cambio, verdadero pilar sobre el que sustenta la mayor parte de la filosofía de Lara. Mediadora entre el espacio y la conciencia contempla el terreno y lo llena de posibilidades convirtiendo esos <<lugares vacíos>> en espacios repletos de historias e intenciones. Almarcegui no intenta cambiar el lugar si no que el lugar la cambie a ella -afirmaba en una entrevista- puesto que sabe que muchas veces sus acciones no cumplirán sus propósitos de actuación. Su preocupación es concienciar al ciudadano y su medio de difusión la esfera artística.
Sustentado en una fuerte base de documentación crea un discurso que desemboca en lo que hoy conocemos como arte de acción, fruto engendrado en las prácticas artísticas de los 60's y los 70's, pero aquí con un enfoque más directo a través de la deconstrucción de los códigos que estructuran la explotación del terreno urbano, problema muy arraigado en nuestro país. Aunque su trabajo se asemeje con el ámbito científico Almarcegui se moverá sobre el pavimento del mundo del arte para denunciar las atrocidades que se cometen contra estos lugares olvidados. Ha sido etiquetada como activista de Green Peace ¿pero no es antinatural sepultar bajo tierra un montón de escombros? Casa Enterrada y Rocas de la Isla de Spitsbergen, los dos últimos proyectos que presenta en Madrid iniciados en 2012 y concebidos como actuaciones imposibles, han podido efectivamente llevarse a cabo. Underneath va un paso más allá en su proyecto, enterrar una casa en el propio solar donde fue construida es un acto más que difícil de realizar, y otro tanto ocurre con la identificación de las piedras de una isla entera. Su trabajo involucra a mucha gente, requiere de subvenciones y permisos, y está destinado indudablemente a un público especialmente interesado en el tema de la especulación del suelo. El problema radica, una vez más, en la sentencia que los discursos imponen sobre la realidad. Lara Almarcegui pondrá voz a aquellos lugares que se encuentran olvidados, estancados en un momento de incertidumbre que nos ciega ante lo que han sido y son sus posibilidades, lugares donde se esconde el aire y una insaciable red de entramados bursátiles.
VISITA A LA EXPOSICIÓN DE TERESA MARGOLLES. Tras charlar ayer con algunos compañeros de la asignatura he decidido que la visita a la exposición de Teresa Margolles en el Centro de Arte 2 de Mayo se realizará mañana miércoles. Para todos aquellos que quieran acudir el plan es el siguiente: nos veríamos en la estación de atocha en las "famosas" maletas de Úrculo que están en la parte de la antigua estación cerca de las tortugas a las 17h. Tomaremos el cercanías hasta Móstoles y visitaremos la muestra. Los que quieran acudir directamente sin pasar por Atocha lo pueden hacer. Fijaríamos el encuentro para ellos en la puerta del Centro de Arte 2 de Mayo a las 17,45. Espero que algunos os animéis y vengáis a esa visita.

lunes, 24 de febrero de 2014

Extrayendo piedras, extrayendo seres vivos.

Lucía Rúa Pérez

La artista Lara Almarcegui puede ser considerada como una investigadora de los materiales y de la acción que sobre estos recae de mano del hombre. En trabajos anteriores su línea de estudio ponía en relación la calidad y cantidad de los distintos tipos de materiales utilizados para realizar diferentes estructuras (véase su propuesta para la Bienal de Venecia, también realizada específicamente para el MUSAC: “Parque fluvial abandonado”, o su publicación “Ivry souterrain”, sobre las modificaciones territoriales de la ciudad de Ivry-sur-Seine). En la galería Parra & Romero nos presenta dos obras en su exposición “Por debajo” en la que la tónica será la misma que ha venido trabajando. Una de ellas, en formato audiovisual, nos muestra el proceso de eliminación de una vivienda que queda soterrada, y en otra nos aporta secciones representativas de los diferentes tipos de roca extraídos de una isla que ha sufrido una especie de masacre natural debido a la explotación de una mina. 

Debemos acabar de comprender esa constante del arte contemporáneo como arte documental, con un aporte de un híbrido científico y sentimental, con lo que se consigue acercarnos a una realidad de una manera objetiva, periodístico-científica, pero de la mano de un artista, quien consigue añadirle un punto de transmisión de sentimientos o sensaciones en reacción a los datos ofrecidos. El arte ya no es bonito ni idílico, el arte es duro como la piedra, y real como la vida misma. Quizá sea aquí donde podamos encontrar esa información que parece censurada en esos medios de comunicación a los que estamos acostumbrados a situar en esa definición de “medios”. El individuo reacciona y crea otra vía, el arte como un ofrecimiento de un ambiente propicio para el conocimiento, el debate y la crítica, libre de condicionamientos y pautas de lenguaje y diálogo. Habrá quien se sienta estafado, “vine a ver arte y veo un montón de piedras, el arte no existe”. Y es que el arte no existe, y el arte somos todos, y es nuestra salida, nuestra posesión y nuestros bienes, nuestra vía de acción y evolución. Porque es libre, y del mismo modo que es individual es colectivo. Comprendo la propuesta de Lara como una intención de demostrarnos que puede ser por este camino, por este medio, por el que podemos dialogar y comprendernos, porque la expresión artística es libre, y es la más fuerte de todas nuestras armas. Por ello ya no podemos primar lo estético, esto será un incentivo, pero vuelve aquella estética de lo feo como el lenguaje de la actualidad, siempre ha sido así en realidad. Quizá lo que falte en muchas ocasiones sea la información necesaria para hacer que el visitante caiga en la cuenta de esta nueva vía, se  deshaga de su avatar con el que transcurre por nuestro mundo, ese tan mimetizado con la sociedad de la mentira, tan naturalmente ya asumida, y se atreva a quitárselo y desnudarse, y así acercarse a la realidad natural de las cosas, a la interacción con los nudistas, y desde ahí, como bebés que llegan al mundo sin condicionantes, pretender mejorar las cosas. La muestra ofrece una visión de como suceden barbaries, todo desaparece y todo cambia, y los individuos observan impasibles, con su coca-cola de medio litro y su cartón de palomitas. La artista puede conseguir llevarnos hasta aquella poesía en prosa de Henry David Thoreau: “Fui a los bosques porque quería vivir a conciencia, quería vivir a fondo y extraer todo el meollo a la vida, y dejar a un lado todo lo que no fuese vida, para no descubrir en el momento de mi muerte, que no había vivido”. También puede no conseguirlo, o no pretenderlo, y que nosotros lo orientemos hacia donde nos lleve el viento en nuestro momento individual. Lo bonito de la libertad de expresión.

Mea Culpa. Donde habita Caronte

Lucía Rúa Pérez

Tras visitar la propuesta de Txomin Badiola en la galería Albéniz, solo puedo reconocerme como otro visitante curioso entre tantos, saliendo ojiplático ante tal proyecto expositivo. Bien sea por la vagancia que inunda el intento de perspectiva y amplitud de miras hasta dejarte varado a la orilla de la incomprensión tras una primera pero débil tentativa, o por todo lo contrario, renegando a aceptar comprender todo lo que decidan mostrar ante mis ojos. Hay que acercarse a las notas de prensa, al recorrido artístico del autor y su vía de trabajo tradicional, sus raíces creativas; también hay que comparar y promover todos los medios de expresión, cuanto más libres más aceptados como auténticos exploradores de la mente humana, y no hay que comprender sino dejarse impactar por el pastel que conforman todos esos ingredientes bien amasados. Una crítica de arte no es una opinión de gusto, ni una valoración de la investigación de un individuo, pero en ciertos momentos te encuentras en tierra de nadie, en el mismo purgatorio como la sala de espera a la lucidez eterna. Esa lucidez no existe, pretenderla es errar en el camino. Un actor de teatro me comentó una vez que prefería que su obra no me hubiese gustado a darle un simplón visto bueno, porque lo que buscaba era molestarte, incomodarte para que te fueses a tu casa obligado a lidiar con esa sensación. Con la molestia estaría activa, intentando solucionarla, y así habría conseguido lo que pretendía. Así entiendo muchas de las obras englobadas en el arte contemporáneo, pero en este caso, encuentro la nada. O más bien el purgatorio, la sala de espera. Pero reconocible también como el lugar donde puede dejarte el Capitalismo Anal, ese tú desprovisto de toda identidad, significación y propósito. Convertido en un utensilio inanimado del consumo, perfecto filtro necesario para que la máquina siga funcionando. Tu no importas, importa el proceso capitalista. En el arte ya no importa tanto el resultado, prevalece el proceso como acto artístico. La fase anal corresponde al momento en el que el niño, en su segundo año de vida, desplaza su interés de la boca al ano, consistiendo en el hecho de que las funciones de evacuar y retener sus heces le resultan placenteras y estas se constituyen en objetos con los que tiene una relación particular. La madre, generalmente, le exige que se desprenda de sus heces en un momento y lugar determinado, y por esta razón se le plantea un problema con ella, puesto que debe renunciar a su propio placer anal para seguir conservando el amor de su madre, es decir, placer anal y conservación de la madre entran en conflicto. Es el momento del control de esfínteres y de su educación, y coincide con el momento en que aparecen las primeras prohibiciones para el niño y la oposición de este a sus padres, la conocida etapa del no, en la que la madre tiene que dejar de ser suficientemente buena para poner limites y contribuir así a dar cierta autonomía. La propuesta teórica de Txomin nos relaciona como el individuo que envuelto en la mierda se encuentra bien, creyendo manejarla, pero ciegos ante esa madre suficientemente buena, que en la sociedad es el motor de ejemplo que marca nuestras pautas, el capitalismo, y que en realidad no está cumpliendo con su función de protección y capacitación del desarrollo del individuo, se transforma en mala, no nos ayuda a alejarnos de los residuos, nos conforma como uno más de ese monte de mierda. En esta exposición, el limbo se encuentra entre la idea y la forma, perdí la visión de los anclajes, y me quedo a la deriva entre los metales.
VISITA A LA EXPOSICIÓN DE MIGUEL ANGEL BLANCO EN EL PRADO. Hoy lunes 24 a las 18,30. En la entrada de Jerónimos.

sábado, 22 de febrero de 2014

UN TEXTO SOBRE EL CONTEXTO MUSEISTICO-INSTITUCIONAL ESPAÑOL. El arte paga por el ladrillo. La creación de un centenar de centros desde que abrió el IVAM en 1989 ha democratizado el acceso a la cultura Erigidos como hito arquitectónico, algunos carecen de identidad Lo último que Franco inauguró en vida, en agosto de 1975, no fue un pantano aunque acabó empantanado: el Museo Español de Arte Contemporáneo. Un edificio en la Ciudad Universitaria madrileña que por lo visto resumió como nadie el pintor Eusebio Sempere: “Sobra y falta casi todo”. Hasta esa fecha España era diferente. En arte contemporáneo, más. Un erial solo salpicado de quijotescos brotes verdes —como el Museo de Arte Abstracto de Cuenca— y dispersos. Nada equiparable a su entorno europeo, donde hacía décadas que las vanguardias habían saltado por la ventana del estudio para entrar por la puerta del museo. A partir de 1975 el páramo cambió. El arte contemporáneo se convirtió en uno de los símbolos de modernidad y ruptura con el pasado. “Expresaba el deseo de proponer una nueva imagen, incluso una nueva identidad para el país, tanto desde el centro como desde las ‘pujantes dinámicas nacionalistas’ o desde visiones estrictamente locales”, sostiene María Dolores Jiménez-Blanco, profesora de Historia del Arte de la Universidad Complutense, en su ensayo El coleccionismo de arte en España, editado por la Fundación Arte y Mecenazgo. “Había hambre de cultura y un momento de efervescencia cultural, lo cual no quiere decir que hubiese una demanda expresa de la ciudadanía, pero teníamos la idea básica de que había que democratizar el acceso a la cultura”, rememora Carmen Alborch, hoy senadora socialista y, entre 1989 y 1993, directora del IVAM, que celebra mañana su 25º aniversario, solo un día antes de que ARCO abra sus puertas. Coincidió, además, con una histórica descentralización del poder. Cada autonomía, cada ciudad, ansiaba su propia catedral moderna, un icono que a menudo perseguía más la transformación urbanística y el reclamo turístico que el desarrollo de un proyecto cultural. Se pasó de la nada al infinito. España cuenta hoy con 126 centros y colecciones museográficas de arte contemporáneo, según el último Anuario de Estadísticas Culturales (datos de 2012). Andalucía (20), Castilla-La Mancha (16), la Comunidad de Madrid (14) y Baleares (12) encabezan la lista de comunidades donde más prendió la fiebre. No hay autonomía —Ceuta es la única excepción— que carezca de un espacio dedicado al arte de los siglos XX y XXI. La periferia decidió que también existe. “Es absolutamente legítimo que cada capital de provincia pueda aspirar a tener un centro de arte contemporáneo, especialmente si lo entendemos como un servicio público dedicado a la investigación, educación, producción y conservación del patrimonio artístico, además de a la exhibición de arte”, defiende Yolanda Romero, presidenta de la Asociación de Directores de Arte Contemporáneo de España (Adace). “La intención de descentralizar la cultura era necesaria y ha sido positiva”, concluye. Casi nadie reprueba la democratización del conocimiento artístico, el innegable esfuerzo realizado en estas décadas para acercar la creación contemporánea casi a cada rincón. “Yo debo ser de los pocos afortunados que creció con un museo de arte contemporáneo al lado de casa”, recuerda Bertomeu Marí, actual director del MACBA, sobre su juventud en Ibiza, que contaba con un espacio desde 1970. “En poco tiempo”, sigue Marí, “se ha introducido el arte contemporáneo en la vida cotidiana de la sociedad española”. Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León. / BERNARDO PÉREZ Sin duda, son las luces de este periodo de gloria que inauguró formalmente en 1981 el regreso del Guernica, una suerte de proeza que reconciliaba el pasado con el futuro y que también sacaba a la luz los rotos del sistema. No había marco adecuado para alojar tamaño icono (con perdón del Prado y de quienes reivindican que la obra de Picasso debe lucir junto a la de Goya). Al Guernica se le debe pues que el Reina Sofía se convirtiese en un proyecto de estado (museo nacional desde 1988) y despegase hacia lo que hoy es: un sólido buque insignia de la cultura española que, como el Prado, puede ufanarse de navegar razonablemente ajeno a las veleidades políticas. Porque la injerencia política es uno de los venenos que corroe a una parte de la red de museos de arte contemporáneo, que hoy languidecen con presupuestos jibarizados y conflictos existenciales. “Hay centros con patronatos y comisiones asesoras que responden más a los intereses políticos que a los de los propios centros”, sostiene José Guirao, exdirector del Reina Sofía y actual responsable de La Casa Encendida. Pero vayamos al pecado original, en parte el mismo que llevó a construir aeropuertos sin prever los vuelos o estaciones de alta velocidad sin disponer de pasajeros. En el mundillo del arte hay un consenso sobre los excesos cometidos en los últimos 25 años, si tomamos como frontera la inauguración del IVAM, el primer museo periférico consagrado a lo contemporáneo que arrancó con tal brío que pronto circuló como la estrella de moda en el circuito internacional. El IVAM nació sin violentar la lógica del museo. “Primero se pensó en el proyecto y luego en los espacios que lo acogerían”, recuerda Carmen Alborch. Y lo corrobora alguien sin vinculación sentimental al museo como la historiadora María Dolores Jiménez-Blanco: “A diferencia de otros centros posteriores, no antepuso la imagen pública de su contenedor a la de sus contenidos”. Justo lo contrario de lo que otros harían después. Primero, el edificio-estrella. Luego, ya veremos. “Toda esta eclosión no ha respondido a la energía concreta de un país que está creciendo, que tiene la necesidad de visibilidad. Hemos padecido un poco el mal del nuevo rico: la ostentación”, opina Rafael Doctor, elegido para poner en marcha en León el MUSAC, que arrancó a lo grande tanto por el edificio (el proyecto de Mansilla y Tuñón de Lara recibió el Mies van der Rohe) como por el proyecto artístico y que hoy vive noqueado por una crisis de identidad tras sucesivas intervenciones políticas muy criticadas por el gremio de gestores culturales. Doctor es uno de los más críticos con este boom: “Los políticos se dieron cuenta de que invertir en cultura era muy barato y rentable. Se pasó de cubrir huecos que surgían en una sociedad ávida de proyectos culturales en los primeros años a una locura en la que cada ciudad invertía en un museo de forma triunfalista o para revalorizar barrios y espacios”. A partir de 1989, el año del IVAM y también del CAAM de Las Palmas, comenzó la carrera. Galicia, Andalucía, Cataluña, Extremadura y País Vasco ponen en marcha nuevos museos. A esta primera generación le sucedieron nuevos espacios como el MUSAC, el Marco, el Patio Herreriano, Artium, el Museo Picasso de Málaga, el TEA de Tenerife o La Conservera en Ceutí (Murcia), entre otros. José Guirao diferencia entre las iniciativas de la primera hornada y las que les siguieron al calor del efecto Guggenheim: “En la primera generación de centros, a finales de los ochenta, había buenos proyectos. Unos han evolucionado y otros se han despeñado o se han convertido en poco significativos. El contenedor sin proyecto surge a raíz del Guggenheim, que fue la visualización de una operación de enorme éxito social y mediático y muy eficaz para la ciudad de Bilbao. Como ocurre a menudo se copió el símbolo pero no lo que había detrás del símbolo”. Cada alcalde, cada consejero de Cultura, cada presidente autonómico soñó con un Guggenheim, el hada de titanio que transformó una calabaza en brioso carruaje y coló a Bilbao en los circuitos turísticos internacionales. “El Reina Sofía y el IVAM fueron hitos artístico/culturales, mientras que el Guggenheim fue un hito arquitectónico”, matiza Guirao. Sobre el antiguo erial comenzaron a levantarse edificios con afán de pasar a la eternidad y, en una escala más mundana, colgarse alguna medalla arquitectónica. Los políticos que los impulsaban pensaban más en el bolsillo que en el espíritu. “A veces incluidos en el rediseño urbanístico de los centros urbanos, y casi siempre entendidos por las autoridades en clave de turismo cultural, muchos de los nuevos museos se concibieron en función de su potencial como polo de atracción económica más que como estímulo productivo de la creación y educación artística o del coleccionismo”, reflexiona Jiménez-Blanco. Carmen Alborch lo sintetiza muy gráficamente: “Se pensó más en el cemento que en el alimento”. Se contrataron grandes firmas de la arquitectura para dar forma a los sueños de transformación: Álvaro Siza, Herzog & De Meuron, Frank Gehry, Peter Eisenman... Lo que luego albergarían parecía una cuestión secundaria y accesoria. “Muchas de nuestras infraestructuras museísticas nacieron a golpe de talonario, más como fruto de una extraña competición entre territorios por tener el edificio más grandes, del arquitecto más famoso, que como resultado de una reflexión sobre qué es el museo y cuáles son sus funciones”, reflexiona Yolanda Romero. “En los años de bonanza económica no se pensó que un museo no es un edificio, sino una colección y un programa”, subraya. Visto lo ocurrido en estos 25 años, Bertomeu Marí elogia el “esfuerzo” sin ignorar “la china en el zapato”: “Con la distancia de los años, apreciamos que los directores de museos estaban más fascinados con aspectos colaterales que tenían poco que ver con el arte. Hay mucho metro cuadrado de espacio para exposición con relación al poco patrimonio artístico del que se dispone”. Invertir presupuesto público en colecciones resultaba menos vistoso para el electorado que hacerlo en el envoltorio. Si esta era una partida desatendida en tiempos de bonanza, a partir de 2008 se ha extinguido en numerosos casos dejando a centros recién nacidos tiritando de frío. Es lo que hay: una fiesta acabada hace años y unas instituciones resacosas. A pesar de ello nadie, ni los más críticos, propone cerrar espacios. “Hay una oportunidad de reinventarse como centro de arte en profunda transformación”, señala Marí. “Toda institución cultural, por mucho que se la maltrate, tiene algo positivo siempre. Cuando no tienes dinero para actividades, pero tienes un lugar y luz habrá que hacer otras cosas. Desde el mundo de la gestión también ha faltado previsión ante lo que se avecinaba. Todos tenemos un poquito de barro en los zapatos”, opina Guirao. “Decir que sobran es ridículo. Ojalá hubiera el triple de centros, lo que faltan son los proyectos culturales para sustentarlos. Muchos centros viven como zombies... no sobran pero no se han creado de forma natural respondiendo a un estudio o una necesidad sino con fines políticos”, añade Doctor. Ejemplos recientes, en su opinión, son La Conservera en Ceutí (Murcia) o el centro Huarte en Pamplona. “El mayor problema que tuve en mis siete años al frente del MUSAC fue buscarle credibilidad a la decisión política de crear el proyecto”, añade Doctor. “No hay que cerrar, hay que redimensionar, pero creo que como país nos deberíamos atribuir el mérito de haber elevado el nivel cultural y el patrimonio de la ciudadanía”, defiende Alborch. A pesar de las debilidades descarnadas que ha hecho aflorar la crisis, hay oasis ajenos a las incertidumbres presupuestarias. En septiembre de 2013, después de invertir 2,6 millones para acondicionar un antiguo colegio, se abrió en Vélez-Málaga un nuevo centro de arte contemporáneo.
UN TEXTO POLÉMICO PARA PENSAR. LA FRIVOLIDAD No sé en qué momento el desnivel del tobogán nos ha obligado a aumentar la velocidad hasta descontrolar nuestra bajada. Sé que estoy metiéndome en un territorio hostil, un terreno lleno de minas antipersonales. La crítica, desde el ya lejano pero imborrable rechazo del impresionismo, no se ha recuperado y no parece capaz de dar un paso al frente y dar una opinión rotunda, por miedo a equivocarse, por miedo a perder amigos y trabajo. Por miedo a que nadie la quiera. Yo tampoco lo voy a hacer, al menos no todavía. Tal vez el momento de inflexión, ese pequeño gesto que abriría la puerta al declive inverosímil de la inteligencia fue cuando una librería de algún museo decidió colocar unas tacitas de diseño junto a Los Pasajes de Walter Benjamin. Luego llego la importancia irreversible de las cafeterías y restaurantes de los museos, desatando un debate que nunca despertaron los almacenes ni los servicios internos de registro… pero la cocina y los cocineros estaban dispuestos a llegar hasta el final: de momento hasta ARCO, protagonizando una burla a todo un sector cada vez más débil y abrumado. Pero nada tan brutalmente celebrado como las inauguraciones con djs, música y cervezas para todos. Y para cenar, comida de autor. Los autobuses que nos llevan de Madrid a Burgos, del DF a Puebla, de cualquier ciudad importante a otra menor pero con museo que inaugura y quiere que vayamos todos, o algunos, tal vez los más guapos y los más ricos solamente… para tomar y comer cosas deliciosas que tapan la importancia de cualquier instalación o pintura que, al fin y al cabo tampoco es para tanto. Además, compramos cecina, sobaos o cerámica local… y tal vez el catálogo de la exposición, o tal vez tampoco, porque como dicen algunos “grandes coleccionistas”: los libros pesan mucho y ocupan mucho espacio. Viva la frivolidad. Y así, poco a poco, llegó Alaska y su Vaquerizo, los debates inverosímiles en televisión y las noticias de los precios increíblemente altos, los escándalos inocentes del arte (desnudos, performances, ironías, algún artista que se clava el pene al suelo en la Plaza Roja de Moscú como protesta… como si tantas otras personas no se dejaran los sesos y la sangre en performances mortales por todo el mundo sin que nadie les considere artistas)… ya no molestan a nadie. Y ese mismo nadie nunca se pregunta cuánto cuesta un Porsche, un yate o un ático de 1.000 metros cuadrados en Marbella, por ejemplo. Pero una obra de arte, ¡qué escándalo! ¿Cuánto dice que cuesta? y, además, al parecer eso mismito lo puede hacer el niño de la señora del cuarto. Mientras tanto esa estúpida frivolidad que hace que la pieza destacada de una feria de arte sea una figura de Franco en cera o en lo que sea, o que un streaptease fugaz centre la atención de todos los medios; es lo que se conoce como criterio artístico y criterio informativo: alfalfa y cebada para todos, cocinada por Adrià, a precios inaccesibles para usted y para mí. Paletos todos, y listillos algunos. Viva la frivolité que lleva a nombrar como subdirectora de uno de los museos más importantes (que no mejores) de Latinoamérica a una princesa, sin reino, divorciada (¿o será exprincesa?) amante del único artista albanés conocido, de la que sólo sabemos por el Hola. Y es que la frivolidad, el amiguismo no tienen límites y cruzan los mares, atraviesan el mundo en una red de amigos y favores que llenan los debates, las inauguraciones y los staffs de medio mundo. La frivolidad no es Piero Manzoni y su “Mierda de artista”, ni por supuesto el gesto abisal de Fontana rasgando el lienzo, ni Yves Klein lanzándose – o no – desde una ventana al vacío de una calle parisina. La frivolidad no tiene nada que ver con la genialidad de Warhol ni con el sombrero de Beuys, ni con el paraguas negro y el negro que lo llevaba de Louise Bourgoise paseando por Venecia. Jeff Koons y Cicciolina jugaban a escandalizar mientras el artista, no la porno star, construía una sólida obra que nos cuestiona nuestra vida y a nosotros mismos. Nada más alejado de la frivolidad. El único arte frívolo es el mal arte, el que no tiene sustento ni en las ideas ni en las formas, ni en los conceptos ni en su representación. Demian Hirst no puede ser frívolo, puede estar agotado. Ese artista de Miami que ha roto una vasija del frívolo Ai Wei Wei no es frívolo, es un artista desesperado. A mí también me gusta beber y comer, y viajar en autobús ( y jugar al parchís), pero sobre todo detesto la estúpida frivolidad que se basa en la ignorancia y en el oportunismo. O que se basa en la estrategia y el conocimiento. En cualquier caso creo que el arte actual se merece más respeto que la política actual, el mismo respeto que el deporte actual, por lo menos. Tal vez con que nosotros mismos alejásemos de nuestro entorno esa aburrida frivolidad podríamos ser respetados por todos los que no nos entienden. Y sí, al final a la crítica no nos quiere nadie… tendremos que seguir viviendo igual. Al fin y al cabo, el amor parece ser que está en el aire.. ROSA OLIVARES

Geología o Exposición


Geología o exposición
Cristina del Amo Sáez

La carrera de Lara comenzó hacia mediados de los años noventa. En su producción ha tomado como referencia el arte conceptual y el minimalismo. Siempre ha tenido interés por los proyectos de grandes envergaduras, ya que ha estado influenciada por el Land Art, de la mano de Robert Smithson, con obras como Spiral Jetty. También tiene gran interés por los descampados, más que interés llega a ser una necesidad, para ella son “sitios que no encajan en un diseño urbanístico”. A través de su interés por estos lugares Lara critica la ciudad racional y funcional. Cree que las ciudades están muy cerradas en el modelo urbanístico planeado y diseñado, mientras que los descampados dan a las ciudades dan algo de libertad. Sin embargo, a pesar de que para ella el orden y la funcionalidad son un problema, esto surgió como medida para solucionar el caos de las ciudades, cubrir unas necesidades y hacer una vida más cómoda. Tratados como la Carta de Atenas sirvieron para determinar de qué modo se podían estructurar las ciudades para hacer el día a día de los ciudadanos más fácil. Si bien, es cierto, Le Corbusier no guardó un sitio dentro de sus seis puntos para los descampados.

En la exposición actual, titulada  Por debajo / underneath, se exhiben sólo dos obras que a primera vista no tienen mucha relación entre sí, lo que deja al espectador con un sentimiento de desconcierto, que al finalizar puede convertirse en indiferencia. La primera obra que nos encontramos, Rocas de la Isla de Spitsbergen, es un listado en grandes dimensiones de las rocas que se encuentran en el suelo de ésta isla del Ártico. Lara contó con expertos geólogos para realizar esta costosa labor. Con el estudio la artista quiere reflejar el pasado de la isla  a un nivel geológico, interesándose por la formación del territorio para poder reflexionar acerca del futuro de la isla tras el emplazamiento de una mina de carbón. En su nueva obra y en las últimas que ha realizado, Lara está muy interesada en lo que hay por debajo, para eso le ha dado mucha importancia a la geología. Ha realizado un costoso trabajo de campo para exponer la obra y hacer una denuncia sobre la explotación del terreno. En cuanto a la segunda obra que se encuentra expuesta, es un video que documenta la desaparición de una casa en Dallas, la casa es destruida y enterrada en el mismo lugar dónde se encontraba, quedando así por debajo de la superficie y rompiendo con la trama urbanística del barrio.

No cabe duda que los proyectos de Lara son impactantes y de una gran envergadura, como se pudo ver en la Bienal de Venecia del año pasado, o como su obra Cavar, son trabajos que a simple vista no reflejan la cantidad de gente que hay involucrada y el número de horas invertidas. Además sus proyectos tienen un compromiso social, en exposiciones como la de la pasada Bienal, Lara buscaba romper con la clásica imagen de la arquitectura, descomponiéndola para que el espectador viera el edificio de otro modo. En la muestra actual toma protagonismo lo que hay por debajo de nosotros, lo subterráneo que a simple vista no se ve. Utiliza dos casos diferentes de algo que está por debajo, y ella tiene claro su mensaje. Lo que no está tan claro es que el espectador entienda la obra como una reflexión o una crítica. Seguramente vea un estudio geológico expuesto en una galería y el enterramiento de una casa en su propio solar, sin saber muy bien el fin de semejante trabajo.