Lucía Weinrichter Roncero.
En el frenesí de nuestro día a
día, pocas veces nos paramos a pensar y a reflexionar sobre aquello que nos
rodea, ese entorno con el que convivimos a diario y nos pasa desapercibido.
Reflexionar conlleva profundizar y a veces profundizar no significa mirar hacia
dentro, sino mirar hacia abajo. ¿Alguna vez te has preguntado que hay debajo
del suelo que diariamente pisas? Existe la posibilidad de que debajo
encontremos la isla mítica hundida que describe Platón en sus diálogos, que
conocemos como la Atlántida. O que debajo
de la ciudad encontremos otra ciudad, como en la serie de sci-fi Futurama (ambientada
en el año 3000) que a través de una alcantarilla acceden a lo que hay debajo de
la ciudad de Nueva York y encuentran la Vieja
Nueva York, una denominación un tanto irónica.
Partiendo de esta incógnita la
artista española Lara Almarcegui (Zaragoza, 1972), como un Julio Verne
posmoderno, se sumerge en este mundo bajo tierra en exhibiciones como “Madrid
Subterraneo” (2012) o “Por debajo (Underneath)” que inaugura el 5 de febrero en
la Galería Parra & Romero. Desgraciadamente, bajo el suelo, Almarcegui solo
ha encontrado rocas, más rocas y algún bunker perdido de la guerra civil. “Por
debajo” es la primera exposición individual de la artista y el primer proyecto
que presenta después de su célebre participación en el Pabellón de España en la
Bienal de Venecia de 2013.
“Por debajo” se compone de dos
obras; Casa Enterrada y Rocas de la Isla
de Spistbergen. Casa Enterrada
es una obra producida para el Nasher Sculpture Center, de Dallas (2013). Se
trata de una videoinstalación que documenta el proceso de demolición de una casa
y su posterior enterramiento. El antecedente directo de esta obra es Leñera Parcialmente Enterrada de Robert
Smithson realizada en 1970. Es una obra de carácter procesual, ya que el
interés reside en el proceso, como pasamos de tener una casa donde hay
humanidad a la nada, el vacio o la muerte. En ese sentido Almarcegui entiende
el urbanismo como el relato de la historia de una ciudad “Me gusta la narración que genera la obra: un vecino le cuenta a otro
que ahí hay una casa enterrada, muchos no se lo creerán y acabará siendo casi
un mito”. Almarcegui hace hincapié en el estado actual y el estado
posterior de los elementos que conforman la ciudad. Le interesa el espacio que va
a sufrir una modificación radical por mano del hombre.
Si la obra anterior trabajaba con
escombros en Rocas de la Isla de
Spitsbergen, trabaja con la idea de los materiales. Es una obra que sigue
las premisas del Land Art ya que recoge la idea de trabajar con los materiales
de la naturaleza como materia prima para la creación artística y dota a sus
obras de un mensaje de denuncia ecologista. En Rocas de la Isla de Spitsbergen reúne todas las rocas que forman
una pequeña Isla de Oslo que se encuentra en peligro ante los planes existentes
de iniciar una explotación minera. La mejor manera de proteger algo es primero conocerlo
y estudiarlo. De esta manera Almarcegui hace una lista que muestra la densidad
y la dimensión total de las rocas que conforman la Isla. Se trata de una importante labor para la cual
ha contado con la ayuda de geólogos y otros profesionales del medio, más
cercanos al mundo de la ciencia que al mundo del arte, ya que para Almarcegui
trabajo e investigación están unidos. El resultado final es la lista de rocas y
minerales trasladada en tamaño monumental a la pared de la galería. Muchas de
las rocas que Almarcegui documenta en esta obra todavía no se han estudiado o
se presentan como algo desconocido para los científicos. En ese sentido,
Almarcegui muestra ese territorio
desconocido de nuestra historia y ese pasado por descubrir que permanece a
nuestros pies y ofrece todavía, muchas posibilidades por descubrir.
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