“Los objetos apenas me interesan, lo que me
obsesiona son los lugares y mi relación activa con ellos; me parece aterrador
el modo en que nos han enseñado el arte: producir objetos en el taller que
viajan en camión a la sala de exposiciones, donde se exhiben. Yo no quiero eso
y me gusta mucho la gente que le da la vuelta a ese esquema. Por eso admiro
mucho a los auto-constructores, porque la autoconstrucción no se acaba nunca.
Cuando se termina una cabaña se hace otra, luego un garaje y un gallinero y la
ampliación de la primera cabaña... Es un proceso, es como el arte; no se trata
de construir una cabaña maravillosa, ni de hacer la gran obra, es un proceso
que no se acaba nunca, una forma de vida, de relacionarse con el entorno.” Así respondía Lara Almarcegui en una entrevista
realizada en 2008 por Javier Hontoria, en relación a una cuestión sobre su
relación con el objeto de arte.
Esta afirmación nos puede servir
de punto de partida para descifrar la exposición Por debajo / Underneath de Lara
Almarcegui que se presenta en la galería Parra&Romero, sobria e intimista a
primera vista. La primera pieza que encontramos es Rocas de la isla de
Spitsbergen (Svalbard, 2014) compendio geológico de ese territorio en concreto,
y en la siguiente sala, una obra audiovisual titulada Casa enterrada (Dallas,
2013) que muestra la acción de demolición, y posterior enterramiento, de una
casa real en Dallas. Estas dos piezas pueden relacionarse a la vez con el
título de la exposición, Por debajo, y asimilar que se pretende una
investigación exhaustiva de lo que se encuentra bajo la superficie, una búsqueda
de lo escondido, de lo soterrado. Incluso parece que la finalidad de estas
obras es la búsqueda en sí misma, sin conclusión final.
El peso de las piezas acabadas
frente al proceso de investigación o de preparación de la acción, dependiendo
de la obras, pierde importancia. Así Rocas
de la isla de Spitsbergen no nos dice tanto, si no somos conscientes del
proyecto en el que se enmarca: una crítica a los trabajos de minería que se van
a realizar en esta isla y su impacto medioambiental, a través de una
investigación detalla de la realidad geológica del territorio. Realizada con
ayuda de geólogos y otros especialistas. En Casa enterrada sí tenemos más datos
de la acción, vemos como esta es llevada a cabo bajo la supervisión de la
artista. Algunas constantes que se aprecian en su trabajo son: que se refiere a
procesos, estos a su vez son actividades grupales o, al menos, “colaborativas” (aunque
la plasmación de la idea sea inherente a la artista) y son acciones realizadas
en relación con la naturaleza, directa o indirectamente.
Las experiencias descritas por Lara
Almarcegui, nos incita a reflexionar sobre el modo en que percibimos nuestro
entorno; cómo vivir en las ciudades se convierte en una realidad de
naturaleza cambiante, tanto desde el punto de vista del habitante como de la
realidad arquitectónica, entrarían en juego factores como la
subjetividad de la percepción del medio y la transformación del entorno urbano
tanto en el espacio como en el tiempo. Surgen por tanto referencias al proyecto
situacionista con el que se pretendía la organización colectiva de un ambiente
urbano unitario y la participación del ciudadano en el mismo. Y también similitudes
con el trabajo del grupo Anarchitecture (por extensión con el trabajo de Gordon
Matta-Clark), interesados en la crítica a la cultura contemporánea donde la
arquitectura fue concebida como símbolo de los peores excesos, investigando acerca de la naturaleza de la ciudad, las formas de habitarlas, los espacios
residuales/ambiguos y el concepto de “propiedad”.
Por su relación con la naturaleza muestra similitudes con el Land Art, influencia
que ella misma no niega, si bien prefiere su vertiente más sutil en cuanto a la
huella dejada en el medio. Como sus investigaciones sobre descampados (Ámsterdam,
Liverpool, Róterdam, Sao Paulo) o sus intervenciones sobre huertos urbanos (Róterdam
y Turín).
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