jueves, 13 de marzo de 2014

“Somos el 99%”


Catalina de Vicente de la Vega

Tras el desfase de obras con contenido capitalista asistimos a la más original y dinámica de las muestras de la mano de Cristina Lucas. La artista esparce sus cuatro obras que emergen de la penumbra de la cámara frigorífica de Matadero. Cinco brillantes fotografías bajo el título El superbien común, suscitan en el espectador la pregunta ¿vivimos por encima de nuestras posibilidades?.  Desprenderse del impulso consumista es una tarea prácticamente imposible para el ser humano, gracias a las empresas que han hecho de él un auténtico animal insaciable de consumo. Las fotografías hablan por sí solas, se trata de exprimir al máximo una compra que hoy por hoy está por encima de nuestras posibilidades tan sólo para saciar un deseo provocado por la sociedad consumista. En Capitalismo filosófico un director de marketing ya nos advierte de este fenómeno que se encuentra en el consumidor, esa ansiedad que le infunde el sistema capitalista, que si no es saciada a la mayor rapidez posible, puede llegar a ser incluso enfermizo. Es como una especie de juego. De este modo las piezas de Cristina Lucas dialogan todas entre sí bajo el lema Es capital. La fuerza del trabajo que propuso Karl Marx ha desfasado de la idea inicial hasta llegar al punto en el que realmente tenía que culminar, en una auténtica crisis del sistema capitalista la cual se expone en Capitalismo filosófico.  Karl Marx nos proponía El capital, y hoy Cristina Lucas nos muestra lo que Es el Capital. Plusvalía nos muestra la propuesta teórica del filósofo, mientras que el resto de las obras se centran en demostrar en qué ha desfasado las enseñanzas teóricas al llevarlas a la práctica, y de cómo todo, hasta su propia teoría se ha sobrevalorado. El germen del sistema capitalista es precisamente la sobrevaloración en la que vivimos. La escasez de recursos se pone de manifiesto en El superbién común, pero también supone un toque de atención para la incapacidad del ser humano de generar una riqueza suficiente ajustando su modo de vida dentro de sus posibilidades.

Capitalismo filosófico pone de manifiesto cómo determinados conceptos morales han dejado de ser abstractos materializándose en forma de dinero. Esta obra dialoga a la perfección con Reserva del Banco de España, en la que se nos muestra cómo el valor de un país lo marca un trozo de metal.  Hoy en día todo es comercializable y consumible hasta llegar a la sobrevaloración del objeto de consumo. Las empresas juegan con el consumidor como si fuéramos sus marionetas del sistema, véase las funerarias con sus maravillosos y caros ataúdes los cuales nos proporcionarán sin duda alguna un muchísimo mejor descanso eterno.  No sólo se le ha puesto precio a la muerte, sino a la propia vida, a la búsqueda de la verdad y de la justicia, al sentimiento del dolor y del miedo, a nuestro propio tiempo, la belleza humana y hasta la expresión de los sentimientos. Y estas ideas se plasman en nuestro día a día, en los carteles de la nueva promoción de Manos Unidas donde Inma Cuesta nos muestra dos perfiles, en uno cómo sería su rostro si fuera pobre y en otro cómo el dinero marca su belleza. Una campaña que ejemplifica descaradamente cómo no se puede ser guapa si no tienes dinero, afirmando que la fealdad es un efecto de pobreza.  “Sin miedo no hay dinero”, un lema perfecto para todas esas empresas que aparecen entrevistadas en los vídeos que nos muestra muy a conciencia Cristina Lucas. Los miembros a la cabeza de las últimas técnicas de marketing juegan con el consumidor como si fuera un titiritero. Nos crean ansiedad por conseguir esos últimos productos de moda y juegan a enfrentarnos los unos a los otros provocando así la diferencia de clases.  Aquí se ofrece la imagen real y directa de cómo las empresas ven a sus clientes, una imagen que sin duda la artista pretende que vea su público no sólo para abrirle los ojos, sino para mostrarle de qué va en realidad este juego.


La obra de Cristina Lucas guarda una estrecha relación con el fenómeno que se dio en los años 90, una cierta repolitización del arte y las prácticas artísticas, que algunos historiadores han llamado “arte contextual”. Se trata de una serie de prácticas que vuelven a plantearse el tema central del arte- político vigente en las vanguardias del siglo XX, implicando así una colaboración entre artistas y ciudadanos. Cada vez está más claro que la lucha está en el territorio de los medios, donde tendremos mucho que decir. Cristina Lucas sugiere una transformación del sistema capitalista donde se pone de manifiesto ese slogan que aún se mantiene vivo “Somos el 99% de la humanidad” frente al 1% de riqueza del que somos esclavos.

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