viernes, 14 de febrero de 2014

Quousque Tandem...!

 Lucía Aguirre Vaquero

El capitalismo, -según R. A. Wilson- […] puede ser mejor estudiado como una neurosis pública característica de sociedades en las cuales la energía vital ha sido reconducida de la zona genital a la zona anal.” Esta ‘religión revelada’ Txomin la lleva al lugar expositivo, a la galería, donde la critica, la aplasta, la reprende y hasta la censura. Partiendo de la tradición de la escultura vasca, más concretamente de Jorge Oteiza, todo este grupo de artistas crean un grupo nacido en los ochenta, vinculado a las vanguardias, tratando de recuperar ese arte internacional amputado por la Guerra Civil. Como grito de guerra surgen estos artistas contra los discursos autoritarios.

Las obras de Badiola en Capitalismo Anal son en su mayoría de metal representativo de la industria presente en el País Vasco, con instalaciones entre la forma geométrica y el mueble con un metalenguaje que habla de sus anteriores proyectos. Hace constantes referencias a su trabajo anterior volviéndose un protagonista del Capitalismo Anal que reitera en sus propios deseos en forma de artefactos ‘bastardos’ que le replantean su discurso creando una multiplicidad de lecturas. Esta revisión de su obra se centra en las conclusiones obtenidas a raíz de ‘Performa’, que parte del lenguaje y del origen estercolar de evacuación de las necesidades y la mierda como una dimensión excremental del capital en forma de obra madura de un artista.

El guiño que Badiola hace a Oteiza en su trayectoria es casi una oda al alma y a su indagación en las raíces del arte. Revela el proceso de la cultura y de la obra hecho con pulcritud, como algo frío –como es el metal- y sombrío. Su obra es tan impasible como el absorbente capital y las monedas que enloquecen a cualquier cuerdo. Ahí radica el capitalismo del artista y cómo este se desentiende de su obra creando una nueva lectura de la misma en una etapa de conciencia total de su creación. El artista conoce con creces su obra y sabe que es moneda –muy alta- de cambio. Juega con ella o mejor dicho, vive de ella. Capitalismo Anal no es más que otra muestra en la que sólo el buen conocedor de su obra puede salir de ahí sacando algo nuevo de su visita; aminora al visitante curioso, le reduce hasta el desconcierto. La crítica ya no es tan importante aquí porque el arte es tan crítico que tan sólo el artista puede ponerle palabras a las miradas que hacen los demás y nuestras aproximaciones siempre serán desde la lontananza. Esta muestra habla por sí sola, ya sea a través de letras mecanizadas en cada una de sus obras o de altavoces cuidadosamente instalados.


A Badiola  no le interesa un mensaje lineal en su creación aunque sí haya siempre reminiscencias a las enseñanzas de su maestro. Parte de su identidad, concepto que le es preocupante a este grupo de escultores en general, pero que en ocasiones desplazan para trazar un argumento mas centrado en temas político-sociales. Al fin y al cabo el capitalismo afecta en cualquier campo, incluso en el discurso de una identidad que considera que tiene una dualidad de alma, una tardía que les une al país y otra primigenia que les caracteriza como vascos. “No hay identidad, tan solo alzas y bajas de intensidad.”

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