jueves, 13 de febrero de 2014

Arte, economía y mierda
Por Ana Lilia Marín López

 Txomin Badiola presenta: Capitalismo Anal Capitalism, primera escena, un telón teatral que parece tener la función de resguardar la obra mientras esta espera para ser develada por los asistentes curiosos, atraídos por lo grotesco del título de la exposición, el cual aparece en los carteles que fueron pegados en el muro/telón en plena calle Doctor Fourquet número 20 en Madrid capital. Todavía no cruzamos el umbral y ya podemos leer, cual programa de mano de la puesta en escena, el discurso sobre religión, lo anal y el capitalismo excremental, una excelente selección de textos que lo mismo van de Lutero a Weber hasta llegar a la desoladora y contundente declaración de Simón Pérez Golarons “Yo soy neoliberal-capitalista no tengo ideología me vendo al mejor postor, mi ideología es el dinero, punto. Soy el máximo exponente de esta sociedad, la del siglo XXI, un broker […]”lo que nos remite directamente la alienación del sujeto por el dinero, el capital.
Acto seguido el artista tira del telón y nos presenta un conjunto de cuadros metálicos de-construidos, impresos, intervenidos por pequeñas esculturas metálicas, oraciones o textos, fotografías, plástico, madera, y otros materiales. Hay una pieza central denominada Entelequia, palabra tomada de los Ensayos de Montaigne y que a grandes rasgos significa lo que es en sí mismo por su potencialidad y que también significa  lo que no puede ser por irreal, conceptos que se pueden aplicar también al sistema capitalista, pues por un lado es el modelo político y económico predominante en el mundo, deseable en sí mismo por los “beneficios” económicos y “sociales” como el progreso y el estado de bienestar, tanto como por el otro lado es una simple utopía, un sueño o mejor dicho una pesadilla. Dentro de la simbología de la obra aparecen escenas del cine de Pasolini y la admiración por el trabajo y  la figura de Jorge Oteiza que tanto ha trabajado Badiola, el primero se observa claramente en las imágenes perturbadoras de los hombres en bata de la película Saló o los 120 días de Sodoma y el segundo asimilado en las formas y la estética de la obra. En general la exposición es una conjunción entre arte esculto-pictórico y una instalación en cuadro, lo evidente es que la obra que tiene mucho de diseño y un título espectacular,  lo que resulta impresionante y perturbador en sí mismo. Es en el título donde Badiola ha realizado el mayor acierto de su exposición y claro en el argumento para usar la frase capitalismo anal, que es frecuentemente utilizada por el artista y que ahora forma parte importante de su producción artística.
Txomin Badiola al igual que sus colegas contemporáneos pone el dedo en la yaga al situarse y situarnos en la decadencia del sistema de producción, en el fin y agotamiento de los recursos (naturales) y los discursos (políticos), en lo escatológico del mercado y de lo humano. Vivimos pervertidos por el consumo irracional de mercancías que no necesitamos, y que en sí mismas están caducas de valor, rodeados de toneladas de basura y eso en el mejor de los casos, en el peor rodeados de deshechos, podredumbre, hambre, desempleo y caducidad de las habilidades del sujeto para ser útil a su sociedad (ninis), estamos presenciando indiferentes la migración y la muerte de la población de los países tercermundistas como los africanos y latinoamericanos, perversión social, nos encontramos ante el tambaleo de países de la Unión Europea como España o Grecia, ante la difícil recuperación del empleo y la calidad de vida en los Estados Unidos, agotamiento del sistema. Nos hallamos ante lo excremental de la mano invisible y La ética protestante, ante Hobbes y  su Leviatán donde sentencia “el hombre es un lobo para el hombre”. El mercado es todo, la rueda donde giramos todos, incluidos la canasta básica y la obra artística, el pobre, el artista, el rico y el poderoso cada uno juega un papel distinto dentro del mismo engranaje: la sobreproducción, el consumo acelerado y el desecho de lo deseado y disfrutado vanamente por moda o inercia.

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