jueves, 27 de febrero de 2014

En la oscuridad hallaremos la "verdad revelada"...

Mario García Pérez

La situación del ciudadano y el paso de este a mero “consumidor” es una de las obsesiones de Cristina Lucas, saber cuáles son las funciones de los ciudadanos en el Estado, especialmente, su participación política la sociedad actual. Cristina Lucas, sin ser una artista que podríamos catalogar de “feminista”, si considera que hay que darle un mayor protagonismo a la mujer en la sociedad de hoy, cuál ha sido la evolución que ha experimentado el papel de la mujer en las últimas décadas hasta convertirse, y si lo ha logrado realmente, en una ciudadana de nuestro tiempo. Estas son algunas de las claves básicas que el público debe conocer y tener en cuenta a la hora de enfrentarse a la obra Cristina Lucas. Los asistentes a la muestra, tienen el reto de encontrar el mensaje oculto que encierra la exposición. No reniega de las críticas hacía el arte contemporáneo, para la artista, el arte actual, sirve para encontrar el sentido a la vida, la vida contemporánea que nos ha tocado vivir aunque, esas intenciones no se materialicen en el resultado final.

En “Es capital” (título de la exposición), divide la muestra entre una serie de vídeos proyectados en batería y unas cuantas fotografías. Estos son los escasos medios con los que Cristina Lucas pretende transmitir su mensaje, un número escaso y muy reducido. Bajo el lema “Capitalismo filosófico” la artista nos presenta una fila de videos, cada uno dedicado a un tema concreto, por los cuales intenta explicar los conceptos filosóficos con los que muchas empresas comercian o son la base de su negocio como, por ejemplo, el concepto de miedo para una empresa de alarmas de seguridad, el concepto de muerte para una empresa funeraria o la belleza para una clínica dónde se practica la cirugía estética. Karl Marx y su obra “El capital” es otro de los puntos importantes de la exposición, en dónde la artista intenta explicar o reflejar el concepto de Marx acuñó en el siglo XIX de “plusvalía”, el beneficio se obtiene por medio del esfuerzo de los demás en el trabajo. El tercer sector a destacar de la exposición es el llamado “Superbién común” una serie de fotografías en dónde se retratan a orientales en un ambiente festivo, en ambientes de lujo y de ostentación como si quisiesen llevar una vida “a la europea”, dando por sentado la superioridad de una cultura sobre otra.

El problema se desencadena en la disposición final de las obras en el espacio, los vídeos dispuestos unos tan próximos de los otros imposibilitan una audición adecuada y plena de cada una de las proyecciones. En otro extremo, las fotografías del original de Marx y por otro lado, las fotografías del superbién común, a modo de grandes bloques independientes entre sí y como si no existiese una relación entre las partes. Por ello, lo más adecuado hubiese sido una alternancia entre vídeo y fotografías para que así se pudiese escuchar mejor las proyecciones y a la vez, se prestara una mayor atención a las imágenes y así, dinamizar la museografía de la exposición. La iluminación, escasa en su interior, es otro de los hándicaps, el espectador parece que penetra en el interior de una cueva. Apuntar que aunque la artista crítica, o intente criticar el capitalismo, no tiene reparos en anunciar e incluir un sinfín de empresas en el folleto informativo, una actitud del todo contradictoria. Una muestra nada excepcional y en la que Cristina Lucas parece que nos revela la “verdad” recurriendo, de nuevo, a la eterna pregunta de quienes son los que realmente nos gobiernan, apuntando de antemano el desconocimiento e ignorancia del público que asista a Matadero.



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