jueves, 13 de febrero de 2014

Nada que perder salvo sus cadenas.


Nada que perder salvo sus cadenas.

Irene Salamanca Vaquero


El capitalismo mueve el mundo, aunque cuenta con la ventaja de estimular la productividad económica, también es cierto que aquel que produce más y a menor coste obtiene mayor beneficio, de modo que su ley básica es tú o yo, no tú y yo, bajo él el hombre explota al hombre, a un individuo que es el motor de todo el engranaje, más poderoso que cualquier colectivo. El hombre es un simple recurso de producción más, explotados por los grandes grupos económicos que en muchas ocasiones se encuentran en condiciones injustas, mientras otros se alzan con grandes fortunas como Bill Gates, creador de Microsoft o Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook, esa frase de “el rico se hace más rico y el pobre se hace más pobre”, como bien dijo Winston Churchill, "El capitalismo es la distribución desigual de las riquezas”.
El capitalismo siempre ha sido una fuerza muy dinámica, pero detrás del progreso técnico, la innovación, las nuevas ideas, los nuevos productos y las nuevas tecnologías, se encuentra una humanidad oprimida.
A su vez, estos individuos son consumidores, están dentro de la cadena de consumo, muchas de ellas mercancías manipuladas por los mercados, que son controladas, y que suelen estar dispuestas de forma estratégica en cualquier supermercado. Somos consumidores de objetos banales, que nacen con una función programada y que cada vez más van recudiendo su uso, acabando por convertirse en simples desechos. Es evidente que el consumo en la sociedad de hoy es inevitable ya que tenemos unas necesidades que cubrir. Somos una sociedad de consumo, pero también estamos en la era de la tecnología, una tecnología que también nos manipula para que seamos consumidores de esas mercancías que en innumerables ocasiones no necesitamos, pero que son mostrados una y otra vez en la publicidad.
Txomin Badiola considera que el mundo se mueve entre el capitalismo, la religión y lo excremental, una idea que se muestra en su exposición en la Galería Moisés Pérez de Albéniz. Dividiéndola en dos partes, por un lado encontramos Anal Capitalism, y, por otro, Entelequia.
Influenciado claramente por sus introducción en el grupo conocido como los Nuevos escultores vascos, sus obras tiene una clara corriente reflejo de las estructuras en hierro de Jorge Oteiza, siendo un artista con el tuvo mucho contacto. Estas piezas son puro manifiesto del espacio existencial, planteando una estructuración de la propia obra y que se termina en una morfología. Son formas geométricas simplificadas que provocan un efecto visual en el publico. Para este artista existían dos fases de expresión artística: de acumulación y materialización técnica y una de desmaterialización e interiorización. Se vieron seducidos por la idea de caja y sus variedades, por sus volúmenes y la idea constructiva, por los recortes y desplazamientos.
La comunicación entre el artista y la sociedad se lleva a cabo mediante el lenguaje artístico, el fomentaba el uso de otras disciplinas como ocurre con la obra Entelequia, en la que  hace uso de dos grabaciones partiendo de un texto de Freud y otro de Montaigne.
Se consideran las obras “ejercicios espirituales”, que no tiene un discurso común, sino que espera ser observada y deja el significado al criterio del propio espectador, creando su propio pensamiento de la idea de capitalismo. También esta palabra “anal” que acompaña a capitalismo en esta exposición, un termino vulgar que logra escandalizar al espectador pero que en una de sus derivaciones como es “ano”, sabemos que es algo innato en el propio ser humano y que aun así no deja de llamarnos la atención.
Cabe mencionar que esta galería siempre pretende una intervención en su fachada por parte del artista y en esta caso Badiola ha situado un telón de fondo y varios carteles con el título de la exposición Capitalismo Anal Capitalism, una forma muy clara de sobresaltar a los viandantes , de llamar su atención y,  en su interior, de hacerles reflexionar sobre las verdaderas consecuencias del capitalismo a través de la lingüística.

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