jueves, 13 de marzo de 2014

Money Makes the World Go Around


Elena González-Moral Ruiz

Para Cristina Lucas, la figura de un artista va mucho más allá de la creación meramente estética. Su concepción de la labor de este personaje es la de cuestionar lo establecido. Ella misma pone en práctica esto como línea que atraviesa su trabajo. En su obra, se le da prioridad a la reflexión crítica de la sociedad que nos rodea, así como de la jerarquía de poderes que la articula. En Es capital, un proyecto de intervenciones “site specific”, Lucas mezcla la reflexión social con la económica y, en menor medida, la política, mediante diversos medios que le otorgan dinamismo a la exposición, como proyecciones de video, fotografía o papel. El resultado final que se nos presenta deja entrever la cantidad de trabajo dedicado a cada una de las piezas. Para Capitalismo filosófico, por ejemplo, fue necesario entrevistar a 68 figuras de diferentes entidades, y todos los trabajos son de nueva creación.
Una constante en la trayectoria artística de Lucas, según sus propias palabras, es la aparición, de una manera o de otra, de la noción del poder, un poder que se manifiesta en el ejercicio de una determinada fuerza. Para ella, el término que mejor resumiría el planteamiento es el de “autoridad”. En Es capital, la autoridad que se presenta ante el espectador es la autoridad del dinero, y en consecuencia, el poder que ejercen aquellos que lo poseen. Pero es un poder que no deja de estar marcado por la paradoja. En Plusvalía, la artista investigó cuanto costaba la obra del padre del comunismo, Karl Marx, El capital, escrita a partir de la primera gran crisis del capitalismo. De esta manera, introduce en la corriente una obra que intentaba salirse de ella. Montaña de oro presenta al espectador las tripas del sistema en el que se vive: las cámaras de los bancos que guardan celosamente el oro, unidad monetaria del pasado, pero que todavía articula la ambición de la sociedad. Capitalismo filosófico establece un discurso especialmente afilado al presentar la visión de conceptos filosóficos tales como el arte, la justicia o la belleza, por parte de colectivos e individuales que hacen negocio con ellos. Finalmente, la pieza titulada como El superbien común presenta la paradoja de un sistema capitalista en el que todo el mundo sueña con una vida de élite, en un planeta que no tiene los recursos suficientes para otorgarla. Además, se explora el concepto de la globalización, al presentarnos a personajes orientales rodeados de un lujo propio de Occidente. El capitalismo ha unido a la humanidad bajo su inmensa sombra, haciendo que todos persigamos el mismo tipo de vida idílico caracterizado por la abundancia de dinero.
La motivación que Lucas elige para seguir trabajando en el campo de las artes no es otra que una necesidad inherente de comprender el tiempo en que le ha tocado vivir y ofrecer su visión particular de éste al mundo. Está movida por la curiosidad, una curiosidad que se termina topando con paradojas, incógnitas y misterios que hacen que se torne en pasmo. Una curiosidad que no deja de tener un sentido pedagógico, al tratar de contagiarla. No es una exposición sin sentido, de simple presentación de un mundo en el que tanto artista como espectador se hallan inmersos. Es una invitación a reflexionar sobre el sistema que controla nuestro día a día, y una exhortación a aprender a ver las contradicciones de ese mismo sistema. Después de todo, ya enunciaba Welles que “el arte es una mentira que permite darnos cuenta de la verdad”. 

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