miércoles, 12 de marzo de 2014

Ley Innata

María de Antonio Aguirre
Como si de un testamento se tratase Es Capital sentencia la caducidad del sistema económico global. Mediante un reflexivo trabajo de investigación Cristina Lucas abarca los puntos fuertes que cimentan el sistema capitalista para denunciar la debilidad de una forma de entender el mundo que no hace más que tambalearse. Desde las relaciones sociales hasta los procesos judiciales, de lo colectivo pero también sobre cómo nos sentimos ante el mundo.  Los antivalores del capitalismo están en crisis, sus teorías aplicativas obsoletas y el supuesto crecimiento ilimitado que nos vende no es sostenible porque nuestros recursos son limitados. El espíritu aventurero que acompañaba al primer capitalismo mercantil del siglo XV se ha transformado en un miedo aterrador, evidenciado por las fronteras que se levantan entre países. ¿Murallas que nos acorralan en un mundo sin fronteras? Baluartes desde donde se apunta a nuestro mayor enemigo y su mejor aliado, la pobreza. Y así es como el capitalismo perece; desgastando lentamente lo poco que queda de humanidad y sustituyendo los valores morales por necesidades materiales. 
Cristina Lucas advierte esto como un problema de primera índole, razón por la que decide introducirse en un estudio comparativo, un estado de la cuestión sobre cómo los mecanismos de poder limitan nuestra libertad y nos coartan entre los cimientos del capital. Una alternativa tremendamente atractiva para tratar las problemáticas actuales a través una nueva visión de la obra de Karl Marx, sus manuscritos no publicados, la imagen del oro del Banco de España -que hoy en día no es más que un concepto simbólico- y una serie de fotografías que ironizan el ímpetu compulsivo del comprador y evidencian cómo el vivir por encima de nuestras posibilidades ha sido el detonante del inevitable derrumbamiento. Todo esto es complementado con una serie de vídeos que nos hablan de cómo la filosofía y ética contemporánea está determinada y contaminada por la macroeconomía. Testimonios recopilados a través de una acentuada labor documental nos enseñan cómo el capitalismo está presente en todas y cada una de las esferas de la vida, tanto pública como privada. La acumulación de plusvalía fue vaticinada por Marx como <<el fin último y único de la humanidad>>, precisamente el germen que ha generado una especulación exacerbada y que ha llevado, una vez más, a nuestra sociedad a una crisis de nivel mundial.
El Estado está endeudado hasta las trancas y sus políticos y economistas siguen pensando en cómo mantenerse y no caerse al suelo en vez de intentar buscar soluciones a los contratiempos que estamos viviendo. El capitalismo se asienta sobre unos pilares cuyo máximo exponente es el liberalismo económico, la no existencia de una mano interventora, el Estado, que juegue con las fichas del ajedrez. Parece que -una vez más- es labor del artista poner los problemas sobre la mesa o, en esta ocasión a través de la pantalla, para abrir los ojos de un tortazo al público. La muestra busca una reflexión por parte del visitante y es evidente que la autora ha pensado meticulosamente cada una de las relaciones que nos ha presentado. Plusvalía y competitividad son dos factores que Cristina Lucas nos ha mostrado como parte fundamental del germen que contamina las estructuras sobre las que nos definimos como sociedad. Capitalismo filosófico, eje central del discurso expositivo, hace que me pregunte cómo somos capaces de seguir montados en un tren que inevitablemente se estrella contra un muro. Las necesidades de las que nos sentimos esclavos no son otra cosa que estrategias creadas para hacer flotar un sistema que se ahoga con su propio peso. Definitivamente se rompió la cadena que ataba el reloj a las horas pero solo el tiempo pondrá a cada uno en su lugar. 

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