lunes, 10 de febrero de 2014

La eterna pregunta del arte contemporáneo

Lucía Aguirre Vaquero

Tanto los espectadores en una galería como en un museo de arte contemporáneo se preguntan qué es el arte ahora. Bien sabemos que esa pregunta no es de fácil respuesta y menos en una sociedad exprés que lo quiere todo aquí y ahora, por lo que la incógnita que pasa a un primer plano es la de saber si el artista cuenta con el factor de la casualidad y entorno a él crea un discurso, o si el  discurso creado conlleva una obra plástica.

A día de hoy está más que claro que todo se define por modas, y la creación artística no iba a ser menos. Locked-in Syndrome muestra ejemplares que podemos encontrar en cualquier otra galería de arte contemporáneo, en las que veremos cómo esas reivindicaciones de lo social no son más que un prototipo para desarrollar un discurso muy similar en esta sociedad que se mueve por el cambio, el cambio que supone la protesta. El artista asturiano muestra preocupación por los acontecimientos sociopolíticos del presente a través del arte como una nueva perspectiva libre de la verdad, como único medio de enfrentamiento ante las autoridades establecidas.

Esta muestra es, a primera vista, una continuación del discurso de su anterior intervención en Matadero, en la que creó una barricada de libros negros a los que les prendió fuego. Acto que él mismo juzga en la actual exposición considerándolo algo banal y sustituible.  Este artista contemporáneo tiene la característica de emplear las técnicas académicas que vinculan el pasado con el presente, pero con un discurso encontrado de casualidad entre las obras de la muestra.

Vemos en él la unión con el trapero que describe Cristina Garrido y que más claro se une visualmente con Joaquín Segura, pues los tres ensalzan el valor de lo cotidiano, descartándolo de ready-made, dotándolos de carácter de piezas parlantes. Suponiendo que el conjunto de piedras de las barricadas debiera comunicar por sí solo, encontramos que Avelino las coloca como lo haría la institución museística: clasificándolas. Perdiendo por completo su finalidad. Juega con esta la doble interpretación de la pieza arqueológica mientras que él mismo es un coleccionista que expone su adquisición a la manera decimonónica. Es decir, critica el enaltecimiento que supone la vitrina, pero a su vez está divinizándolas.

Asegura que la pieza central que dirige la muestra es la capa española cuyo bordado ‘Larvatus Prodeo’ alude a una carta que Descartes escribió en la que no quería expresar su forma de pensar para no ser condenado por la Iglesia debido a su filosofía de la razón. Puede parecer que Descartes llevaba chuletas clandestinas en sus bolsillos para sobrevivir en esa sociedad, lo que nos lleva a otra de sus instalaciones con un ruido penetrante que se nos graba en la memoria del mismo modo que el punzón cincela el plástico y que nos anula automáticamente los demás sentidos torturándonos.


La duda que asalta constantemente a Avelino y a los artistas contemporáneos implicados políticamente es, si los mecanismos de poder han residido siempre en la clase autoritaria, configurando nuestra memoria colectiva. Lo que produce el síndrome del Locked-in, del cual Cui Prodest? A lo que Avelino respondió en Matadero citando a Kant: “Dimidium facti, qui coepit, habet: sapere aude, incipe.”(Quien ha comenzado, ya ha hecho la mitad: atrévete a saber, empieza.")

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