Ariel Barile Haedo.
Desmontando al poderoso caballero.
Cristina
Lucas (Jaén 1973) nos invita a elaborar un concepto o una idea, sin tener en cuenta
la disciplina que lleva a cabo, o la técnica mediante la cual se explaya; ella
no está interesada en considerarse virtuosa de ningún estilo en concreto, ni de
ninguna técnica, crea así un estilo propio que si cabe, se caracteriza por un efecto sorpresa compositivo.
Su interés radica en el mensaje que mediante estos múltiples medios nos quiere
transmitir, en este caso, el tema y título
de la exposición es El Capital, hace
mención a la obra de Karl Marx, y unificando en conjunto el sentido de sus
obras.
En
una nave diáfana y oscura del antiguo matadero de Madrid, nos expone el
conjunto de sus obras con un carácter frío
y oscuro que nos envuelve durante la visita. El vínculo de las obras, es el
sistema en sí, presidido por el control
del poderoso caballero, que llega a introducirse en todos los ámbitos,
incluso en aquellos que consideramos alejados de la economía capitalista, como
pueden ser los valores, o los sentimientos, virtudes… mediante los cuales
Cristina hace una “radiografía” para desenmascarar su cara más frívola, el
verdadero interés que hay detrás de las instituciones varias, maquilladas
mediante el moderno márqueting. Presentando todo mediante nueve proyectores, en
los que nos hablan los profesionales de cada campo en particular, nos deja a
nuestro juicio observar la evidencia que resalta al unir todos estos discursos
que ella elige exponer.
Las obras nos hablan de una
contradicción que inocentemente se podría tildar de invisible, pero que ante los ojos que quieren
verla se hace notoria, una demostración más de la antigua batalla en la que la
realidad venció a la ficción, demostrada por Lucas en el astronómico precio
que adquiere la obra que despierta el
espíritu anticapitalista por antonomasia. Titulada como “Plusvalía”, la esencia de la obra habla sobre la no interpretación
actual del manuscrito de Karl Marx El capital, y la contradicción genera
dolor de ojos, tanto como la caligrafía del ilustre e intachable
pensador de Marx.
Manteniendo la línea de dolor de
ojos, nos abre las puertas de la exposición con una sucesión de imágenes
fotografías colocadas en paneles lumínicos que chocan a la vista, pero que en
su trasfondo mantienen el mismo lenguaje de contradicción, mediante el cual se
puede entender la exposición. La exhibición de objetos de alta gama del lujo,
compartidos por una “cómica” multitud oriental, remueve nuevamente la secular
diferencia de clases en la que aceptamos vivir, en la que las hormigas obreras quizá, algún día y
mediante cuantiosos sacrificios vitales, puedan
vivir durante un segundo en la comodidad de la hormiga reina.
El capital es el idioma mediante el cual hoy
nos entendemos todos seamos del país, lugar o cultura remota a la que
pertenezcamos, el capital es el único capaz de levantar la voluntad de enemigos
y de amigos, el poder del mismo y su entendimiento, nuevamente presentado a
través de obras con una carga descifrable para aquellos que quieran sumergirse
a hacerlo. Una vez entras en el juego del poderoso caballero es difícil reeducarse,
pero quizá, cuando este bulo de papeles con caras de presidentes estalle y no de
más de sí, nos replanteemos la escala de valores en la vida, esta utopía suena
hasta ironía, casi subrreal, como tres
chicas compartiendo un par de zapatos de la prestigiosa firma Manolo Blahnik, a
la vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario