jueves, 20 de febrero de 2014

Lo efímero y transitorio de la materia


Yolanda González Núñez

La sociedad actual es puramente consumista. Consideramos hoy la necesidad de adquirir un determinado producto, pero en cuanto nos hacemos con él, ya tenemos otro en mente, y por lo tanto todo se vuelve efímero y sin valor. Sin embargo todo esto crea un impacto no sólo económico basado en el derroche, sino en el medio ambiente, porque a fin de cuentas, todo se convierte en un auténtico vertedero de cacharros inútiles. Hay que ser conscientes de que esos artefactos son transformaciones de una materia prima a la que escasa atención le prestamos.

Si existe un rasgo característico de los seres humanos en todas las sociedades del mundo, esa es la capacidad de captar la materia pura de la naturaleza y transformarla con el fin de satisfacer necesidades propias. Esta sustracción de materias primas inocente a pequeña escala, se podría decir que tiene unas consecuencias mínimas, puesto que la naturaleza tiende a reponerse. Pero las secuelas son perceptibles en el momento que el hombre interviene masivamente en el territorio. Este es el momento en el que la sostenibilidad es sobrepasada y comienza lo abusivo. Realmente, ¿cuántas veces nos paramos a reflexionar en el impacto que causa esta modificación del entorno?

Quizá con la intención de crear una conciencia social, muchos investigadores dedican su tiempo a estudiar la transformación que estamos causando al ritmo de la sociedad consumista. La artista Lara Almarcegui centra sus trabajos en una reflexión sobre los descampados como lugares de meditación que huyen del caos, y la idea de lo perecedero. ¿Y qué mejor concepto para definir esta idea que las ruinas? Los lugares abandonados y los desechos son una clara representación de lo que fue una idea del hombre materializada, que pone fin a su vida útil, convirtiéndose en un artefacto sin funcionalidad, un no-lugar en el caso de las edificaciones, algo destruido, decadente y hasta incómodo.

Fundamentándose en estas ideas Lara Almarcegui presenta su trabajo “Por debajo” en la galería Parra & Romero. Título sugerente que trasciende lo puramente superficial combinando dos proyectos, que descontextualizados por completo y trasladados al espacio sobrio y minimalista de la galería llaman inevitablemente a la reflexión. En primer lugar, a través del estudio de la diversidad de rocas de una isla del archipiélago de Svalbard en Noruega, deja constancia del cambio y transformación que está a punto de ocurrir por una explotación minera. Por tanto, obtención de materias primas que serán transformadas en artefactos en las industrias, destinados a una utilidad finita para el hombre. En definitiva la idea de acumulación de restos y materiales, que se mantiene con el segundo y último proyecto aquí expuesto. Un relato visual muestra la breve destrucción de una casa hasta que el emplazamiento queda completamente asolado y los restos enterrados, sin rastro aparente de lo sucedido.

Otro trabajo interesante fue el expuesto en el MUSAC, titulado  “Parque fluvial abandonado”, donde mediante la acumulación de  materiales de construcción buscó reflexionar sobre la construcción masiva. Siguiendo esta línea, sus obras se ponen en paralelo con la producción de Matta-Clark, quien conocida por sus “cortes de edificios”, interviene y juega con materiales para crear sus llamativas composiciones. Se pueden ver también en Almarcegui la influencia de la corriente artística del Land Art, con Robert Smithson a la cabeza. Este propone una mirada novedosa sobre la burbuja inmobiliaria y su concepto de “ruina al revés”, en el que considera los edificios en estado de ruina antes incluso de concluirse. La justificación de todo ello no es más que “el testimonio de una época de abundancia y crecimiento, pero también de egoísmo, avaricia y falta de control”.

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