martes, 25 de marzo de 2014

Capitalismo, Arte y Sociedad

Capitalismo, Arte y Sociedad

Rebeca Gonzalo

Vivimos en una sociedad en la que el capitalismo es algo fundamental. Las personas consumen de forma descontrolada cosas que al poco tiempo se convertirán en basura o dejarán de ser utilizadas. En esta sociedad capitalista, la publicidad cada vez más llamativa no hace otra cosa que fomentar el consumo.

Txomin Badiola hace referencia a esto en su última exposición titulada Capitalismo Anal Capitalism. La expresión Anal Capitalism ha sido empleada por el artista desde hace diez años en sus obras y surge en una conversación entre K. Silverman y H. Faroki a propósito de un film de Godard, Week-end. Dicha expresión como bien dice el artista: Haría referencia a un estadio del capitalismo como lógica cultural hegemónica que liquida todo referente de valor”. Txomin Badiola en sus trabajos de los últimos años ha puesto especial atención a la relación entre el lenguaje ins/escrito y el hablado como lugar en el que más evidente resulta la falacia que une la eficacia de la comunicación con el significado.

La obra de Txomin Badiola podríamos relacionarla con dos artistas: Joseph Beuys y Jorge Oteiza. De este último artista, Badiola está realizando desde el 2007 el "Catálogo Razonado de Escultura" por encargo de la Fundación Museo Jorge Oteiza.

Su última exposición, está dividida en dos partes. Por un lado un conjunto de obras compuesta por construcciones en acero, metal, madera, pintura y textos grabados, agrupadas bajo el nombre de Capitalismo Anal; y por otro lado, una pieza de gran tamaño con sonido titulada Entelequia. El sonido que contiene esta obra es la repetición continuada de dos textos, sometidos en uno de los ejercicios del proyecto de Badiola Primer Proforma 2010 a múltiples traducciones en varios idiomas hasta que estuvieron corrompidos con respecto a su significado original. Posteriormente, fueron leídos por los participantes en el ejercicio recuperando su sentido al convertirse en voz. El sonido se repite una y otra vez formando parte de la exposición y sin dejar que el espectador pase desapercibido.

Una de las novedades de la exposición es la intervención de la fachada, en la cual vemos una serie de carteles naranjas pegados con el nombre de la exposición y un texto elaborados por el propio artista, sobre un telón de teatro de fondo y que forman parte del conjunto de obras de arte, una manera de invitar al espectador a entrar y contemplar el resto de obras que se encuentra en el espacio expositivo y que contienen el mismo carácter que la obra de la fachada.

Txomin Bandiola no intenta plasmar a través de sus obras una materialización de sus ideas, sino que pretender comunicarse con el espectador y que él mismo interprete sus obras a su manera. Aunque como el mismo artista reconoce “su propia existencia testimonia que son hijas de una época como la descrita”.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Opresión con recesión

Sandra Sáinz García 


Locked-in sindrome, no es solo un título, representa la sociedad de hoy en día y el síndrome de enclaustramiento al que estamos sometidos constantemente como si fuéramos marionetas del poder. Avelino Salas, a través de diversas técnicas artísticas con las que plasma sus obras, demuestra que hasta el objeto más cotidiano puede estar lleno de reivindicación, desde bolígrafos Bic hasta piedras como representación de una falsa arqueología.

Esta forma de expresión no es nueva, ya lo vimos a comienzos del siglo XX con las vanguardias, y aunque las técnicas y los medios no eran los mismos con los que se cuenta actualmente, la finalidad si lo es. Quizás el arte es la forma perfecta de reivindicación, ya que es visto por muchos pero entendido por pocos, dejando que cada uno plasme su propia personalidad y sus creencias en lo que desempeña. Desde que se entra por la puerta a ver la muestra, el espacio, impolutamente blanco, deja todo el protagonismo a las obras, tal vez es por eso que llama tanto la atención la capa negra. Ese contraste tan marcado casi da miedo, enajenada en el aire y sujeta con una soga, personifica a la perfección la revolución social existente. Impresas en su superficie la frase que señaló Descartes: Larvatus Prodeo, Avance enmascarado, como una metáfora de que la sociedad está en constante cambio y, por lo tanto, las leyes y la política también, teniendo que adecuarse a los tiempos en los que se vive y siendo inevitable el cambio continuo que esta debe experimentar sin esconderse debajo de este ente que tanto ha servido para ocultarse durante muchísimo tiempo. En contraposición a esta obra, La máscara al revés, incita a pensar que todo no es lo que parece, ya que esta se utiliza para apaciguar a las masas, pero es tanto lo que han tirado de la cuerda que al final los que penden de un hilo son las grandes instituciones.

A sí mismo, en Arqueología de una revuelta, el artista está metido en un juego en el que otorga la categoría de arte suficiente a una piedra solo por estar expuesta como si de un museo se tratase. Estas piedras, recogidas de las manifestaciones que se han ido sucediendo en el mundo, están en contraposición con la obra Sanpietrini, ya que aparta una de estas y la baña en bronce acompañada de una ilustración de una calzada romana, como dando a entender que esas piedras, que un día representaron el desarrollo, son las mismas que se utilizan para pedir otro cambio y avance y no un retroceso social.  Al igual que la serie que nos muestra la quema de banderas, uno de los pocos actos que más controversias levanta. El quemar la bandera de tu nación como insignia de resistencia a ella, y es que muchas veces en vez de acoger se intenta reprimir, por lo que esto se ha convertido en un símbolo común mundialmente.

Los derechos humanos escritos por Salas con un compás en una serie de bolígrafos Bic, no solo llaman la atención por la rareza de la obra, sino porque está haciendo un llamamiento a todos esos valores de la declaración universal de los derechos humanos que hoy en día apenas tenemos noción de ellos, ya no solo en un caso concreto sino como un movimiento universal que se debe de expandir, ya que los cargos que los crearon son los mismos que los que están acabando con ellos.

La pregunta Cui protest? ,Impresa en neón, fue expuesta ya por el artista en Madrid en la muestra que hubo recientemente en el Matadero donde obtuvo un gran éxito e hizo recapacitar sobre lo comentado ya anteriormente. ¿Quién gana con esta situación? ¿Se van a seguir escondiendo? Sea como sea, el artista deja la puerta abierta a todos estos problemas y a una posible solución para que no nos olvidemos de donde parte todo.



Ariel Barile Haedo.

Desmontando al poderoso caballero.


Cristina Lucas (Jaén 1973) nos invita a elaborar un concepto o una idea, sin tener en cuenta la disciplina que lleva a cabo, o la técnica mediante la cual se explaya; ella no está interesada en considerarse virtuosa de ningún estilo en concreto, ni de ninguna técnica, crea así un estilo propio que si cabe, se  caracteriza por un efecto sorpresa compositivo. Su interés radica en el mensaje que mediante estos múltiples medios nos quiere transmitir, en este caso,  el tema y título de la exposición es El Capital, hace mención a la obra de Karl Marx, y unificando en conjunto el sentido de sus obras.
En una nave diáfana y oscura del antiguo matadero de Madrid, nos expone el conjunto de  sus obras con un carácter frío y oscuro que nos envuelve durante la visita. El vínculo de las obras, es el sistema en sí,  presidido por  el control  del poderoso caballero, que llega a introducirse en todos los ámbitos, incluso en aquellos que consideramos alejados de la economía capitalista, como pueden ser los valores, o los sentimientos, virtudes… mediante los cuales Cristina hace una “radiografía” para desenmascarar su cara más frívola, el verdadero interés que hay detrás de las instituciones varias, maquilladas mediante el moderno márqueting. Presentando todo mediante nueve proyectores, en los que nos hablan los profesionales de cada campo en particular, nos deja a nuestro juicio observar la evidencia que resalta al unir todos estos discursos que ella elige exponer.
            Las obras nos hablan de una contradicción que inocentemente se podría tildar de  invisible, pero que ante los ojos que quieren verla se hace notoria, una demostración más de la antigua batalla en la  que  la realidad  venció a la ficción,  demostrada por Lucas en el astronómico precio que adquiere la obra que  despierta el espíritu anticapitalista por antonomasia. Titulada como “Plusvalía”, la esencia de la obra habla sobre la no interpretación actual del manuscrito de  Karl Marx El capital, y la contradicción  genera  dolor de ojos, tanto como la caligrafía del ilustre e intachable pensador de Marx.
            Manteniendo la línea de dolor de ojos, nos abre las puertas de la exposición con una sucesión de imágenes fotografías colocadas en paneles lumínicos que chocan a la vista, pero que en su trasfondo mantienen el mismo lenguaje de contradicción, mediante el cual se puede entender la exposición. La exhibición de objetos de alta gama del lujo, compartidos por una “cómica” multitud oriental, remueve nuevamente la secular diferencia de clases en la que aceptamos vivir, en la que  las hormigas obreras quizá, algún día y mediante cuantiosos sacrificios vitales, puedan  vivir durante un segundo en la comodidad de la hormiga reina.
 El capital es el idioma mediante el cual hoy nos entendemos todos seamos del país, lugar o cultura remota a la que pertenezcamos, el capital es el único capaz de levantar la voluntad de enemigos y de amigos, el poder del mismo y su entendimiento, nuevamente presentado a través de obras con una carga descifrable para aquellos que quieran sumergirse a hacerlo. Una vez entras en el juego del poderoso caballero es difícil reeducarse, pero quizá, cuando este bulo de papeles con caras de presidentes estalle y no de más de sí, nos replanteemos la escala de valores en la vida, esta utopía suena hasta ironía, casi subrreal, como  tres chicas compartiendo un par de zapatos de la prestigiosa firma Manolo Blahnik, a la vez.






lunes, 17 de marzo de 2014

La lucha a través del arte


Rebeca Gonzalo


El arte como protesta social es algo que ha estado presente en la historia desde mucho tiempo atrás. El arte ha sido siempre una forma de plasmar la historia y la vida. Los artistas vanguardistas ya emplearon el arte como un “arma” para luchar contra la sociedad de su tiempo.

De la misma manera, Avelino Sala, un artista, escritor y filosofo, a través de sus obras expuestas en la galería Ponce+Robles de Madrid, en una exposición titulada Locked-in Syndrome, invita al espectador a pensar y ser consciente del momento en el que se encuentra nuestra sociedad actual. El propio título de la exposición alude a la incapacidad del ciudadano para reaccionar ante lo que está ocurriendo a su alrededor, siendo consciente de los distintos cambios sociales y económicos de nuestra época pero sin hacer nada al respecto.

De esta forma, empleando sus obras para hacernos reaccionar, vemos como este artista, en una de las obras centrales de la exposición, crea a través de un objeto cotidiano como es un bolígrafo Bic, una de las obras que más llaman nuestra atención. Mediante el uso de la punta de un compás, el artista graba en un total de cuarenta bolis Bic la Declaración de los Derechos Humanos, unos derechos que en la actualidad parecen haberse olvidado, unos derechos que existen y sabemos que están ahí, pero que apenas parecemos recordar. Esta obra aparece acompaña de un vídeo en el que vemos como el artista graba en cada boli cada uno de esos derechos, con un sonido que hace que el espectador no se quede indiferente.

Pero esta no es la única obra que llama nuestra atención, de hecho todas las obras que aparecen en la exposición son una llamada a nuestro pensamiento. De la misma manera, y como si de una vitrina museística se tratara, el artista expone una serie de piedras que han sido arrojadas en distintas manifestaciones de todo el mundo a las que llama “Arqueología de la revuelta”, unas piedras que a simple vista parecen únicamente objetos de contemplación, pero que como una gran cantidad de obras de arte tienen mucho más que decir y guardan una parte de la historia detrás de cada una de ellas.

A partir de otra obra realizada en neón, y continuando en la misma línea, Avelino Sala nos hace la siguiente pregunta Cui protest? (¿Quién se beneficia?), haciéndonos reflexionar, como con el resto de las obras, sobre quién se beneficia en cada momento o en cada acto. Una obra que vimos ya a principio de este mismo año y finales del pasado en el Matadero de Madrid.

Y pensando aún en la respuesta a esa pregunta nos encontramos con otra obra La máscara al revés, que unida a otra de las piezas centrales de la exposición, una capa española colgada de una toga y con un bordado en letras doradas donde podemos leer: Larvatus Prodeo (Avance enmascarado), la famosa frase de Descartes que aparece en una de las cartas del filósofo, nos lleva a esa idea de que realmente todo es manipulable, y de que quizá es hora de desenmascarar a todos aquellos que con gesto amable y ocultando su verdadero rostro bajo una máscara solo tiran de los hilos para que actuemos como marionetas.

Y así, Avelino Sala, empleando casi todas las disciplinas en su exposición: pintura, escultura, fotografía, etc, nos hace abrir los ojos y reflexionar sobre el momento actual en el que nos encontramos, nos hace ser conscientes de nuestra historia más reciente para que reaccionemos y de alguna forma, no volvamos a cometer los errores del pasado y podamos cambiar nuestro futuro. 

domingo, 16 de marzo de 2014

Coreografía del mundo al son de la vida moderna.

Lucía Rúa Pérez

Privando a los demás de la lengua de la ciudad, a todos se le quita la ciudad, les dejan a los demás un Nápoles para pasear o consumir pero no un Nápoles para intervenir, penetrar y gozar. (Gólgota Picnic, Rodrigo García)

Cristina Lucas nos ofrece una muestra en bruto de eso en lo que nos hemos convertido, y la personificación de las parcas que están moviendo nuestros hilos, pero con nuestro consentimiento. Lo expone tal y como fue, con El Capital de Marx como base del proceso, y el resultado físico de éste cuando se deja de la mano del individuo avaricioso, que lo es por naturaleza, o por devenir. La exposición, propuesta desarrollada en el Matadero, Madrid, es un espejo de uno mismo y sus circunstancias, que por ser partícipes de este juego somos uno más de los jugadores, a la vez que creadores y culpables. En primer plano recibimos cuatro imágenes que llevan a pensarse como Los desastres de la guerra del siglo XXI, seguido de una llamada de atención a las bases de todo ello con los escritos de Marx, y de ese capital del que disponíamos para llevarlo a cabo. La otra parte de la exposición, Capitalismo filosófico, ejemplifica cómo lo hemos abordado. Saldremos de ese antiguo frigorífico penumbroso preguntándonos ¿en qué nos hemos convertido? sabiendo que no podemos escapar, solo revolvernos y buscar nuestro camino para intentar (que no conseguir) escabullirnos entre la decadencia del individuo. 
El arte se ha vendido a la belleza, que a coronado el podium del desastre, de la mano del miedo. Hemos hecho de la dominación del espacio, el cual en esencia no nos pertenece, nuestro distintivo social, donde la justicia son palabras no siempre escudo de los hechos, y donde el dolor se anestesia con fármacos y la verdad la igualamos a la mentira, y la permitimos, hasta creer poder definir la vida, y buscar comercializar incluso con la muerte. La moraleja me llega de la mano de Esperanza Gracia, la super estrella de la televisión actual, que  autoafirmándose como una pensadora de nuestros tiempos ofrece una frase para la historia, hablando del peso de la muerte y nuestra visión sobre nuestro paso por la vida: “to let yourself to dance with the life”. Ou Yeah. “Hemos venido a morir”, añade la fundadora de la empresa que crea diamantes de tus cenizas. “Las drogas para la serotonina... es el gran invento para el ser humano..el Prozac”, alimento de nuestras mentes, condicionadas por el miedo como “el botón del pánico”, según Héctor Galván, que añade “sin miedo no hay dinero”, o el cómo se han hecho dueños de nuestro paso libre por la vida. 

Cristina Lucas ofrece un gran trabajo documental, circular, muestra de este lugar en el que el hombre de hoy en día se encuentra encerrado. La cuestión es que aceptamos esas cadenas. Aunque nos creamos independientes, dueños de nuestro futuro, no tenemos acceso al candado, ni tenemos la llave, por lo que parece que lo único que podemos hacer es, o bien cerrar los ojos y pensar “pues no estamos tan mal”, convenciéndonos de que esto es evolución, de que “mira como estaban nuestros abuelos, aquello no era vida”, o bien aceptar incomodarnos y retorcernos a ver si conseguimos escaparnos, pero aún conscientes de que no vamos a llegar a dicha meta, el hecho de estar intentándolo será una motivación lo suficientemente digna como para empeñar nuestra vida en ello. La exposición puede resultar un jarro de agua fría, nos desvela, algo que supone de vital necesidad para todos y cada uno de los jugadores de esta gran partida. 

sábado, 15 de marzo de 2014

Un huerto y un descampado

Paula Fernández Escribano

 “Los objetos apenas me interesan, lo que me obsesiona son los lugares y mi relación activa con ellos; me parece aterrador el modo en que nos han enseñado el arte: producir objetos en el taller que viajan en camión a la sala de exposiciones, donde se exhiben. Yo no quiero eso y me gusta mucho la gente que le da la vuelta a ese esquema. Por eso admiro mucho a los auto-constructores, porque la autoconstrucción no se acaba nunca. Cuando se termina una cabaña se hace otra, luego un garaje y un gallinero y la ampliación de la primera cabaña... Es un proceso, es como el arte; no se trata de construir una cabaña maravillosa, ni de hacer la gran obra, es un proceso que no se acaba nunca, una forma de vida, de relacionarse con el entorno.” Así  respondía Lara Almarcegui en una entrevista realizada en 2008 por Javier Hontoria, en relación a una cuestión sobre su relación con el objeto de arte.

Esta afirmación nos puede servir de punto de partida para descifrar la exposición Por debajo / Underneath de Lara Almarcegui que se presenta en la galería Parra&Romero, sobria e intimista a primera vista. La primera pieza que encontramos es Rocas de la isla de Spitsbergen (Svalbard, 2014) compendio geológico de ese territorio en concreto, y en la siguiente sala, una obra audiovisual titulada Casa enterrada (Dallas, 2013) que muestra la acción de demolición, y posterior enterramiento, de una casa real en Dallas. Estas dos piezas pueden relacionarse a la vez con el título de la exposición, Por debajo, y asimilar que se pretende una investigación exhaustiva de lo que se encuentra bajo la superficie, una búsqueda de lo escondido, de lo soterrado. Incluso parece que la finalidad de estas obras es la búsqueda en sí misma, sin conclusión final.

El peso de las piezas acabadas frente al proceso de investigación o de preparación de la acción, dependiendo de la obras, pierde importancia.  Así Rocas de la isla de Spitsbergen no nos dice tanto, si no somos conscientes del proyecto en el que se enmarca: una crítica a los trabajos de minería que se van a realizar en esta isla y su impacto medioambiental, a través de una investigación detalla de la realidad geológica del territorio. Realizada con ayuda de geólogos y otros especialistas. En Casa enterrada sí tenemos más datos de la acción, vemos como esta es llevada a cabo bajo la supervisión de la artista. Algunas constantes que se aprecian en su trabajo son: que se refiere a procesos, estos a su vez son actividades grupales o, al menos, “colaborativas” (aunque la plasmación de la idea sea inherente a la artista) y son acciones realizadas en relación con la naturaleza, directa o indirectamente.

Las experiencias descritas por Lara Almarcegui, nos incita a reflexionar sobre el modo en que percibimos nuestro entorno; cómo vivir en las ciudades se convierte en una realidad de naturaleza cambiante, tanto desde el punto de vista del habitante como de la realidad arquitectónica, entrarían  en juego factores como la subjetividad de la percepción del medio y la transformación del entorno urbano tanto en el espacio como en el tiempo. Surgen por tanto referencias al proyecto situacionista con el que se pretendía la organización colectiva de un ambiente urbano unitario y la participación del ciudadano en el mismo. Y también similitudes con el trabajo del grupo Anarchitecture (por extensión con el trabajo de Gordon Matta-Clark), interesados en la crítica a la cultura contemporánea donde la arquitectura fue concebida como símbolo de los peores excesos, investigando acerca de la naturaleza de la ciudad, las formas de habitarlas, los espacios residuales/ambiguos y el concepto de “propiedad”.

Por su relación con la naturaleza muestra similitudes con el Land Art, influencia que ella misma no niega, si bien prefiere su vertiente más sutil en cuanto a la huella dejada en el medio. Como sus investigaciones sobre descampados (Ámsterdam, Liverpool, Róterdam, Sao Paulo) o sus intervenciones sobre huertos urbanos (Róterdam y Turín).

viernes, 14 de marzo de 2014

El Arte es Capital

Cristina del Amo Sáez


Al igual que la mayoría de sus trabajos, Es Capital de Cristina Lucas, no deja indiferentes a los espectadores, ya sea por lo que impactante en la organización de las obras, o por los mensajes intrínsecos que se encuentran en ellas. La exposición está formada por cuatro obras, El Superbién Común, Plusvalía, Montaña de Oro y Capitalismo Filosófico. En esta muestra, la artista trata el tema del capitalismo en nuestra sociedad y recurre al tratado de política económica más importante, El Capital de Karl Marx. Plusvalía, que es la base del sistema capitalista por la cual se obtienen ganancias a través del trabajo, es la obra que muestra los manuscritos de este tratado.

El ejemplar que más llama la atención de toda la exposición es el titulado Capitalismo filosófico. En el encontramos dispuestos a lo largo de una pared nueve proyectos audiovisuales. Cada uno de ellos aborda un término diferente, como belleza, muerte, dolor; a su vez, cada uno de éstos son explicados por especialistas que trabajan con ellos. Así, en el video que trata sobre la muerte, hablan trabajadores de una funeraria, en el de la belleza cirujanos plásticos, etc.

Los términos que hay en esta obra son y han sido de una gran importancia a lo largo de la historia como, por ejemplo, la belleza ha sido tratada desde los filósofos clásicos. Lo que se entiende por cada uno de estos términos en la actualidad dista mucho de lo que se entendería en épocas pasadas, ¿qué es la belleza? ¿Qué es el arte? ¿Qué es la muerte? ¿Qué es el dolor? Son nociones abstractas y es difícil contestar qué es lo que son, sin embargo, estos profesionales dan su punto de vista, lo que significan estos términos para ellos, teniendo en cuenta que están estrechamente relacionados con su labor diaria,  y que sus trabajos no existirían si estas palabras no tuvieran tanto peso en la sociedad en la que vivimos. Esto forma parte del capitalismo, existen profesionales que con sus trabajos cubren unas necesidades, pero, a la vez nos inducen otras necesidades que no son vitales. Esto ocurre con el fin de que pueda haber gente que las cubra y así se creen nuevos negocios. En la obra Superbien Común, sería un bien común aquello que necesitamos todos y que se puede conseguir sin demasiada dificultad, sin embargo, existe esa alta esfera dónde, coches lujosos y alta costura invade las necesidades de la gente, ¿es preciso tener un coche de lujo cuando uno mucho más barato hace la misma función? Sin duda alguna, no es necesario, pero existe este mercado porque unos pocos se lo pueden permitir y, en realidad, es la mayoría de la población la que sueña con un Lamborghini o con unos Manolo Blahnik,  pero no todos pueden acceder a ello.

Lo cierto es, que la manera en que esta organizada la exposición hace que cada una de las partes que la forman te llame la atención. La oscuridad que invade la sala obliga a que te centres en lo que estás mirando en cada momento, y esto, hace que te veas inmerso de lleno en la exposición. La obra de Cristina Lucas está influenciada por sus propios intereses como, entre otras cosas, la situación del ciudadano y el paso de éste a consumista. Esto es un poco lo que se muestra en la obra Es Capital, dónde en la actualidad los ciudadanos, por encima de esta concepción, somos consumistas, y todo lo que nos rodea es capital, de cualquier cosa se hace un bien material. Como personas consumistas que somos, consumimos arte y, de una manera u otra, el arte en nuestro presente también es Capital.

El consumo te consume.



Lucía Weinrichter Roncero

El Capitalismo surge como sistema económico en la edad media en sustitución del feudalismo. En el siglo XIX toma verdadera importancia y es en esta época cuando Karl Mark escribe “El Capital” (1867) el tratado del capitalismo por excelencia donde define términos que son los que seguimos usando para hablar de capitalismo en la actualidad. La revolución del proletariado definitiva que ansiaban los comunistas jamás llegó y seguimos en un sistema donde proletarios trabajan para la burguesía -aunque estas diferencias se vean disminuidas con la emergencia de la clase media-. La artista Cristina Lucas (Jaén, 1973) realiza una serie de reflexiones en torno al capitalismo –concepto como detallo de amplísima trayectoria- en la exposición “Es Capital” que se puede visitar en el Matadero de Madrid. El título de la muestra es una referencia a la obra cumbre de Marx, que sirve para recordar que la importancia del capital, es capital


A través de cuatro obras, alternando fotografía y video Lucas realiza unu peculiar visión del capitalismo. Llama la atención que para la realización de esta exposición hayan colaborado 68 patrocinadores, cuyas marcas podemos ver detrás del folleto informativo ocupando la mayoría del espacio. Quizás es la manera de Lucas de manifestar que ella, inevitablemente (o no) pertenece a ese mercado y aunque trate de criticarlo no se puede disociar de el. 


Las esplendorosas obras se disponen en un espacio tenebroso de manera que produce un shock en la mirada del espectador. La primera es “El Superbien Común”, se trata de una serie de fotografías que muestran cómo se vive el capitalismo en Asia Oriental. Muestra los efectos -negativos- que produce la industrialización. China y Japón llegan más tarde a este proceso y tratan de hacerlo muy rápidamente lo que tendrá sus consecuencias... Para Japón supuso adentrarse en la IGM en búsqueda de recursos que permitieran a su país hacerse más fuerte, aunque el proceso de industrialización ya venía de la era Meiji. En China ese proceso vino con la República Popular de Mao, en la histeria por convertirse en una potencia mundial, se produce una política propagandística destinada a convencer a la sociedad de la necesidad de industrializarse lo más rápido posible. Hoy en día China es la segunda potencia del mundo y sigue muy de cerca a la primera, Estados Unidos. En las imágenes vemos una serie de familias que parecen anunciar un estilo de vida basado en la velocidad, el exceso, los lujos… etc. Un estilo de vida al que realmente muy pocos pueden acceder y sin embargo, por sus caras de satisfacción, parece que es el único que consigue la felicidad. 


En “Plusvalía” Lucas presenta los manuscritos de “El Capital” de Marx, que han salido a la venta en subastas y en internet y sus precios son altísimos. Irónicamente, la misma obra que critica el capitalismo y define el concepto de plusvalía ha sido «víctima» de este mismo proceso y se ha revalorizado hasta el infinito. 


¿Se puede resumir la riqueza de un país en una imagen?. En “La Cámara del Tesoro” Lucas captura la totalidad de oro que hay la cámara acorazada del Banco Central Nacional. En momentos de crisis, el único valor tangible es el oro. Como un ladrón que llega a la cueva de Ali Babá y queda fascinado con la imagen presenciada, Lucas muestra un mapa del interior de la cueva para que imaginemos la estrategia para incautarnos del tesoro, despertando una vez más, deseos de cosas imposibles. 


Para cerrar la exposición la obra “Capitalismo Filosófico”. Se trata de nueve videoinstalaciones donde se entrevista a una serie de personas, que dentro del sistema del mercado capitalista, trafican con valores y conceptos como si fueran bienes de consumo. ¿Qué es la muerte para alguien que trabaja en una funeraria? no es más que el capital con el que trabaja. Y así, se tratan temas como el arte, la belleza, el miedo, la justicia, el dolor o la verdad a las personas que se dedican a estos asuntos. Irónicamente estas personas que deberían conocer estos conceptos mejor que nadie, tienen problemas para definirlos. Se pone de manifiesto como el capitalismo puede nublar el horizonte del ser humano de manera que las cosas verdaderamente importantes quedan relegadas a un plano secundario.
 

Arte frente a la incoherencia

Carlota Ayala Berlínchez

En un espacio amplio y oscuro, brillan las obras que conforman la exposición de Cristina Lucas, Es Capital, la cual se basa fundamentalmente en fotografía y vídeo. Lo primero que llama la atención, nada más entrar, es la imagen de un excesivo grupo de personas de clase alta divirtiéndose en un coche de lujo. Esta imagen y las otras cuatro que la siguen, bajo el título de El superbien común, transmiten un glamour y una ostentación algo hortera a la que, no obstante, nuestro period eye ya está más que acostumbrado gracias, fundamentalmente, a la publicidad. Todas, pero, especialmente, la segunda imagen, en la que tres jóvenes posan realizando una pirueta en una majestuosa estancia, transmiten poder, riqueza y triunfo a partes iguales y ¿cuáles son, sino éstos, los objetivos más perseguidos por el hombre en nuestra cultura? Coches de lujo, abrigos de pieles y familias felices e ideales que posan desenfadadamente ante la cámara para el tradicional retrato familiar al más puro estilo yanqui. La fotografía que, quizá, simboliza de manera más directa las intenciones de la artista es la protagonizada por una familia de cinco miembros a lomos de un precioso caballo blanco. Una imagen idílica, según nuestro actual imaginario colectivo; no obstante, no hace falta saber mucho de biología para sospechar que cinco personas, por livianas que sea, son demasiado peso para un sólo caballo. Cabe la posibilidad, por tanto, de que represente nuestro sistema, es decir, puede que se trate de un paralelismo: ambas situaciones son, a la larga, insostenibles.

Montaña de oro hace referencia al método que anteriormente se empleaba para fijar el valor de la moneda de una nación, sistema que decidió ser cambiado por el actual, en el que el propio mercado determina dicho valor, con lo que ello acarrea. Frente a la volatilidad actual, los lingotes de oro representan la consistencia de éste metal, no sólo literal, sino también metafóricamente. Por su parte, Plusvalía es el resultado de la investigación llevada a cabo por la artista en torno a El Capital, de Karl Marx, centrándose fundamentalmente en la comercialización de los manuscritos. La obra se compone de documentos de diversa índole que hacen hincapié en el valor que posee este tratado, tanto económica como culturalmente. A los documentos en papel se le suman un video documental que trata precisamente del largo y arduo proceso de elaboración de El capital, obra que, dicho sea de paso, inspira de manera evidente el nombre de la presente exposición, haciendo un más que oportuno juego de palabras. Este documental subraya el afán perfeccionista de Marx, así como el importante papel que jugó Engels en la elaboración de los dos últimos tomos, y explica las vicisitudes por la que han pasado los manuscritos debido, entre otras cosas, a la expansión nazi. La plusvalía en este caso resulta evidente, del mismo modo que es evidente que el capitalismo posee la capacidad de apropiarse de todo, sin excepción: lo mismo da una obra de Marx, que la imagen del rostro del Che Guevara o, porque no, del Amor. De todo se puede sacar un beneficio egocéntrico y desmesurado.


A estas tres obras las acompaña el incesante parloteo confuso que desprende Capitalismo filosófico, obra formada por siete vídeos, en cada uno de los cuales, importantes cargos de diversas empresas reflexionan acerca del sentido que para ellos poseen los conceptos (tales como la Belleza o el Arte) con los que comercializan. El objetivo de la exposición es claro: resaltar las paradojas, incongruencias y demás parafernalia del Capitalismo. De nuevo, el arte conceptual revela su poder pedagógico de la mano del artista.

Pulsión de consumo



Sarah Serrano 

J. M. G. Cortés señalaba en  La ciudad cautiva que “Cuando un nuevo orden social aparece no sustituye al anterior, se crea a partir de éste y esto provoca nuevos malestares o la exaltación de los que ya existían”. Con la instauración del capitalismo liberal hemos pasado de una sociedad disciplinaria a una del control que centra su eje en el consumo. Si antes lo que controlaba la vida era el trabajo ahora lo es la búsqueda del placer. Ya no se requiere mano de obra (disciplinada) sino compradores potenciales. Pero esta búsqueda del placer nunca acaba, pues siempre se nos presenta algo “nuevo y mejor” que desear y que comprar. La sociedad está articulada por objetos de consumo que a su vez otorgan un estatus al individuo que los posee. De esta manera los individuos se identifican y clasifican unos a otros en función de su poder adquisitivo o su relación con el consumo.
Esta obsesión de la sociedad capitalista actual es el motor de la exposición que Cristina Lucas presenta en Matadero, donde retrata sus enfermizas dinámicas, sus ansiedades y sus incoherencias. 

El emplazamiento, un lugar frio y oscuro, encaja perfectamente con la temática de la exhibición y contrasta con las caras felices de los protagonistas asiáticos de Superbien común. Papá y su prole haciendo malabares para mantenerse en el mismo caballo, tres amigas imitando las estrategias cheerleaders para calzarse un único par de zapatos (muy chic), una familia acostada sobre el mismo diván –tan propio del imaginario psicoanalítico-  de diseño que nos recuerda lo enfermizo de la situación.  Tal vez todos deberíamos pasar por el diván - de uno en uno- porque la cosa es grave.  La necesidad del estatus antes mencionado es tal que ha generado una tendencia de multipropiedad de la mercancía en estos países asiáticos tan marcados por el consumismo. Al final el capitalismo se sustenta en eso, en que todos trabajen para intentar conseguir algo que, al final, sólo unos pocos se acaban llevando a casa.

Algunos ven en los medios que utiliza Lucas, como el branding del póster informativo o la colocación de las fotografías a la manera en la que se publicita en las paradas de autobús, poca coherencia con su discurso. Pero quizás tendríamos que contemplarlo como una apropiación del lenguaje publicitario para ironizar, para atacar desde dentro; o más aun como una manera de recalcar que no se puede escapar al capitalismo. En los videos que componen Capitalismo filosófico encontramos un buen ejemplo  de esta cuestión. Actualmente todo es susceptible de ser comercializado desde un objeto de uso cotidiano hasta los sentimientos más miserables, primitivos y catastróficos como el miedo y el dolor. “Sin miedo no hay dinero” declaraba el personaje/tiburón de los negocios en una de las entrevistas, mientras a su lado una farmacéutica hablaba sobre la comercialización de placebos que curan la nada. El propio Das Kapital escrito por Marx, que buscaba una alternativa a la violencia de este sistema económico (al menos así lo entiende la artista), acaba por convertirse en objeto fetiche alcanzando cifras astronómicas. 

El capitalismo no es sostenible ni está bien pensado, como tampoco lo está la manera que Lucas ha elegido para exponer los manuscritos de Marx, que penden de un alambre que ha acabado por rasgar las páginas plastificadas. Paradójicamente es un buen ejemplo de este sistema: es incómodo y tiene fisuras; algo así como el Crack del 29 que puso en evidencia que los mecanismos autoreguladores fallaban. Pese a sus fallos, y su obsolescencia inminente, todos sabemos cómo suena el violín más pequeño del mundo

jueves, 13 de marzo de 2014

EL CAPITAL CUESTIONADO. CUANDO EL PODEROSO ES SATIRIZADO Y LOS VALORES MERCANTILIZADOS.



Juan Antonio Carrera Muñoz

   La artista Cristina Lucas, en una reciente entrevista para Televisión Española, afirma como el propio Karl Marx no quería publicar los tomos de su obra El Capital por considerarlos inacabados ante la capacidad para mutar del propio sistema capitalista que analizaba. Necesitaba reescribir constantemente sobre el objeto que investigaba. La mutación de las reglas económicas, de las relaciones entre los actores, de los objetos y personas para convertirlos en productos dentro de la vorágine consumista. Una capacidad de mutación, casi regida por reglas alquímicas, que refleja muy bien en su exposición en Matadero Madrid. Lucas es capaz de banalizar el concepto de lujo a la par que muestra la perversión de convertir la obra de Marx en un producto de consumo. Nos traslada a la situación del oro como parodia de si mismo, de ser el producto de valor más elevado y que domina la economía a convertirse en un objeto musealizado, muerto, rodeado de impresionantes medidas de seguridad. Con su ultima obra, es capaz de ridiculizar a quienes hacen mercado de los valores filosóficos y morales, modificando las entrevistas realizadas con el montaje del video. 
   Precisamente la ironía es el arma que mejor controla la artista en esta muestra. Resulta muy impactante su labor por mostrar en lo que se han convertido las marcas de lujo. Coches, sofás de diseño, impactantes casas… pero sobre todo como consigue mostrar la vulgaridad que ha alcanzado una emblemática firma de diseño de calzado. Manolo Blahnik fue hace tiempo un símbolo de calidad, de diseño y de nobleza material. Zapatos por los que se suspiraba y anhelaba, incluso zapatos que en los años 90 consiguieron su cuota de cultura popular al asociarse a una serie casi de culto. Se asociaban a una nueva mujer, que no dependía del hombre, que conquistaba cuotas de poder en la sociedad falocéntrica. Sin embargo, han sido conquistados por el capital. Por las niñas de papá que solo buscan un nombre. Ese símbolo que fueron antaño se ha perdido, el “aura” que los hacía especiales ha sido sustituida por un halo de fabricación en serie, en definitiva, de entrada a un circuito de forma ridícula, como Lucas nos hace ver en la imagen. La misma herramienta satírica es utilizada en los vídeos con entrevistas. Asociadas a valores éticos o a conceptos filosóficos, Cristina entrevista a profesionales de diferentes ámbitos que se dedican, no solo a generar la famosa plusvalía de Marx, sino a rentabilizar al máximo la desgracia de la muerte, a jugar con traumas humanos a través de banalizarlos con operaciones estéticas, a prometer diamantes, objetos muy valiosos, a través de las cenizas del difunto como si un recuerdo imperecedero del ser querido exigiese un considerable desembolso económico. Especialmente impactante resulta la exposición “del arquitecto de los ricos”, quién se atreve a insinuar que sus casas vienen influidas por los mayores arquitectos del siglo XX cuando no hay un ápice de los valores de aquellos; que se atreve a teorizar sobre los conceptos de tiempo y espacio en clave profunda mientras vemos la enésima decoración minimalista de fondo.
   Esa ironía está presente durante toda la muestra. Como Marx quería con sus escritos, Lucas plantea la constante transformación de los objetos cuando pasan a formar parte del vórtice consumista. Su ridiculización, como la de la propia obra de Marx, cumbre en el pensamiento occidental y condenada a la misma muerte que el oro en el mundo actual. Ironía que se refuerza al ver como todas esas firmas han colaborado aparentemente sin saber a la altura a la que iban a ser dejadas.

Money Makes the World Go Around


Elena González-Moral Ruiz

Para Cristina Lucas, la figura de un artista va mucho más allá de la creación meramente estética. Su concepción de la labor de este personaje es la de cuestionar lo establecido. Ella misma pone en práctica esto como línea que atraviesa su trabajo. En su obra, se le da prioridad a la reflexión crítica de la sociedad que nos rodea, así como de la jerarquía de poderes que la articula. En Es capital, un proyecto de intervenciones “site specific”, Lucas mezcla la reflexión social con la económica y, en menor medida, la política, mediante diversos medios que le otorgan dinamismo a la exposición, como proyecciones de video, fotografía o papel. El resultado final que se nos presenta deja entrever la cantidad de trabajo dedicado a cada una de las piezas. Para Capitalismo filosófico, por ejemplo, fue necesario entrevistar a 68 figuras de diferentes entidades, y todos los trabajos son de nueva creación.
Una constante en la trayectoria artística de Lucas, según sus propias palabras, es la aparición, de una manera o de otra, de la noción del poder, un poder que se manifiesta en el ejercicio de una determinada fuerza. Para ella, el término que mejor resumiría el planteamiento es el de “autoridad”. En Es capital, la autoridad que se presenta ante el espectador es la autoridad del dinero, y en consecuencia, el poder que ejercen aquellos que lo poseen. Pero es un poder que no deja de estar marcado por la paradoja. En Plusvalía, la artista investigó cuanto costaba la obra del padre del comunismo, Karl Marx, El capital, escrita a partir de la primera gran crisis del capitalismo. De esta manera, introduce en la corriente una obra que intentaba salirse de ella. Montaña de oro presenta al espectador las tripas del sistema en el que se vive: las cámaras de los bancos que guardan celosamente el oro, unidad monetaria del pasado, pero que todavía articula la ambición de la sociedad. Capitalismo filosófico establece un discurso especialmente afilado al presentar la visión de conceptos filosóficos tales como el arte, la justicia o la belleza, por parte de colectivos e individuales que hacen negocio con ellos. Finalmente, la pieza titulada como El superbien común presenta la paradoja de un sistema capitalista en el que todo el mundo sueña con una vida de élite, en un planeta que no tiene los recursos suficientes para otorgarla. Además, se explora el concepto de la globalización, al presentarnos a personajes orientales rodeados de un lujo propio de Occidente. El capitalismo ha unido a la humanidad bajo su inmensa sombra, haciendo que todos persigamos el mismo tipo de vida idílico caracterizado por la abundancia de dinero.
La motivación que Lucas elige para seguir trabajando en el campo de las artes no es otra que una necesidad inherente de comprender el tiempo en que le ha tocado vivir y ofrecer su visión particular de éste al mundo. Está movida por la curiosidad, una curiosidad que se termina topando con paradojas, incógnitas y misterios que hacen que se torne en pasmo. Una curiosidad que no deja de tener un sentido pedagógico, al tratar de contagiarla. No es una exposición sin sentido, de simple presentación de un mundo en el que tanto artista como espectador se hallan inmersos. Es una invitación a reflexionar sobre el sistema que controla nuestro día a día, y una exhortación a aprender a ver las contradicciones de ese mismo sistema. Después de todo, ya enunciaba Welles que “el arte es una mentira que permite darnos cuenta de la verdad”. 

Supercapitalismo



 Dolores Cairoli

Al llegar al antiguo frigorífico del Matadero nos envuelve un ambiente lúgubre y frio, y esto no se debe sólo a la anterior función de ese espacio sino que también está decorado de esta manera para la actual exposición de Cristina Lucas “Es capital” que tiene lugar en la misma sala. 



Las obras siguen un orden lógico ya que la artista prácticamente guía al espectador con su colocación dentro de la propia sala: Primero nos encontramos con El superbién común. Este nos da paso a la siguiente obra compuesta tanto por un video y por impresos llamada plusvalía (el cual también da nombre a la instalación de video). Al fondo de la sala está su tercera obra llamada Montaña de oro, y a lo largo de toda la pared siguiente está la obra de Capitalismo filosófico, que está compuesta por 9 videoinstalaciones con diferentes nombres: desde El arte, hasta la Vida/Muerte, pasando por la belleza, la verdad, el dolor, etc.



La colocación es importante ya que está compuesto de tal forma que se ve una evolución:

Por bien común se entiende que es aquello de lo cual se benefician todos los ciudadanos, pero el superbién común entonces ¿Qué es? A la conclusión que se puede llegar mediante las fotografías que expone Cristina Lucas es que este superbién sólo lo pueden experimentar algunas personas de alto poder económico. Si analizamos las fotografías podemos entender que su felicidad depende de los accesorios que las acompañan, y estos accesorios no son “aptos para todo público” debido a que no todos podemos permitirnos un Mercedes unos zapatos Manolo Blahniks o un sillón Eames. Por lo tanto, al no beneficiarnos de ello, ¿Nos volvemos infelices?

Lo que también habría que destacar de esta obra es que los personajes que aparecen tienen rasgos asiáticos, lo que podría hacer alusión a la gran Hong Kong, la cual posee una economía de las más adelantadas del planeta lo que hace posible a los personajes de las fotografías la utilización del capital de dicha manera.

Seguida de esta, tenemos la videoinstalación llamada plusvalía. Concretamente nos muestra la plusvalía del manuscrito escrito por el padre del capitalismo Karl Marx titulado “El Capital”. Este se ha encarecido en el mercado hasta llegar a los 2.500.000 €, y si seguimos la mirada por la sala encontraremos Montaña de oro, dos fotografías con el tesoro almacenado en Banco de España.



Sin duda la parte más destacable es el final, donde sitúa las nueve instalaciones de video: cada una está dirigida a un tema específico y son entrevistas a grandes empresas que han llegado a triunfar. Los temas que encontramos son: El arte, la belleza, el espacio/tiempo, el miedo, la justicia, el ciudadano/consumidor, el dolor, la verdad y la vida/muerte. Lo irónico de esta obra lo encontramos en su dualidad, por ejemplo, el video de la muerte: Todo el mundo le teme a la muerte, es un proceso inevitable que nos espera a todos. Pero ¿qué pasa cuando se le pregunta a una funeraria por la muerte? ¿Qué se puede decir de ello? Sí, es una pena, todos morimos, pero nosotros nos beneficiamos de la muerte de sus seres queridos. ¿Dónde está el bien común en la muerte? Sólo se benefician unos pocos, que es lo que Cristina Lucas rechaza de la sociedad capitalista.