Lo más por lo menos…la rueda en que se ejercita el roedor
Por
Ana Lilia Marín López
Actualmente los artistas contemporáneos sufren
de una fiebre por el tema del capitalismo. Sus obras se concentran en exponer el
contexto político y económico en que estamos inmersos. La reflexión sobre el sistema capitalista los
orilla a mostrar al monstruo que nos mutila y que terminará por devorarnos, en
una especie de apocalipsis de la oferta y la demanda. Cristina Lucas es una más de este grupo de artistas que
desde su trinchera aborda el tema, su actividad consta de abordar el texto de
Carlos Marx El Capital y tomar el
concepto de plusvalía, el cual da razón y sentido al sistema, toda vez que “Sin este beneficio no habría sociedad
capitalista”. ¿Qué es la sociedad moderna? y ¿Cómo funciona? son algunas de
las preguntas que plantea y a las que responde por medio del ejercicio de la entrevista,
la cual queda registrada en video, así conforma una serie y la coloca como
pieza a la que titula Capitalismo
filosófico. En esta serie de videos, va cuestionando a los responsables de algunas
empresas que lucran con los conceptos de belleza, verdad, vida (muerte),
justicia, y seguridad. Es curioso constatar el significado que estos conceptos
tienen para estas personas ya que todos los entrevistados hablan de ellos como
valores trascendentales, pero que en
esencia son creación de capital. Las entrevistas no revelan nada que no
sepamos, incluso el formato del video no resulta atractivo; es más bien
monótono.
La
crítica al sistema que la artista hace sobre la teoría de la escasez y la
sociedad de consumo, queda retratada como paradoja en la presentación de la
serie fotográfica El superbien común
donde aparecen personas de rasgos orientales. Ahí podemos ver el poderío
económico de los tigres o dragones asiáticos,
dignos representantes de lo que es hoy en día la sociedad productora y consumidora
del modelo capitalista. La paradoja es que en esos países, donde las
generaciones actuales son tres veces más ricas de lo que fueron sus padres, existe
también un gran sector de la población que sigue trabajando en condiciones deplorables
y con salarios miserables; así queda retratada la exuberancia y el lujo de los
artículos, las mercancías que serán disfrutadas por unos pocos que pueden pagarlas
y que son deseadas por muchos, aún teniendo todos un alto poder adquisitivo la
escasez de recursos no permite cubrir todas las necesidades o deseos de toda la
población, así como el cuento de hadas crea ilusiones, el sistema es la máquina
de crear necesidades. Montaña de oro es
la reserva de oro del Estado Español y Plusvalía
es la obra que completa la reflexión sobre el valor de uso y el valor de cambio
de los bienes de consumo. En su conjunto pretenden escudriñar El Capital y a
partir de él generar preguntas y respuestas de qué es lo verdaderamente valioso:
los valores humanos como tales o el valor económico por el que puedes
comprarlos, porque finalmente la obra versa sobre lo que podemos o no valorar,
comprar, fijarle un precio de mercado y consumirlo.
La
cuestión es clara ser o no ser y es
que ¿acaso se puede elegir?, el que no trabaja, es decir, el que no vende su
mano de obra como cualquier mercancía, no come; el que no sabe venderse, come
menos. El mercado del arte funciona con las mismas leyes y en esta exposición
vemos un despliegue de medios visuales y de nombres de empresas, marcas,
modelos orientales, estilo, lujos y contradicciones cual si se paseara por un
centro comercial, un paseo superficial que pretende ser profundo. Finalmente
seguimos girando en la rueda del hámster, en la amnesia y anestesia del capitalismo
y el arte de nuestro tiempo.
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