jueves, 20 de febrero de 2014

La realidad invisible

LA REALIDAD INVISIBLE

Begoña Illescas Díaz

   Mientras las instituciones corruptas de nuestros días, en su afán de búsqueda de beneficios, se dedican a especular y a destruir lo que ya existía para construir y urbanizar nuevos terrenos, hay artistas capaces de encontrar la belleza en lo que un solar muestra, en lo que esconde y en su historia. No les interesan los objetos, sino los espacios que ocupan o que pueden llegar a ocupar. Tal es el caso de Lara Almarcegui, que en su exposición “Por debajo/Undernath” reflexiona sobre la realidad que se esconde en el subsuelo de un espacio vacío, para intentar transmitirnos su esencia, su pasado, su trascendencia en la vida social del lugar y las perspectivas que ofrece. Son espacios para meditar sobre su vida anterior, su momento actual y su futuro.
   Dos son las obras que constituyen la muestra: Las Rocas de la Isla de Spitsbergen. Svalbard, 2014 y La Casa Enterrada. Dallas, 2013. La primera es una relación, con su expresión volumétrica, de las rocas que actualmente componen la isla, que no son las de su origen geológico sino las que quedan tras haber sido explotada mineralógicamente, después de haberse destruido el territorio originario, a fin de recapacitar sobre las repercusiones que traería consigo el reinicio de la actividad minera. La constatación de la existencia de “rocas desconocidas” nos indican los límites de la ciencia, dejando una impresión de desasosiego. En La Casa Enterrada dos grandes máquinas actúan como agentes destructores, procediendo a la demolición de una casa cuyos restos se entierran en el mismo suelo en que se construyó, bajo la mirada atenta de desocupados espectadores. Con la casa hacen desaparecer, en pocos minutos, los objetos y los recuerdos de sus antiguos moradores. El resultado es una loma, que queda como mausoleo permanente de la anterior existencia de la edificación. La calidad de la tierra con que se cubren los escombros tiene el aspecto de ser muy fértil y podemos pensar que, al integrarse con ella los restos de la casa, enriquecerán el incierto futuro de ese lugar, transformándolo en un jardín.

   Los detalles de la evolución de los solares son recogidos por Lara Almarcegui en su obra titulada Guía de descampados, en la que hace un estudio detallado de una serie de solares de diversas ciudades, como Sao Paulo y Londres, catalogándolos, describiéndolos e investigando sus orígenes. Algunos son terrenos con pasado agrícola, urbano o industrial, mientras que otros, completamente nuevos, como los ganados al mar, son, según sus propias palabras, “como páginas en blanco”. La ciudad contemporánea es un organismo vivo, en donde el hombre construye, destruye y reconstruye. Es una actividad constante que no acaba nunca y que va transformando permanentemente el paisaje. La autora afirma que su trabajo es más una crítica a la arquitectura que una defensa de la naturaleza, pero cuando en el entorno urbano se quita espacio a lo construido, se está dando lugar a la naturaleza. De esta forma, su discurso enlaza con el Land Art y la Ecología, uniendo el arte con el desarrollo sostenible. Cuando se habla de arte en el espacio público nos estamos refiriendo a proyectos que mejoran las condiciones del lugar, sin embargo esto no suele ocurrir, ya que la especulación y el consumo son los motores que con mayor frecuencia contribuyen a modelar la noción contemporánea del espacio. Como reacción frente a estos excesos, la fotografía, la documentación y la imaginación, son las herramientas que han permitido descubrir, bajo la realidad visible de un solar vacío, la otra realidad invisible que yace oculta en sus entrañas, su historia pasada y su potencialidad futura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario