jueves, 20 de febrero de 2014

Lo que no ves o no quieres ver

Violeta Herranz Martínez

La población crece, se desarrolla y continua su camino, sin importar el coste o las consecuencias. Y es lo que parece que también debe de pasar con las ciudades en donde se origina la vida urbana. El problema viene cuando no hay más espacio donde seguir creciendo, y es entonces cuando destruimos lo material para un fin “mejor”.
En la exposición Por debajo que presenta la artista Lara Almarcegui en la galería Parra & Romero, estas ideas están muy presenten, en solo dos obras, pero con mensajes que nos pueden llevar siempre a la misma idea, la destrucción sin medida de todo lo que nos rodea. 
Aunque no es la primera vez que trabaja sobre este tema, ya que todo comenzó cuando vivía en la ciudad de Amsterdam, lugar en el que la artista clasifica como claustrofobico  y sin un solo lugar en donde no haya una construcción edificada, aunque esté abandonada. 
De está manera, la primera obra expuesta, presenta un listado de materiales pétreos tomados de la Isla de Spitsbergen, en el Ártico, donde van a abrir una mina nueva de carbón en el glaciar, mostrando todas las rocas de la isla. Como si fuera un trabajo científico, lo que puede hacernos pensar si arte y ciencia, en casos como este, pueden ir de la mano. Al mismo tiempo, que puede ser un análisis convertido en obra del pasado, el presente y el futuro de lo que será esa isla. Cuando se pone en primer lugar la esperanza y bienestar de una población, sin importar la repercusión que pueda tener sobre la naturaleza. Lo que también puede leerse como una protesta ecológica con la que, sin duda, estaría de acuerdo Green Peace. 
La otra obra trata de una instalación de video, en donde se muestra la destrucción y enterramiento de una casa domestica. El lugar en el que se llevo a cabo fue en Dallas, ya que es el único lugar donde la artista consiguió obtener los permisos necesarios, y al mismo tiempo lleva a la reflexión sobre el futuro de la ciudad, la cual está sufriendo enormes transformaciones urbanas a muy corto plazo. Pero realiza un enterramiento de una casa, como si de un ser humano se tratase. Como si cada vez que se destruye una estructura arquitectónica, se produjera un enterramiento metafórico, ya que con el paso del tiempo, pasa al olvido, sin que nadie lo recuerde. Quedando solo una pequeña explanada, debajo se encuentra el pasado y encima está el presente y seguramente el futuro. Los escombros que quedan anegados a las afueras de las ciudades, y donde poco a poco la naturaleza vuelve a conquistar lo que siempre le perteneció. Lugares donde nunca se sabe cuando la mano humana volverá actuar, pero que mientras tanto permanecen en el más absoluto de los abandonos.

Por lo que parece que pone de manifiesto la necesidad ferviente de construir para más tarde destruir. Algo que esta en nuestro día a día, la arquitectura y el urbanismo, que van ligados a otros conceptos como el población, ciudad, creación, desarrollo o bienestar. Algo de lo que se suele abusar, construyendo sin medida elementos que no tienen función o finalidad, y solo queda dejarlos a su suerte. Esto es lo que recupera Lara Almarceguir con un sentido científico - artístico y de denuncia.

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