Yolanda González Núñez
La sociedad
actual es puramente consumista. Consideramos hoy la necesidad de adquirir un
determinado producto, pero en cuanto nos hacemos con él, ya tenemos otro en
mente, y por lo tanto todo se vuelve efímero y sin valor. Sin embargo todo esto
crea un impacto no sólo económico basado en el derroche, sino en el medio
ambiente, porque a fin de cuentas, todo se convierte en un auténtico vertedero
de cacharros inútiles. Hay que ser conscientes de que esos artefactos son
transformaciones de una materia prima a la que escasa atención le prestamos.
Si existe
un rasgo característico de los seres humanos en todas las sociedades del mundo,
esa es la capacidad de captar la materia pura de la naturaleza y transformarla
con el fin de satisfacer necesidades propias. Esta sustracción de materias
primas inocente a pequeña escala, se podría decir que tiene unas consecuencias mínimas,
puesto que la naturaleza tiende a reponerse. Pero las secuelas son perceptibles
en el momento que el hombre interviene masivamente en el territorio. Este es el
momento en el que la sostenibilidad es sobrepasada y comienza lo abusivo. Realmente,
¿cuántas veces nos paramos a reflexionar en el impacto que causa esta
modificación del entorno?
Quizá con
la intención de crear una conciencia social, muchos investigadores dedican su tiempo
a estudiar la transformación que estamos causando al ritmo de la
sociedad consumista. La artista Lara Almarcegui centra sus trabajos en una
reflexión sobre los descampados como lugares de meditación que huyen del caos,
y la idea de lo perecedero. ¿Y qué mejor concepto para definir esta idea que
las ruinas? Los lugares abandonados y los desechos son una clara representación
de lo que fue una idea del hombre materializada, que pone fin a su vida útil,
convirtiéndose en un artefacto sin funcionalidad, un no-lugar en el caso de las
edificaciones, algo destruido, decadente y hasta incómodo.
Fundamentándose
en estas ideas Lara Almarcegui presenta su trabajo “Por debajo” en la galería
Parra & Romero. Título sugerente que trasciende lo puramente superficial combinando dos proyectos, que descontextualizados
por completo y trasladados al espacio sobrio y minimalista de la galería llaman
inevitablemente a la reflexión. En primer lugar, a través del estudio de la diversidad
de rocas de una isla del archipiélago de Svalbard en Noruega, deja constancia del cambio y
transformación que está a punto de ocurrir por una explotación minera. Por
tanto, obtención de materias primas que serán transformadas en artefactos en las
industrias, destinados a una utilidad finita para el hombre. En definitiva la
idea de acumulación de restos y materiales, que se mantiene con el segundo y
último proyecto aquí expuesto. Un relato visual muestra la breve destrucción de
una casa hasta que el emplazamiento queda completamente asolado y los restos
enterrados, sin rastro aparente de lo sucedido.
Otro trabajo interesante fue el expuesto en el MUSAC,
titulado “Parque fluvial abandonado”,
donde mediante la acumulación de materiales
de construcción buscó reflexionar sobre la construcción masiva. Siguiendo esta
línea, sus obras se ponen en paralelo con la producción de Matta-Clark, quien
conocida por sus “cortes de edificios”, interviene y juega con materiales para
crear sus llamativas composiciones. Se pueden ver también en Almarcegui la
influencia de la corriente artística del Land Art, con Robert Smithson a la
cabeza. Este propone una mirada novedosa sobre la burbuja inmobiliaria y su
concepto de “ruina al revés”, en el que considera los edificios en estado de ruina
antes incluso de concluirse. La justificación de todo ello no es más que “el
testimonio de una época de abundancia y crecimiento, pero también de egoísmo,
avaricia y falta de control”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario