jueves, 20 de febrero de 2014

El arte de criticarlo todo



Dolores Cairoli
 
En un ambiente de crisis política y económica casi mundial, donde las noticias diarias aparecen con encabezados donde nos muestran el número de muertos en Ucrania o en Siria, lo normal es que el pueblo tome parte mediante acciones como el arte o la literatura para aportar su grano de arena y manifestarse en contra de tantas injusticias (como hemos visto con Avelino Sala y su exposición con su crítica político). El pueblo realiza manifestaciones en las grandes calles de las ciudades, frente al congreso y otros sitios de especial afluencia para mostrar su descontento, pero también se desarrolla sobre el papel: La crítica aparece ligada a la política desde su creación, por lo tanto, también nacerán artistas que se especialicen en este tema de crisis política.

Pero en este ambiente de desastre mundial no sólo hay crisis económica y política, sino que también llega a tocar otros aspectos más alejados pero no por ello menos importantes.
Lara Almarcegui (Zaragoza, 1972) nos muestra la otra cara de la crisis: Una crisis que nos afecta a todos pero de diferente manera, y que es la crisis del medioambiente.
En la galería Parra & Romero nos encontramos con su exposición, formada por dos obras:
La primera obra que encontramos al entrar se titula Rocas de la Isla de Spitsbergen. A simple vista no queda muy clara ni la crítica ni la obra, ya que sólo vemos nombres en una letra negra sobre un fondo blanco, pero tras una investigación se demuestra que lo que critica Lara Almarcegui son los proyectos de minería que se están pensando para la isla, los que incluyen la creación de nuevas minas donde habrá extracciones de minerales. Esto no sólo pone en peligro al medioambiente sino también a la población, que se vería perjudicada por dichos cambios.

La segunda obra se titula Casa Enterrada, y también tiene que ver con una crítica pero a la construcción masiva, que no respeta el espacio natural. Como no se respeta el espacio de la Isla de Spitsbergen, Almarcegui lo que hace en esta obra es enterrar una casa por debajo de la tierra (guiño al nombre de la exposición) para dejar un solar vacío, descampado y desolado, que son los grandes placeres de su obra.
La construcción masiva lo que ha hecho es que ha ido destruyendo poco a poco la naturaleza para crear un espacio totalmente urbano donde no hay lugar para la vegetación.

Esto se critica mediante estas obras pero ya había sido criticado anteriormente, comenzando a finales de 1960 con el arte povera y seguido del Land Art de artistas como Robert Smithson, muy presente para la artista y para su obra.
En la obra de Lara además de estar presente Smithson también tiene en cuenta los materiales con los que realiza sus obras, y aquí cabría a destacar la influencia que tuvo el arte povera en sus instalaciones debido a la pobreza de los materiales, que son sobre todo reciclados de demoliciones de otros edificios.

Y en este ambiente de crisis general la artista no espera una respuesta  económica por su obra, ya que de hecho afirma que es muy difícil venderlas y lo que espera es transmitir el mensaje naturalista que se envía: Contra el urbanismo y la construcción masivas aboga por descampados acordes con la naturaleza sin ser intervenida por el hombre.

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