jueves, 15 de mayo de 2014

Confuso cripticismo, curiosa observación

Por Carlota Ayala Berlínchez

La exposición de Txomin Badiola empieza en la propia fachada de la galería Ponce y Robles, plagada de llamativos carteles con el nombre de la muestra, a diferencia de la mayoría de exposiciones de las galerías de la zona. Dichos carteles no sólo abrirán la exposición, sino que también la cerrarán; pero no adelantemos acontecimientos. Una vez dentro, Capitalismo anal se divide en dos partes: la primera, que da nombre a la exposición, formada por varias obras que se disponen principalmente en la primera sala; la segunda, cruzando el pasillo, en otra sala dominada por la que seguramente es la obra estrella de la exposición, Entelequia, cuyo origen lo hallamos en el Primer Proforma 2010.

Las obras, principalmente placas de metal cromado, a menudo superpuestas y taladradas, evocan lo mecánico, lo industrial; la mayoría se caracterizan por poseer extrañas frases perforadas, de distintos tamaños, dispuestas de singular manera sobre fondos neutros con lo que parecen manchas de imprenta. Una de ellas difiere especialmente del resto por ser más pictórica y tener escrita una frase parcialmente tachada, “les limites” permitiendo al espectador ver, sin mucho esfuerzo, el suprimido “de l´art”. Así, el artista alude, de manera más directa, a la cuestión del arte, tal vez queriendo transmitir la idea de que cuando el arte se encorseta, mengua o se ensombrece. En cualquier caso, lo cierto y fijo, es que el desconcertado espectador no podrá entender apenas nada sin acompañar la visita con algo de documentación.

De la manera más críptica posible, Badiola realiza, en Capitalismo anal, un análisis del sistema capitalista, planteando una perspectiva escatológica intrínsicamente ligada a la religión, tal como manifiesta la compilación de textos expuesta en el reverso del cartel promocional, con el que obsequian al público al final de la visita. El artista señala la íntima relación existente entre el protestantismo y nuestro sistema económico, centrándose especialmente en la cuestión del consumismo frenético por parte de nuestra sociedad que, junto a la obsolescencia programada, da lugar a una producción masiva e incesante de basura, es decir, de mierda. Con el arte ocurre exactamente lo mismo, tal y como apuntó Adorno, al ser tomado como producto de ocio rentable. Claro que la relación que Badiola establece entre nuestro sistema económico y lo excremental, va aún más allá, remontándose a las cloaca donde, bajo su visión, todo comienza. Así, el artista vasco aporta un toque de ácido humor (intencionado o no) que culmina, como de otro modo no podía ser, con el psicoanálisis freudiano. Sin duda, la muestra de ingenio que hace Badiola en la selección de los textos que conforman su discurso merece el desconcierto inicial, claro que, todo hay que decirlo, sería de agradecer una explicación más detallada y personal.

En la misma línea de sus bastardos, como si de su evolución o de sus “hermanas” se trataran, las obras del artista vasco se caracterizan por ser predominantemente híbridas. Capitalismo anal es, sin duda, una exposición profundamente hermética, difícil (si no imposible) de digerir sin el apoyo textual e, incluso, con él. En la sincrética muestra las referencias culturales son constantes. Vemos, así, como el artista se apropia de todo cuanto se halla a su alcance, generando un discurso tan extravagante como acertado, no apto para simplistas. Cabe a este respecto, una pregunta: ¿tiene la exposición verdadero valor de denuncia? Imagino que, en este caso, ocurre como en tantos otros: sus “hijas díscolas”, quizá, no los son tanto; de nuevo, la “institucionalización de la subversión”, de la que Castro habla en Mierda y Catástrofe,  la hace perder fuerza y gracia, si bien, no toda. El poso queda, y será difícil de olvidar, y quién sabe si no es precisamente ésa su única intención.


Lo oculto en lo hondo

Por Carlota Ayala Berlínchez

A la Lara Almarcegui le obsesionan los espacios, concretamente los urbanos. Le interesa la acción llevada a cabo sobre el terreno pero, según sus propias declaraciones, lo que más le interesa es el terreno en sí, si bien, asegura que entiende que a menudo se la incluyan en los estudios de Land Art. Así se explica el sentido de Rocas de la Isla de Spitsbergen, el panel que conforma la primera obra de su última exposición, Por debajo. Se trata, tal y como sucede en las exposiciones de otros artistas contemporáneos, como Teresa Margolles o Cristina Lucas, de la materialización de una investigación, en este caso, acerca de la riqueza geológica de un determinado lugar. Destaca, como en los otros casos nombrados, el empeño en aunar arte y documento (tal y como, por otro lado, se ha hecho en el cine, multitud de veces) a fin, creo, de potenciar su capacidad comunicativa. Este interés por lo documental no es, en absoluto, nuevo el Almarcegui; ya lo vimos, anteriormente, entre otras cosas, en sus guías de descampados, en los que el proceso de catalogación jugaba un papel fundamental, del mismo modo que ahora lo hace con respecto a los componentes de la tierra. El interés por los lugares abandonados o a punto de sufrir “transformaciones fulgurantes” no se basa únicamente en su gusto estético, sino que conlleva una incitación a la reflexión concienciada, denotando en la obra de la  artista su carácter más comprometido con el entorno.

Al sobrio listado de minerales le sucede la segunda y última obra, expuesta en otra sala: Casa enterrada. Dallas 2013, una acción llevada a cabo por la artista, y de la cual podemos ser testigos gracias al vídeo que la documenta. Dicha obra consiste en la total destrucción de una casa y posterior enterramiento de sus restos; algo similar veíamos también en El testigo, de Margolles, aunque lo cierto es que no es ni de lejos la primera vez que aparecen los escombros en la carrera de Almarcegui: sonada fue su intervención en la pasada Bienal de Venecia, en la que dicho elemento se alzaba como absoluto protagonista. De nuevo, nos encontramos con espacios olvidados o en plena metamorfosis pero, en este caso, parece alejarse de aquella “poesía” monumental para centrarse más en los datos, sin dejar de lado, lógicamente, el concepto. Así, la artista zaragozana plasma, de algún modo, el paso del tiempo, invitando al espectador a ser consciente del modo en que éste incide en nuestro entorno, muy especialmente, debido a la mano del hombre. Parece denunciar, de ese modo, la necesidad de hacerlo con responsabilidad, ya que los últimos responsables del paisaje urbanístico son (o deberían ser) sus habitantes.

Por debajo continúa en la línea minimalista y conceptual de Almarcegui. Las obras aparecen expuestas, en sendas salas de la galería Parra y Romero, de una manera tan aséptica que impresiona. El nombre alude a una idea constante en el trabajo de la artista: la importancia de aquello que se esconde bajo la superficie y es, por regla general, obviado. Lo subyacente es una cuestión que la apasiona también desde antaño, tal y como pudimos ver en sus paisajes subterráneos o en esa curiosa obsesión por cavar un inmenso agujero. Ya sean denominadas “deconstrucciones urbanas” o “contraurbanismo”, lo cierto y fijo es que la artista apuesta por un replanteamiento social acerca de lo que es o no útil, tomando como principal protagonista a la ciudad.


viernes, 25 de abril de 2014

Arma de doble filo.

Sandra Sainz García

La exposición que nos propone Cristina Lucas en Abierto x obras, Es Capital, nos lleva al sistema actual y la ideología que existe en torno al capitalismo y todo lo que comporta en todo su esplendor y demagogia.

El Matadero de Madrid acoge esta muestra en la antigua cámara frigorífica, buscando así una relación entre lo que el artista nos muestra y el espacio que lo contiene. A través de sus cuatro principales producciones vemos como el capitalismo es algo hoy en día muy demandado como objeto de estudio y de protesta por parte del mundo artístico en general. Quizás cada día más, ya que vivimos en una sociedad que gira en torno a ello y en la que los parámetros establecidos nos los imponen desde fuera.

Con un juego de luces y sombras, Lucas propone así su exhibición para que el público se sumerja de lleno en lo que quiere mostrar con sus proyecciones de vídeo, fotografías u obras en papel.

Una de las obras más características para ilustrar la exposición posiblemente sea Plusvalía, donde la autora a través de los manuscritos de El Capital, uno de los tratados más influyentes de política económica escrito por Karl Marx, nos hace replantearnos el poder del trabajo y los beneficios que obtenemos por este, siendo inevitable así una sociedad consumista y, por lo tanto, capitalista. Con Montaña de Oro, obra basada en dos fotografía de todo el oro que está almacenado actualmente en el Banco de España, nos muestra como este ha ido cambiando su valor a lo largo de los años, siendo uno de los metales más apreciados y que anteriormente servía para fijar el valor de la moneda del país.

Una de las más inquietantes y que hace replantearnos nuestra forma de vida es Capitalismo Filosófico, donde existe un debate entre lo que las empresas nos intentan comercializar y las necesidades que tenemos para consumir sus productos. Es decir, si vas a una clínica estética obviamente siempre te van a sacar algún defecto físico, aunque no lo tengas o no necesites cambiarlo, simplemente por el mero hecho de que ellos obtienen un beneficio si tu lo corriges. Ahí entra a formar parte la ética de lo que necesitamos para vivir, como necesidad de primera mano, o lo que necesitamos para sentirnos mejor, creando así una sociedad consumista imparable que cada vez quiere más.

Por último, El superbién común, analiza desde una perspectiva coherente el hecho de que la mayoría de la población existente aspira a una forma de vida basado en un consumo muy superior al que pueden llevar actualmente, pero con la contrapartida de la explotación de unos recursos inexistentes o por lo menos no parcialmente viables a los que tenemos en la actualidad, siendo su objetivo aumentar estos sin tener en cuenta la capacidad de regeneración de la Tierra.

            Por lo tanto, el capitalismo es bueno para cualquier sociedad en tanto que genere unos beneficios y estos sirvan como recursos, pero vivimos en un ambiente en el que siempre se quiere más, sin tener en cuenta las capacidades económicas o viables de cada uno para conseguirlo. Continuamente estamos recibiendo señales en las que se nos incita a ello, sin valorar apenas o aprender a vivir con lo que tenemos, sin tener en cuenta el “tanto tienes, tanto vales”. La exposición nos muestra el contexto actual de una manera que nos puede hacer abrir los ojos y ser más conscientes, de un mundo del que por desgracia, no nos podemos bajar.








jueves, 24 de abril de 2014

El vehículo vago

Sofía Corrales.

El sistema capitalista es el sujeto de análisis con una asiduidad más que frecuente en el panorama artístico actual.  Cristina Lucas lo hace ahora en la antigua cámara frigorífica del Matadero de Madrid, donde la muestra Es capital no hace más que cuestionar, en clave irónica, el sistema económico en que nos hayamos inmersos.

Su aportación es un conjunto de cuatro proyectos que analiza las contradicciones y paradojas del capitalismo. La primera pieza, Plusvalía, documenta un proyecto de investigación de la artista en el que buscaba conocer el precio que tiene actualmente el Manuscrito de El Capital, de Karl Marx, cuya primera edición vio la luz en 1867. El capitalista obtiene ganancia de la fuerza del trabajo, beneficio sin el que no podría existir la sociedad capitalista. Con Montaña de oro pasa  poner en la mesa, a través de dos fotografías, el oro que almacena el Banco de España.  Oro, que, no debemos olvidar, ha servido de baremo durante siglos para fijar el valor monetario de un país.  Conceptos filosóficos es una serie de entrevistas cuyo objetivo es comprender el uso que hacen las empresas de conceptos como La Muerte, para una empresa funeraria, o la belleza, para una clínica de cirugía estética. Por último, El superbién común habla sobre una de las paradojas más graciosas del sistema capitalista, su pretensión de una vida basada en el consumo pero en un planeta en el que los recursos son inevitablemente insuficientes y materialmente imposibles, en cuanto a la cantidad que de ellos nos brinda el mundo, de modificar.  A pesar de que se atisba un discurso crítico potente, la coherencia formal brilla por su ausencia y esto da lugar a un cierta confusión en la que es difícil hacer el “clik” y conectar con el espíritu crítico que  busca encendernos.

Quizá hablar de “aportación” no es lo correcto y haya utilizado el término por simple costumbre.  La obra que que presenta Cristina Lucas, si bien no se autojustifica en su calidad estética,  tampoco hace la función conectora que debería, de tratarse de lenguaje, de tratarse de idea, de tratarse de concepto.

El arte es siempre hijo de su época y responde por tanto a ella. Pero tiene también, y por esto mismo, una deuda con el público.  Debe legitimarse cada día sino se quiere caer en lo frívolo o lo elitista, en lo banal y suprimible. Cristina lucas dice entender el arte como una forma de reflexionar sobre el mundo, y presenta, sin embargo, una obra que es tan hermética como abierta a interpretaciones, y por tanto, vaga en su dirección. Su meta conceptual de se derrumba porque pocos pueden captarlo ni hacer por tanto uso de ella. 
Estéticamente su discurso aparece caído desde el principio. Su manifestada indiferencia hacia la forma, que se podría sujetar con un buen proyecto conceptual, esto es, coherente,  estructurado, y asequible a un público dispar, tira también por tierra un posible gozo puramente sensorial, que sería la otra posibilidad para su sentido.

No es que defienda una autonomía de la forma. Es que esta sólo tiene sentido, en tanto que supeditada al contenido, si es eficiente en su transmisión.   La incoherencia formal no proporciona sentimiento alguno más que confusión, y de eso ya tenemos bastante en la calle. El arte contemporáneo se ve muchas veces juzgado por la incapacidad de conectar con el público, al menos con aquel que no es previo conocedor.  Si bien esto sucede  con frecuencia, es preciso hacer hincapié en el carácter contingente de que esto suceda y defender un arte eficiente en su aportación al mundo, ya sea de manera estética- física, como sensorial, emocional, o como vehículo de ideas.


De sentido incomún.

Sofía Corrales.

Lara Almarcegui  vuelve a poner en la mesa el abuso de la mano humana sobre la naturaleza dada. Tras representar a España en la bienal de Venecia en 2013, la Galería Parra+Romero acoge dos obras de la artista, que se recogen bajo el título Underneath.  Su mensaje no necesita de mucho para ser potente y muy direccionado. 

La artista nos presenta dos proyectos, ambos iniciados en 2012: Casa Enterrada, Dallas  y Rocas de la Isla de Spitsbergen. El primero de ellos es el enterramiento de una casa tras su demolición, la narración de su desaparición, el enterramiento (y perpetuación) del pasado, y la reflexión sobre el presente y el futuro del barrio, que está pasado por una etapa de cambios y transformaciones urbanas. En el segundo, Almarcegui intentó identificar todas las rocas de una isla del Ártico de más de 39 000 km2. El listado de rocas se refiere al pasado geológico,  pero también se refiere a los cambios debido a la actividad minera, que es parte de la historia del lugar, y a la destrucción que se puede producir por su actividad.  Es una forma de reflexionar sobre el futuro de la isla y plasmar una preocupación al respecto que todos deberíamos compartir.

En los años 70 Smithson ya hablaba de los edificios como ruinas incluso antes de ser construidos. La obsolescencia es tal que está presente desde el mismo proceso de edificación.  El artista y teórico del ya Land Art Tenía una visión catastrofista y teleológica, el presentimiento abrumador de ir caminando hacia la nada. Además, este artista creía en la antropía; la imposibilidad de controlar la energía durante mucho tiempo. Sobre todo en los sistemas complejos, como nuestra civilización, nos enfrentamos a la imposibilidad de controlarlos prolongadamente, y sucede que acaban dispersándose.

La artista intenta hablarnos del ridículo de la construcción por su naturaleza de obsolescencia.  Ya desidealizaba  la arquitectura con su polémica obra en la bienal de Venecia, y en MUSAC  reflexionaba sobre los descampados, presentándolos como  el potencial campo de acción para el desarrollo de nuestra obsesión constructivista, y, a la vez,  de nuestra tendencia al abandono y la fragilidad de nuestro ímpetu.
Con su obra parece querer señalar, a su vez,  de la facilidad que tenemos hoy para  cambiar la mirada en dirección de algo más nuevo o más llamativo en un abrir y cerrar de ojos, como si nuestras acciones fueran insignificantes y el terreno también. ¿Qué le sucede al ser humano para llevarle a alterar el entorno sin descanso y lo peor de todo, sin necesidad?  Los metros de suelo que no han pasado por nuestras manos están contados casi al dedillo. Lo usemos o no, nos sirva o no, manipulamos el terreno a nuestro antojo en la  ilusión de gobernar el mundo.  La arquitectura es la forma más fuerte que tenemos para alargar nuestra presencia en él, y quizá es esta la razón que nos lleva a edificarlo sin respiro.  El paso del tiempo  nos produce tal vértigo que, ante la ineludibilidad de su acción, nos sujetamos al suelo mediante piedra, ladrillo, y cemento.

El uso de estos  materiales requiere que gastemos, muchas veces, cantidades de dinero que ni si quiera tenemos pero buscamos en cualquier parte en la  desesperación. Spiral Jetty, la obra más conocida de Smithson, fue una obra sobre el paisaje que mostró de todo menos respeto  hacia las condiciones naturales, reales, del lugar donde se realizó. Precisamente se dedicó a alterarlo por completo sujetándose al argumento de que aquello duraría poco igualmente.

Lara Almárcegui da un paso más allá y como espectadora de estos sucesos y actitudes reivindica un mayor respeto al terreno que nos viene dado, tirando por tierra la veneración a la arquitectura e intentando desactivar las connotaciones  que la legitiman como arte, como manifestación del espíritu del hombre o como depósito de valores,  factores a los que se agarra el progresivo abuso  que estamos haciendo de ella. El espectáculo es hoy quien da la bienvenida a los museos  descomunales que toda gran ciudad anhela con prisa. Nada de necesidad. De alguna manera lo que busca Almarcegui es hacernos conscientes de la  poca necesidad que hay normalmente detrás de los grandes proyectos de construcción, y sólo eso es ya un movimiento significativo.




miércoles, 23 de abril de 2014

Un Mundo Capitalista

Un Mundo Capitalista 


Rebeca Gonzalo Velasco


Vivimos en una sociedad en la que el capitalismo domina y dirige el mundo, tan solo necesitamos ver cinco minutos de publicidad televisiva para darnos cuenta de ello.  En el siglo XIX Karl Marx escribía su obra El Capital, uno de los tratados de política económica más influyentes de nuestro tiempo, en el cual el propio autor consideraba que el capital domina y condiciona el funcionamiento de una sociedad. Cristina Lucas a través de su último trabajo, Es Capital, que se puede visitar en el Matadero de Madrid, hace una reflexión sobre el capitalismo y la sociedad consumista en la que vivimos.

A través de cuatro obras, todas ellas realizadas a partir de video y fotografía, Cristina Lucas hace que el espectador no pueda quedar indiferente ante lo que ve, todo ello unido a una oscuridad reinante en la sala para que el visitante se centre únicamente en las obras.

La primera de estas obras se titula El superbién común, en ella nos muestra una serie de personas orientales rodeadas de toda serie de lujos, mostrando la idea de un sistema capitalista en el que todo el mundo sueña con una vida de élite en un planeta que no tiene los recursos suficientes para otorgarla, pero que cada día la sociedad en la que vivimos nos hace desearlo.

Quizá la obra más característica de la exposición es Plusvalía donde la artista presenta los manuscritos de “El Capital” de Karl Marx, que de forma irónica se han convertido en aquello que critican, siendo muy alto su precio en el mercado. Lo siguiente que encontramos son dos fotografías tituladas Montaña de oro, donde vemos el tesoro almacenado en el Banco de España y que hacen referencia al método que anteriormente se utilizaba para fijar el valor de la moneda de una nación.

Pero la obra que más llama la atención de la exposición es Capitalismo filosófico, compuesta por nueve instalaciones de video, donde la artista realiza una serie de entrevistas a empleados de distintas empresas que se benefician de una serie de conceptos que han sido comercializados y que deberían ser más importantes que eso, como la muerte, la belleza, la verdad, el miedo, el arte, etc. Conceptos de los que parece que hemos olvidado su sentido, y con los que se comercializa sin darnos cuenta de que van mucho más allá. De esta forma Cristina Lucas pregunta qué es la Muerte para una empresa funeraria, para cuyos trabajadores la muerte sería algo beneficioso, ya que viven de ella; o qué es la belleza para una clínica estética.

De esta manera, Cristina Lucas como en sus trabajos anteriores, a partir de la ironía nos invita a la reflexión sobre el sistema capitalista en el que vivimos. La artista desde sus inicios ha comprendido el arte como una forma de cuidar la cultura, al principio sus obras se basaban en Performance derivando posteriormente al empleo del video y de la  fotografía como forma de trabajo. En la obra de esta artista volvemos a ver esa idea del arte como una lucha política y una manera de exponer los problemas de nuestro tiempo. 

martes, 22 de abril de 2014

Arte sin materialidad.

Sandra Sainz García

Con Capitalismo Anal, Txomin Badiola nos anticipa su exposición aunque no sabes lo que te puedes encontrar. Nada más llegar el espectador ya se encuentra en el umbral de la galería con su primera obra. Panfletos que repiten el nombre de la muestra como si fueran carteles publicitarios, en una época en la que continuamente es uno de los reclamos más demandados, o más fáciles de ver por las calles para anunciar algo. Posiblemente esté jugando con la idea de llamar la atención, ya que nadie se espera que eso mismo forme parte de la colección, y vaya si lo consigue. Fácil y eficaz.

Una vez metidos en materia, entendemos realmente lo que pretende. Dentro del contexto de la “Nueva escultura vasca” este artista ha desarrollado su producción de manera intachable. Articula el espacio a su antojo, con sus obras, dejando que el espectador se guíe por sí mismo. Capitalismo Anal es el ejemplo que mejor lo define, una valla metálica que va del interior hacia el exterior y dentro de la misma varias obras más pequeñas que la completan. Mezcla de escultura de hierro y acción poética, donde parece que las palabras que forman las frases están puestas al azar, sin seguir un discurso lineal, pero es precisamente eso, toda una declaración de intenciones con frases muy reveladoras, que no siguen la alocución tradicional.

La segunda obra que destaca dentro del espacio, tan blanco que el color del hierro no parece sintonizar, Entelequia, mezcla una pantalla en la que de fondo tiene un texto hablado. Este audio se origino en un ejercicio que hizo en Primer Proforma 2010 y que ha utilizado aquí poniéndolos consecutivamente hasta que prácticamente no se reconozca lo que dice, dando la oportunidad al espectador de leerlo y formando así parte de la obra, recuperando el matiz que había perdido con la contraposición de los textos y devolviéndole su identidad. Juega con la inmaterialidad, una obra de arte no tiene porque ser un objeto, sino que puede ser tan efímera como que alguien la lea.

Con el titulo se intuye a lo que se refiere. Hemos llegado a una sociedad de consumo, tan capitalista que muchas veces perdemos los valores fundamentales. Obviamente es algo que nos rodea, en cierta parte inevitable, pero que hemos asumido como una tradición que nos imponen que da asco. Como él mismo señala: “la cultura también ha entrado en esa rueda imparable del consumo que exige una deglución rápida para ser velozmente convertida en basura, en excremento”


En contraposición con todo esto, el arte siempre se ha visto como objeto de mero entretenimiento a no ser que este consumido por coleccionistas, y en ese caso se consideraría un producto de lujo, por lo que cuando entra en el círculo de la cultura capitalista consigue ser valorado de verdad, entonces, ¿Qué hay de real en todo esto? Estamos criticando una sociedad en la que nosotros mismo estamos metidos y no queremos salir. Sí un artista crítica los problemas sociales pero luego, en parte vive dentro del sistema imparable que se está criticando, ¿Es lícito?

lunes, 21 de abril de 2014

Memorias Ecológicas

Sandra Sainz García

Por debajo | Underneath es la última muestra que nos propone Lara Almarcegui, quizás con unas obras que chocan en el espectador por la singularidad de las mismas y que si no se está familiarizado con el propio tema descolocan a primera vista. El tiempo es algo que en el arte siempre ha estado muy presente, un tema muy recurrido por los artistas para desempeñar sus realizaciones por el sentimiento de nostalgia hacia el pasado y de incertidumbre hacia el futuro, pero esta vez la artista lo proyecta con dos obras que, a primera instancia, son muy simples pero que detrás de ellas llevan una carga tanto científica como emocional.

Almarcegui, artista española que actualmente desempeña su actividad en Holanda, donde también reside, aúna en estas dos obras la filosofía que ella intenta transmitir a través de sus composiciones de demoliciones, autoconstrucciones y descampados. Busca una nueva línea de expresión en la que no siempre la obra tenga que ser un objeto de culto que se lleva al museo como si fuera mercancía sino que busca añadir un punto más pensativo del porqué de las cosas, entre la ecología y el Land Art.

En Casa Enterrada, Dallas 2013, muestra a través de material audiovisual el derrumbamiento de una casa que poco después queda sepultada en la misma tierra en la que se encontraba. En ella vemos una reflexión sobre el territorio, el origen de lo construido y como eso mismo que se ha demolido cuenta la historia de la propia casa. En un trasfondo más idealizado, lo que ella misma quiere transmitir es el cambio que se está experimentando continuamente en cualquier zona del mundo, la imparable construcción que es inevitable y lo que ello supone para las personas. Es una realidad que nunca se va a poder cambiar, casas antiguas que se tiran para hacer nuevas o solares y descampados que antes no eran más que eso y que poco a poco nada queda de ellos por la acción humana. Ella misma afirmo que no le importa que su arte sea efímero mientras las personas que lo ven, contemplen ese mismo lugar pero de manera diferente y es, ahí, cuando su obra si ha servido para algo y tiene sentido.

Rocas de la isla de Spitsbergen, Svalbard, 2014, producido por Public Art Norway (KORO) es la segunda obra de la muestra y posiblemente la más chocante. Su afán era conocer todas las rocas de esta isla noruega e identificarlas, desde las más antiguas hasta las más nuevas que empezaron a surgir por la actividad minera del territorio y que es una actividad propia del lugar. Pero si siguen con esta práctica, ¿Alterara la materia prima de la zona? ¿Podría ser posible? Aunque más allá de lo que busque y lo que quiera transmitir, la obra en sí quizá se queda corta, el público la ve y parecen más unos datos clasificados que una obra de arte en sí misma. Por supuesto hay que conocer las inquietudes de la autora para llegar a entenderla, pero aún así el vídeo tiene más posibilidades de llegar al espectador aunque no entienda lo que está viendo y el porqué proyecta así su obra.


viernes, 4 de abril de 2014

Pasado, Presente y Futuro

Pasado, Presente y Futuro

Rebeca Gonzalo


El tiempo es algo que siempre ha cautivado al ser humano. Es algo que está ahí, es visible a la vista de cada uno de nosotros pero a veces miramos hacia otro lado pensando que será más fácil vivir la vida sin prestar atención al paso del tiempo. El mundo, al igual que cada ser humano y que cada cosa, tiene un pasado, un presente y un futuro, y cada uno de ellos nos acompañaran a lo largo de toda nuestra existencia. ¿Pero cómo ha afectado este paso del tiempo a nuestro planeta?, ¿Alguna vez nos hemos parado a pensar sobre ello?

La artista Lara Almarcegui nos hace reflexionar con su obra sobre este paso del tiempo, sobre cómo afecta sobre nuestro planeta y sobre el territorio. Y es que como la propia artista indica, en sus obras “Busco lugares amenazados y a punto de desaparecer, por lo que la cuestión del tiempo es fundamental”. Lara Almarcegui es una de las artistas españolas con mayor proyección internacional.  Su obra en apariencia fría y minimalista, tiene un fuerte sentimiento y una fuerte crítica hacia el urbanismo. Esta artista siempre ha centrado su obra en la ciudad, centrándose principalmente en las ruinas y los descampados. En esta línea, realiza la Guías de Descampados que ha ido realizando en San Paulo, Ámsterdam o la ría de Bilbao, donde la artista muestra una idea de no intervención sobre el entorno y la hace alejarse del Land art con el que se le ha vinculado en algunas ocasiones.

En la galería Parra & Romero se encuentra su última exposición titulada Por debajo/ Underneath compuesta por dos proyectos: Casa Enterrada y Rocas de la Isla Spitsbergen. Una exposición compuesta únicamente por estas dos obras que en un primer momento hacen que el espectador no comprenda bien el significado de las misma, pero que si presta atención, especialmente a la obra Casa Enterrada, quedará sumergido en un ambiente y con un sentimiento como pocas obras son capaces de trasmitir. En Casa Enterrada nos encontramos ante un proyector que presenta un video en el que una casa situada en Dallas es destruida y sus restos comienzan a formar parte del propio solar en el cual fue construida, poco a poco una máquina va destrozando la casa hasta que queda convertida en escombros. El sonido de la maquina, de la casa al destruirse y de los escombros al juntarse con el suelo, unido con el silencio de la galería, crean una ambiente de despedida que hace que el espectador salga de la exposición con un sentimiento agridulce.

Por otro lado, la otra obra titulada Rocas de la Isla de Spitsbergen ha consistido en la identificación de las diferentes rocas de esta isla. Donde la artista recoge una lista de las distintas rocas donde vemos el pasado geológico de la isla pero también los cambios que se han producido debido a la actividad minera que es parte de la historia del lugar. Debido a los planes existentes de iniciar una nueva explotación minera en la isla, la artista quiere hacernos reflexionar sobre el futuro de esta, intentando dar una visión de la posible destrucción del territorio. En ambas obras, como señalábamos al principio, la artista nos hace reflexionar sobre ese paso del tiempo y sobre cómo afecta sobre el territorio.

martes, 25 de marzo de 2014

Capitalismo, Arte y Sociedad

Capitalismo, Arte y Sociedad

Rebeca Gonzalo

Vivimos en una sociedad en la que el capitalismo es algo fundamental. Las personas consumen de forma descontrolada cosas que al poco tiempo se convertirán en basura o dejarán de ser utilizadas. En esta sociedad capitalista, la publicidad cada vez más llamativa no hace otra cosa que fomentar el consumo.

Txomin Badiola hace referencia a esto en su última exposición titulada Capitalismo Anal Capitalism. La expresión Anal Capitalism ha sido empleada por el artista desde hace diez años en sus obras y surge en una conversación entre K. Silverman y H. Faroki a propósito de un film de Godard, Week-end. Dicha expresión como bien dice el artista: Haría referencia a un estadio del capitalismo como lógica cultural hegemónica que liquida todo referente de valor”. Txomin Badiola en sus trabajos de los últimos años ha puesto especial atención a la relación entre el lenguaje ins/escrito y el hablado como lugar en el que más evidente resulta la falacia que une la eficacia de la comunicación con el significado.

La obra de Txomin Badiola podríamos relacionarla con dos artistas: Joseph Beuys y Jorge Oteiza. De este último artista, Badiola está realizando desde el 2007 el "Catálogo Razonado de Escultura" por encargo de la Fundación Museo Jorge Oteiza.

Su última exposición, está dividida en dos partes. Por un lado un conjunto de obras compuesta por construcciones en acero, metal, madera, pintura y textos grabados, agrupadas bajo el nombre de Capitalismo Anal; y por otro lado, una pieza de gran tamaño con sonido titulada Entelequia. El sonido que contiene esta obra es la repetición continuada de dos textos, sometidos en uno de los ejercicios del proyecto de Badiola Primer Proforma 2010 a múltiples traducciones en varios idiomas hasta que estuvieron corrompidos con respecto a su significado original. Posteriormente, fueron leídos por los participantes en el ejercicio recuperando su sentido al convertirse en voz. El sonido se repite una y otra vez formando parte de la exposición y sin dejar que el espectador pase desapercibido.

Una de las novedades de la exposición es la intervención de la fachada, en la cual vemos una serie de carteles naranjas pegados con el nombre de la exposición y un texto elaborados por el propio artista, sobre un telón de teatro de fondo y que forman parte del conjunto de obras de arte, una manera de invitar al espectador a entrar y contemplar el resto de obras que se encuentra en el espacio expositivo y que contienen el mismo carácter que la obra de la fachada.

Txomin Bandiola no intenta plasmar a través de sus obras una materialización de sus ideas, sino que pretender comunicarse con el espectador y que él mismo interprete sus obras a su manera. Aunque como el mismo artista reconoce “su propia existencia testimonia que son hijas de una época como la descrita”.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Opresión con recesión

Sandra Sáinz García 


Locked-in sindrome, no es solo un título, representa la sociedad de hoy en día y el síndrome de enclaustramiento al que estamos sometidos constantemente como si fuéramos marionetas del poder. Avelino Salas, a través de diversas técnicas artísticas con las que plasma sus obras, demuestra que hasta el objeto más cotidiano puede estar lleno de reivindicación, desde bolígrafos Bic hasta piedras como representación de una falsa arqueología.

Esta forma de expresión no es nueva, ya lo vimos a comienzos del siglo XX con las vanguardias, y aunque las técnicas y los medios no eran los mismos con los que se cuenta actualmente, la finalidad si lo es. Quizás el arte es la forma perfecta de reivindicación, ya que es visto por muchos pero entendido por pocos, dejando que cada uno plasme su propia personalidad y sus creencias en lo que desempeña. Desde que se entra por la puerta a ver la muestra, el espacio, impolutamente blanco, deja todo el protagonismo a las obras, tal vez es por eso que llama tanto la atención la capa negra. Ese contraste tan marcado casi da miedo, enajenada en el aire y sujeta con una soga, personifica a la perfección la revolución social existente. Impresas en su superficie la frase que señaló Descartes: Larvatus Prodeo, Avance enmascarado, como una metáfora de que la sociedad está en constante cambio y, por lo tanto, las leyes y la política también, teniendo que adecuarse a los tiempos en los que se vive y siendo inevitable el cambio continuo que esta debe experimentar sin esconderse debajo de este ente que tanto ha servido para ocultarse durante muchísimo tiempo. En contraposición a esta obra, La máscara al revés, incita a pensar que todo no es lo que parece, ya que esta se utiliza para apaciguar a las masas, pero es tanto lo que han tirado de la cuerda que al final los que penden de un hilo son las grandes instituciones.

A sí mismo, en Arqueología de una revuelta, el artista está metido en un juego en el que otorga la categoría de arte suficiente a una piedra solo por estar expuesta como si de un museo se tratase. Estas piedras, recogidas de las manifestaciones que se han ido sucediendo en el mundo, están en contraposición con la obra Sanpietrini, ya que aparta una de estas y la baña en bronce acompañada de una ilustración de una calzada romana, como dando a entender que esas piedras, que un día representaron el desarrollo, son las mismas que se utilizan para pedir otro cambio y avance y no un retroceso social.  Al igual que la serie que nos muestra la quema de banderas, uno de los pocos actos que más controversias levanta. El quemar la bandera de tu nación como insignia de resistencia a ella, y es que muchas veces en vez de acoger se intenta reprimir, por lo que esto se ha convertido en un símbolo común mundialmente.

Los derechos humanos escritos por Salas con un compás en una serie de bolígrafos Bic, no solo llaman la atención por la rareza de la obra, sino porque está haciendo un llamamiento a todos esos valores de la declaración universal de los derechos humanos que hoy en día apenas tenemos noción de ellos, ya no solo en un caso concreto sino como un movimiento universal que se debe de expandir, ya que los cargos que los crearon son los mismos que los que están acabando con ellos.

La pregunta Cui protest? ,Impresa en neón, fue expuesta ya por el artista en Madrid en la muestra que hubo recientemente en el Matadero donde obtuvo un gran éxito e hizo recapacitar sobre lo comentado ya anteriormente. ¿Quién gana con esta situación? ¿Se van a seguir escondiendo? Sea como sea, el artista deja la puerta abierta a todos estos problemas y a una posible solución para que no nos olvidemos de donde parte todo.



Ariel Barile Haedo.

Desmontando al poderoso caballero.


Cristina Lucas (Jaén 1973) nos invita a elaborar un concepto o una idea, sin tener en cuenta la disciplina que lleva a cabo, o la técnica mediante la cual se explaya; ella no está interesada en considerarse virtuosa de ningún estilo en concreto, ni de ninguna técnica, crea así un estilo propio que si cabe, se  caracteriza por un efecto sorpresa compositivo. Su interés radica en el mensaje que mediante estos múltiples medios nos quiere transmitir, en este caso,  el tema y título de la exposición es El Capital, hace mención a la obra de Karl Marx, y unificando en conjunto el sentido de sus obras.
En una nave diáfana y oscura del antiguo matadero de Madrid, nos expone el conjunto de  sus obras con un carácter frío y oscuro que nos envuelve durante la visita. El vínculo de las obras, es el sistema en sí,  presidido por  el control  del poderoso caballero, que llega a introducirse en todos los ámbitos, incluso en aquellos que consideramos alejados de la economía capitalista, como pueden ser los valores, o los sentimientos, virtudes… mediante los cuales Cristina hace una “radiografía” para desenmascarar su cara más frívola, el verdadero interés que hay detrás de las instituciones varias, maquilladas mediante el moderno márqueting. Presentando todo mediante nueve proyectores, en los que nos hablan los profesionales de cada campo en particular, nos deja a nuestro juicio observar la evidencia que resalta al unir todos estos discursos que ella elige exponer.
            Las obras nos hablan de una contradicción que inocentemente se podría tildar de  invisible, pero que ante los ojos que quieren verla se hace notoria, una demostración más de la antigua batalla en la  que  la realidad  venció a la ficción,  demostrada por Lucas en el astronómico precio que adquiere la obra que  despierta el espíritu anticapitalista por antonomasia. Titulada como “Plusvalía”, la esencia de la obra habla sobre la no interpretación actual del manuscrito de  Karl Marx El capital, y la contradicción  genera  dolor de ojos, tanto como la caligrafía del ilustre e intachable pensador de Marx.
            Manteniendo la línea de dolor de ojos, nos abre las puertas de la exposición con una sucesión de imágenes fotografías colocadas en paneles lumínicos que chocan a la vista, pero que en su trasfondo mantienen el mismo lenguaje de contradicción, mediante el cual se puede entender la exposición. La exhibición de objetos de alta gama del lujo, compartidos por una “cómica” multitud oriental, remueve nuevamente la secular diferencia de clases en la que aceptamos vivir, en la que  las hormigas obreras quizá, algún día y mediante cuantiosos sacrificios vitales, puedan  vivir durante un segundo en la comodidad de la hormiga reina.
 El capital es el idioma mediante el cual hoy nos entendemos todos seamos del país, lugar o cultura remota a la que pertenezcamos, el capital es el único capaz de levantar la voluntad de enemigos y de amigos, el poder del mismo y su entendimiento, nuevamente presentado a través de obras con una carga descifrable para aquellos que quieran sumergirse a hacerlo. Una vez entras en el juego del poderoso caballero es difícil reeducarse, pero quizá, cuando este bulo de papeles con caras de presidentes estalle y no de más de sí, nos replanteemos la escala de valores en la vida, esta utopía suena hasta ironía, casi subrreal, como  tres chicas compartiendo un par de zapatos de la prestigiosa firma Manolo Blahnik, a la vez.






lunes, 17 de marzo de 2014

La lucha a través del arte


Rebeca Gonzalo


El arte como protesta social es algo que ha estado presente en la historia desde mucho tiempo atrás. El arte ha sido siempre una forma de plasmar la historia y la vida. Los artistas vanguardistas ya emplearon el arte como un “arma” para luchar contra la sociedad de su tiempo.

De la misma manera, Avelino Sala, un artista, escritor y filosofo, a través de sus obras expuestas en la galería Ponce+Robles de Madrid, en una exposición titulada Locked-in Syndrome, invita al espectador a pensar y ser consciente del momento en el que se encuentra nuestra sociedad actual. El propio título de la exposición alude a la incapacidad del ciudadano para reaccionar ante lo que está ocurriendo a su alrededor, siendo consciente de los distintos cambios sociales y económicos de nuestra época pero sin hacer nada al respecto.

De esta forma, empleando sus obras para hacernos reaccionar, vemos como este artista, en una de las obras centrales de la exposición, crea a través de un objeto cotidiano como es un bolígrafo Bic, una de las obras que más llaman nuestra atención. Mediante el uso de la punta de un compás, el artista graba en un total de cuarenta bolis Bic la Declaración de los Derechos Humanos, unos derechos que en la actualidad parecen haberse olvidado, unos derechos que existen y sabemos que están ahí, pero que apenas parecemos recordar. Esta obra aparece acompaña de un vídeo en el que vemos como el artista graba en cada boli cada uno de esos derechos, con un sonido que hace que el espectador no se quede indiferente.

Pero esta no es la única obra que llama nuestra atención, de hecho todas las obras que aparecen en la exposición son una llamada a nuestro pensamiento. De la misma manera, y como si de una vitrina museística se tratara, el artista expone una serie de piedras que han sido arrojadas en distintas manifestaciones de todo el mundo a las que llama “Arqueología de la revuelta”, unas piedras que a simple vista parecen únicamente objetos de contemplación, pero que como una gran cantidad de obras de arte tienen mucho más que decir y guardan una parte de la historia detrás de cada una de ellas.

A partir de otra obra realizada en neón, y continuando en la misma línea, Avelino Sala nos hace la siguiente pregunta Cui protest? (¿Quién se beneficia?), haciéndonos reflexionar, como con el resto de las obras, sobre quién se beneficia en cada momento o en cada acto. Una obra que vimos ya a principio de este mismo año y finales del pasado en el Matadero de Madrid.

Y pensando aún en la respuesta a esa pregunta nos encontramos con otra obra La máscara al revés, que unida a otra de las piezas centrales de la exposición, una capa española colgada de una toga y con un bordado en letras doradas donde podemos leer: Larvatus Prodeo (Avance enmascarado), la famosa frase de Descartes que aparece en una de las cartas del filósofo, nos lleva a esa idea de que realmente todo es manipulable, y de que quizá es hora de desenmascarar a todos aquellos que con gesto amable y ocultando su verdadero rostro bajo una máscara solo tiran de los hilos para que actuemos como marionetas.

Y así, Avelino Sala, empleando casi todas las disciplinas en su exposición: pintura, escultura, fotografía, etc, nos hace abrir los ojos y reflexionar sobre el momento actual en el que nos encontramos, nos hace ser conscientes de nuestra historia más reciente para que reaccionemos y de alguna forma, no volvamos a cometer los errores del pasado y podamos cambiar nuestro futuro. 

domingo, 16 de marzo de 2014

Coreografía del mundo al son de la vida moderna.

Lucía Rúa Pérez

Privando a los demás de la lengua de la ciudad, a todos se le quita la ciudad, les dejan a los demás un Nápoles para pasear o consumir pero no un Nápoles para intervenir, penetrar y gozar. (Gólgota Picnic, Rodrigo García)

Cristina Lucas nos ofrece una muestra en bruto de eso en lo que nos hemos convertido, y la personificación de las parcas que están moviendo nuestros hilos, pero con nuestro consentimiento. Lo expone tal y como fue, con El Capital de Marx como base del proceso, y el resultado físico de éste cuando se deja de la mano del individuo avaricioso, que lo es por naturaleza, o por devenir. La exposición, propuesta desarrollada en el Matadero, Madrid, es un espejo de uno mismo y sus circunstancias, que por ser partícipes de este juego somos uno más de los jugadores, a la vez que creadores y culpables. En primer plano recibimos cuatro imágenes que llevan a pensarse como Los desastres de la guerra del siglo XXI, seguido de una llamada de atención a las bases de todo ello con los escritos de Marx, y de ese capital del que disponíamos para llevarlo a cabo. La otra parte de la exposición, Capitalismo filosófico, ejemplifica cómo lo hemos abordado. Saldremos de ese antiguo frigorífico penumbroso preguntándonos ¿en qué nos hemos convertido? sabiendo que no podemos escapar, solo revolvernos y buscar nuestro camino para intentar (que no conseguir) escabullirnos entre la decadencia del individuo. 
El arte se ha vendido a la belleza, que a coronado el podium del desastre, de la mano del miedo. Hemos hecho de la dominación del espacio, el cual en esencia no nos pertenece, nuestro distintivo social, donde la justicia son palabras no siempre escudo de los hechos, y donde el dolor se anestesia con fármacos y la verdad la igualamos a la mentira, y la permitimos, hasta creer poder definir la vida, y buscar comercializar incluso con la muerte. La moraleja me llega de la mano de Esperanza Gracia, la super estrella de la televisión actual, que  autoafirmándose como una pensadora de nuestros tiempos ofrece una frase para la historia, hablando del peso de la muerte y nuestra visión sobre nuestro paso por la vida: “to let yourself to dance with the life”. Ou Yeah. “Hemos venido a morir”, añade la fundadora de la empresa que crea diamantes de tus cenizas. “Las drogas para la serotonina... es el gran invento para el ser humano..el Prozac”, alimento de nuestras mentes, condicionadas por el miedo como “el botón del pánico”, según Héctor Galván, que añade “sin miedo no hay dinero”, o el cómo se han hecho dueños de nuestro paso libre por la vida. 

Cristina Lucas ofrece un gran trabajo documental, circular, muestra de este lugar en el que el hombre de hoy en día se encuentra encerrado. La cuestión es que aceptamos esas cadenas. Aunque nos creamos independientes, dueños de nuestro futuro, no tenemos acceso al candado, ni tenemos la llave, por lo que parece que lo único que podemos hacer es, o bien cerrar los ojos y pensar “pues no estamos tan mal”, convenciéndonos de que esto es evolución, de que “mira como estaban nuestros abuelos, aquello no era vida”, o bien aceptar incomodarnos y retorcernos a ver si conseguimos escaparnos, pero aún conscientes de que no vamos a llegar a dicha meta, el hecho de estar intentándolo será una motivación lo suficientemente digna como para empeñar nuestra vida en ello. La exposición puede resultar un jarro de agua fría, nos desvela, algo que supone de vital necesidad para todos y cada uno de los jugadores de esta gran partida. 

sábado, 15 de marzo de 2014

Un huerto y un descampado

Paula Fernández Escribano

 “Los objetos apenas me interesan, lo que me obsesiona son los lugares y mi relación activa con ellos; me parece aterrador el modo en que nos han enseñado el arte: producir objetos en el taller que viajan en camión a la sala de exposiciones, donde se exhiben. Yo no quiero eso y me gusta mucho la gente que le da la vuelta a ese esquema. Por eso admiro mucho a los auto-constructores, porque la autoconstrucción no se acaba nunca. Cuando se termina una cabaña se hace otra, luego un garaje y un gallinero y la ampliación de la primera cabaña... Es un proceso, es como el arte; no se trata de construir una cabaña maravillosa, ni de hacer la gran obra, es un proceso que no se acaba nunca, una forma de vida, de relacionarse con el entorno.” Así  respondía Lara Almarcegui en una entrevista realizada en 2008 por Javier Hontoria, en relación a una cuestión sobre su relación con el objeto de arte.

Esta afirmación nos puede servir de punto de partida para descifrar la exposición Por debajo / Underneath de Lara Almarcegui que se presenta en la galería Parra&Romero, sobria e intimista a primera vista. La primera pieza que encontramos es Rocas de la isla de Spitsbergen (Svalbard, 2014) compendio geológico de ese territorio en concreto, y en la siguiente sala, una obra audiovisual titulada Casa enterrada (Dallas, 2013) que muestra la acción de demolición, y posterior enterramiento, de una casa real en Dallas. Estas dos piezas pueden relacionarse a la vez con el título de la exposición, Por debajo, y asimilar que se pretende una investigación exhaustiva de lo que se encuentra bajo la superficie, una búsqueda de lo escondido, de lo soterrado. Incluso parece que la finalidad de estas obras es la búsqueda en sí misma, sin conclusión final.

El peso de las piezas acabadas frente al proceso de investigación o de preparación de la acción, dependiendo de la obras, pierde importancia.  Así Rocas de la isla de Spitsbergen no nos dice tanto, si no somos conscientes del proyecto en el que se enmarca: una crítica a los trabajos de minería que se van a realizar en esta isla y su impacto medioambiental, a través de una investigación detalla de la realidad geológica del territorio. Realizada con ayuda de geólogos y otros especialistas. En Casa enterrada sí tenemos más datos de la acción, vemos como esta es llevada a cabo bajo la supervisión de la artista. Algunas constantes que se aprecian en su trabajo son: que se refiere a procesos, estos a su vez son actividades grupales o, al menos, “colaborativas” (aunque la plasmación de la idea sea inherente a la artista) y son acciones realizadas en relación con la naturaleza, directa o indirectamente.

Las experiencias descritas por Lara Almarcegui, nos incita a reflexionar sobre el modo en que percibimos nuestro entorno; cómo vivir en las ciudades se convierte en una realidad de naturaleza cambiante, tanto desde el punto de vista del habitante como de la realidad arquitectónica, entrarían  en juego factores como la subjetividad de la percepción del medio y la transformación del entorno urbano tanto en el espacio como en el tiempo. Surgen por tanto referencias al proyecto situacionista con el que se pretendía la organización colectiva de un ambiente urbano unitario y la participación del ciudadano en el mismo. Y también similitudes con el trabajo del grupo Anarchitecture (por extensión con el trabajo de Gordon Matta-Clark), interesados en la crítica a la cultura contemporánea donde la arquitectura fue concebida como símbolo de los peores excesos, investigando acerca de la naturaleza de la ciudad, las formas de habitarlas, los espacios residuales/ambiguos y el concepto de “propiedad”.

Por su relación con la naturaleza muestra similitudes con el Land Art, influencia que ella misma no niega, si bien prefiere su vertiente más sutil en cuanto a la huella dejada en el medio. Como sus investigaciones sobre descampados (Ámsterdam, Liverpool, Róterdam, Sao Paulo) o sus intervenciones sobre huertos urbanos (Róterdam y Turín).

viernes, 14 de marzo de 2014

El Arte es Capital

Cristina del Amo Sáez


Al igual que la mayoría de sus trabajos, Es Capital de Cristina Lucas, no deja indiferentes a los espectadores, ya sea por lo que impactante en la organización de las obras, o por los mensajes intrínsecos que se encuentran en ellas. La exposición está formada por cuatro obras, El Superbién Común, Plusvalía, Montaña de Oro y Capitalismo Filosófico. En esta muestra, la artista trata el tema del capitalismo en nuestra sociedad y recurre al tratado de política económica más importante, El Capital de Karl Marx. Plusvalía, que es la base del sistema capitalista por la cual se obtienen ganancias a través del trabajo, es la obra que muestra los manuscritos de este tratado.

El ejemplar que más llama la atención de toda la exposición es el titulado Capitalismo filosófico. En el encontramos dispuestos a lo largo de una pared nueve proyectos audiovisuales. Cada uno de ellos aborda un término diferente, como belleza, muerte, dolor; a su vez, cada uno de éstos son explicados por especialistas que trabajan con ellos. Así, en el video que trata sobre la muerte, hablan trabajadores de una funeraria, en el de la belleza cirujanos plásticos, etc.

Los términos que hay en esta obra son y han sido de una gran importancia a lo largo de la historia como, por ejemplo, la belleza ha sido tratada desde los filósofos clásicos. Lo que se entiende por cada uno de estos términos en la actualidad dista mucho de lo que se entendería en épocas pasadas, ¿qué es la belleza? ¿Qué es el arte? ¿Qué es la muerte? ¿Qué es el dolor? Son nociones abstractas y es difícil contestar qué es lo que son, sin embargo, estos profesionales dan su punto de vista, lo que significan estos términos para ellos, teniendo en cuenta que están estrechamente relacionados con su labor diaria,  y que sus trabajos no existirían si estas palabras no tuvieran tanto peso en la sociedad en la que vivimos. Esto forma parte del capitalismo, existen profesionales que con sus trabajos cubren unas necesidades, pero, a la vez nos inducen otras necesidades que no son vitales. Esto ocurre con el fin de que pueda haber gente que las cubra y así se creen nuevos negocios. En la obra Superbien Común, sería un bien común aquello que necesitamos todos y que se puede conseguir sin demasiada dificultad, sin embargo, existe esa alta esfera dónde, coches lujosos y alta costura invade las necesidades de la gente, ¿es preciso tener un coche de lujo cuando uno mucho más barato hace la misma función? Sin duda alguna, no es necesario, pero existe este mercado porque unos pocos se lo pueden permitir y, en realidad, es la mayoría de la población la que sueña con un Lamborghini o con unos Manolo Blahnik,  pero no todos pueden acceder a ello.

Lo cierto es, que la manera en que esta organizada la exposición hace que cada una de las partes que la forman te llame la atención. La oscuridad que invade la sala obliga a que te centres en lo que estás mirando en cada momento, y esto, hace que te veas inmerso de lleno en la exposición. La obra de Cristina Lucas está influenciada por sus propios intereses como, entre otras cosas, la situación del ciudadano y el paso de éste a consumista. Esto es un poco lo que se muestra en la obra Es Capital, dónde en la actualidad los ciudadanos, por encima de esta concepción, somos consumistas, y todo lo que nos rodea es capital, de cualquier cosa se hace un bien material. Como personas consumistas que somos, consumimos arte y, de una manera u otra, el arte en nuestro presente también es Capital.

El consumo te consume.



Lucía Weinrichter Roncero

El Capitalismo surge como sistema económico en la edad media en sustitución del feudalismo. En el siglo XIX toma verdadera importancia y es en esta época cuando Karl Mark escribe “El Capital” (1867) el tratado del capitalismo por excelencia donde define términos que son los que seguimos usando para hablar de capitalismo en la actualidad. La revolución del proletariado definitiva que ansiaban los comunistas jamás llegó y seguimos en un sistema donde proletarios trabajan para la burguesía -aunque estas diferencias se vean disminuidas con la emergencia de la clase media-. La artista Cristina Lucas (Jaén, 1973) realiza una serie de reflexiones en torno al capitalismo –concepto como detallo de amplísima trayectoria- en la exposición “Es Capital” que se puede visitar en el Matadero de Madrid. El título de la muestra es una referencia a la obra cumbre de Marx, que sirve para recordar que la importancia del capital, es capital


A través de cuatro obras, alternando fotografía y video Lucas realiza unu peculiar visión del capitalismo. Llama la atención que para la realización de esta exposición hayan colaborado 68 patrocinadores, cuyas marcas podemos ver detrás del folleto informativo ocupando la mayoría del espacio. Quizás es la manera de Lucas de manifestar que ella, inevitablemente (o no) pertenece a ese mercado y aunque trate de criticarlo no se puede disociar de el. 


Las esplendorosas obras se disponen en un espacio tenebroso de manera que produce un shock en la mirada del espectador. La primera es “El Superbien Común”, se trata de una serie de fotografías que muestran cómo se vive el capitalismo en Asia Oriental. Muestra los efectos -negativos- que produce la industrialización. China y Japón llegan más tarde a este proceso y tratan de hacerlo muy rápidamente lo que tendrá sus consecuencias... Para Japón supuso adentrarse en la IGM en búsqueda de recursos que permitieran a su país hacerse más fuerte, aunque el proceso de industrialización ya venía de la era Meiji. En China ese proceso vino con la República Popular de Mao, en la histeria por convertirse en una potencia mundial, se produce una política propagandística destinada a convencer a la sociedad de la necesidad de industrializarse lo más rápido posible. Hoy en día China es la segunda potencia del mundo y sigue muy de cerca a la primera, Estados Unidos. En las imágenes vemos una serie de familias que parecen anunciar un estilo de vida basado en la velocidad, el exceso, los lujos… etc. Un estilo de vida al que realmente muy pocos pueden acceder y sin embargo, por sus caras de satisfacción, parece que es el único que consigue la felicidad. 


En “Plusvalía” Lucas presenta los manuscritos de “El Capital” de Marx, que han salido a la venta en subastas y en internet y sus precios son altísimos. Irónicamente, la misma obra que critica el capitalismo y define el concepto de plusvalía ha sido «víctima» de este mismo proceso y se ha revalorizado hasta el infinito. 


¿Se puede resumir la riqueza de un país en una imagen?. En “La Cámara del Tesoro” Lucas captura la totalidad de oro que hay la cámara acorazada del Banco Central Nacional. En momentos de crisis, el único valor tangible es el oro. Como un ladrón que llega a la cueva de Ali Babá y queda fascinado con la imagen presenciada, Lucas muestra un mapa del interior de la cueva para que imaginemos la estrategia para incautarnos del tesoro, despertando una vez más, deseos de cosas imposibles. 


Para cerrar la exposición la obra “Capitalismo Filosófico”. Se trata de nueve videoinstalaciones donde se entrevista a una serie de personas, que dentro del sistema del mercado capitalista, trafican con valores y conceptos como si fueran bienes de consumo. ¿Qué es la muerte para alguien que trabaja en una funeraria? no es más que el capital con el que trabaja. Y así, se tratan temas como el arte, la belleza, el miedo, la justicia, el dolor o la verdad a las personas que se dedican a estos asuntos. Irónicamente estas personas que deberían conocer estos conceptos mejor que nadie, tienen problemas para definirlos. Se pone de manifiesto como el capitalismo puede nublar el horizonte del ser humano de manera que las cosas verdaderamente importantes quedan relegadas a un plano secundario.