miércoles, 19 de febrero de 2014

El descampado del barrio Salamanca

Mario García Pérez

El antiguo show room que la firma de moda Valentino tenía en Madrid, en el barrio más pijo, más “chic” de la capital, y que ahora se convierte en un espacio expositivo, la Galería Parra & Romero en la calle Claudio Coello. Llamar la atención sobre el hecho de que la galería apenas se distingue al exterior con un cartel minúsculo. En esta ocasión y por enésima vez, el Land Art, la naturaleza y los nuevos espacios se convierten en el referente creativo para los artistas de la actualidad como es el caso de Lara Almarcegui. Las inquietudes de esta artista son “extrañas”, particulares, diferentes si se compara con las inquietudes de los artistas más “tradicionales” (difícil intentar definir o concretar términos como “artista” o “inquietudes artísticas”). Es el interés por la naturaleza y el proceso de corrosión de determinados espacios, ajenos a la intervención de la mano del hombre, como pueden ser los descampados. Sí, los descampados, esos espacios horrendos que se convierten en vertederos improvisados de basura, como escombros, especialmente si se encuentra al lado de un edificio en construcción. Es difícil hablar de las “obras” que Lara ha realizado en una ciudad o en otra, no es hablar de una escultura o una pintura, es hablar de los “descampados” que ella “posee” en diversos lugares del mundo.

Lara Almarcegui es una artista nacida en Zaragoza pero que en la actualidad vive y crea en Rotterdam, ese país en el que la jardinería, las casas prefabricadas o el bricolaje están muy presentes, es el lugar idóneo para una artista con inquietudes tan particulares. La idea del espacio y la evolución del mismo se convierte en una de las obsesiones del Almarcegui desde sus inicios, como en la obra en dónde la artista cava, poco a poco, un agujero enorme donde la artista se coloca en el centro del mismo, con esa idea de mostrar la grandiosidad y el contraste del espacio entre su figura y el espacio. Debido a la dificultad conceptual de sus obras, es quizás el motivo por el que toda la atención del público se haya concretado en tan sólo dos obras para transmitir la idea del paso del tiempo y su reflejo en el territorio. Rocas de la isla de Spitsbergen, Svalbard 2014, se trata un panel que incluye un listado actualizado de las rocas existentes en la isla y, de este modo, se pueda apreciar los cambios que se han experimentado desde el punto de vista geológico, hablar del pasado para entender el presente.

La segunda obra, Casa Enterrada, Dallas 2013, consiste en la grabación de cómo una excavadora está destruyendo una casa y cómo se enterraban los escombros, los restos materiales que han quedado de la casa en un enorme montículo. El objetivo es crear un gran monumento del pasado, de la actividad reciente y las grandes transformaciones urbanas que están por llegar a la zona, como una transformación radical con el entorno es este montículo de mierda, de escombros. Un espacio reducido, tan sólo dos obras y dadas las características de las mismas, un panel y un vídeo, el resultado puede ser y es catastrófico y casi indescifrable para el público. De nuevo, los Earth Works como punto de partida, demostrando carecer de una mínima originalidad. Una muestra inhóspita y desértica, como los descampados de Almarcegui, a la par que fría, como frío es el lugar remoto de Svalbard y las ideas “creativas” que sirven a la artista para inspirarse. El espectador que decida visitar “Por debajo” quedará absorto porque no dejan de ser los “hobbies” o inquietudes de esta “artista”, inquietudes que todos tenemos y que por eso no nos dedican una exposición al respecto.


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