jueves, 13 de marzo de 2014

Consumidores del tiempo


Consumidores del tiempo

Irene Salamanca Vaquero

 

El capitalismo produce que las empresas lleven a cabo una producción de bienes y servicios que dependen de un mercado de consumo para la obtención de recursos, a través del comercio y con la división del trabajo, sin embargo el capitalismo conlleva algo más detrás.

“La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas”, Marx onsideraba que todo hombre tiende a saciar unas necesidades, que a lo largo de la historia se van transformando. El hombre crearía unos productos con el fin de satisfacerlas, y para ello tendría que ayudarse de otros individuos, tendría que haber una socialización, de modo que entenderá la historia como un proceso social. La historia permite la construcción del hombre, y su existencia se manifiesta por un conjunto de fuerzas productivas que actúan en un medio natural, y distingue cuatro modos de producción básicos, el modo de producción más antiguo, que generaría dos clases sociales: amos y esclavos; el de tipo feudal produciendo señores y siervos; el renacentista con maestros y oficiales; y el modo capitalista donde se encontrarían empresarios y obreros. El motor de la historia será el progreso técnico y el trabajo, pero será la lucha de clases la que implantará un tipo de sociabilidad, “nadie combate la libertad; a lo sumo combate la libertad de los demás. La libertad ha existido siempre, pero unas veces como privilegio de algunos, otras veces como derecho de todos”. A través de la revolución, el obrero, un personaje deshumanizado, que no cuenta para nada, al igual que su trabajo, hace valer sus derechos y libertades.

El desarrollo de toda esta teoría por parte de Marx fue recogida en su obra El Capital, considerada su obra cumbre y dividida en tres tomos: El proceso de producción del capital, El proceso de circulación del capital y El proceso global de la producción capitalista o el proceso de producción capitalista, en su conjunto. Sin embargo lo más relevante de estos libros no ha sido el contenido, sino las cuantiosas cantidades de dinero que se piden por un escrito de este autor, de un pensamiento que todos conocemos y que debería ser de uso público, pero que sin embargo no podemos permitirnos. A este elevado coste es al que hace referencia el estudio llevado a cabo por Cristina de Lucas en Plusvalía, una expresión monetaria que él mismo popularizó, y que haría referencia al aumento del valor de una cosa por causas externas, lo que supone un beneficio económico, por lo que Marx apostó por su desaparición.

Un capitalismo que se basa en el consumo, en el dinero y por el los países se mueven, “el dinero es un arma de destrucción masiva” dijo Pedro Ruiz, por él se toman unas decisiones u otras, como ocurrió con la Guerra de Irak y el Señor Bush, utilizando el pretexto de la destrucción de las torres gemelas, seguro que no tenía nada que ver el petróleo que se encuentra en los países árabes. Pero en realidad se busca crear riqueza para que ocurra como se nos muestra en Montaña de oro, para que quede almacenado, expuesto, pero no sea utilizado, sea un mero objeto contemplativo, como una pieza de museo, como un exvoto u objeto de adoración.

 Sin embargo, ¿hasta donde hemos llegado por conseguir toda una serie de lujos? Hemos vendido la muerte, el dolor, la belleza, el miedo, el arte, nos hemos convertido en consumidores que buscan un bienestar y unos lujos como forma de ocupar los huecos de nuestra vida, hemos aprendido a vender los ámbitos más insospechados de nuestras vidas. Somos seres manipulados, que buscamos el ser como otra persona, a través del desprestigio y de la idea de un continuo “hay que actualizarse”, actualizarse en los medios de comunicación, en las últimas aplicaciones de nuestro móvil o nuestra forma de vestir. Hemos perdido ya esa capacidad de decidir por nosotros mismos sin ser condicionados, ya que constantemente nos están bombardeando con productos y objetos.

Hemos sido consumidores de un tiempo que nunca nos va a ser devuelto, y en el que nunca quedará nada de nosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario