lunes, 21 de abril de 2014

Memorias Ecológicas

Sandra Sainz García

Por debajo | Underneath es la última muestra que nos propone Lara Almarcegui, quizás con unas obras que chocan en el espectador por la singularidad de las mismas y que si no se está familiarizado con el propio tema descolocan a primera vista. El tiempo es algo que en el arte siempre ha estado muy presente, un tema muy recurrido por los artistas para desempeñar sus realizaciones por el sentimiento de nostalgia hacia el pasado y de incertidumbre hacia el futuro, pero esta vez la artista lo proyecta con dos obras que, a primera instancia, son muy simples pero que detrás de ellas llevan una carga tanto científica como emocional.

Almarcegui, artista española que actualmente desempeña su actividad en Holanda, donde también reside, aúna en estas dos obras la filosofía que ella intenta transmitir a través de sus composiciones de demoliciones, autoconstrucciones y descampados. Busca una nueva línea de expresión en la que no siempre la obra tenga que ser un objeto de culto que se lleva al museo como si fuera mercancía sino que busca añadir un punto más pensativo del porqué de las cosas, entre la ecología y el Land Art.

En Casa Enterrada, Dallas 2013, muestra a través de material audiovisual el derrumbamiento de una casa que poco después queda sepultada en la misma tierra en la que se encontraba. En ella vemos una reflexión sobre el territorio, el origen de lo construido y como eso mismo que se ha demolido cuenta la historia de la propia casa. En un trasfondo más idealizado, lo que ella misma quiere transmitir es el cambio que se está experimentando continuamente en cualquier zona del mundo, la imparable construcción que es inevitable y lo que ello supone para las personas. Es una realidad que nunca se va a poder cambiar, casas antiguas que se tiran para hacer nuevas o solares y descampados que antes no eran más que eso y que poco a poco nada queda de ellos por la acción humana. Ella misma afirmo que no le importa que su arte sea efímero mientras las personas que lo ven, contemplen ese mismo lugar pero de manera diferente y es, ahí, cuando su obra si ha servido para algo y tiene sentido.

Rocas de la isla de Spitsbergen, Svalbard, 2014, producido por Public Art Norway (KORO) es la segunda obra de la muestra y posiblemente la más chocante. Su afán era conocer todas las rocas de esta isla noruega e identificarlas, desde las más antiguas hasta las más nuevas que empezaron a surgir por la actividad minera del territorio y que es una actividad propia del lugar. Pero si siguen con esta práctica, ¿Alterara la materia prima de la zona? ¿Podría ser posible? Aunque más allá de lo que busque y lo que quiera transmitir, la obra en sí quizá se queda corta, el público la ve y parecen más unos datos clasificados que una obra de arte en sí misma. Por supuesto hay que conocer las inquietudes de la autora para llegar a entenderla, pero aún así el vídeo tiene más posibilidades de llegar al espectador aunque no entienda lo que está viendo y el porqué proyecta así su obra.


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