LA CÁRCAVA DEL ESCOMBRO
Andrea Martínez Orejana
Deudora de los nuevos comportamientos artísticos de
finales de los sesenta y defensora de la evolución en el arte hacia una visión
procesual más que objetual, Lara Almarcegui es reconocida internacionalmente
por sus series de demoliciones, autoconstrucciones y descampados. Este último
tema despertó gran interés en la artista a raíz de pasar una temporada en
Ámsterdam, donde empezó a leer y realizar proyectos sobre estos lugares
marginados. Lugares que le transmitían un sentimiento de familiaridad y
cercanía con su pasado, pues creció en las afueras de una ciudad donde había
descampados en los que de niña jugaba. Lara trabaja desde y para el espacio, fundamentalmente, en constatar la decadencia de la arquitectura y el
urbanismo. Dos aspectos que tienen un enorme peso y consecuencia en la crisis
de especulación económica e inmobiliaria que vivimos actualmente. Los objetos
como dice ella, apenas le interesan mientras que su obsesión reside en los
lugares y en su relación activa con ellos. Lara se opone, como muchos otros
artistas, a la idea tradicional del arte: producir objetos con el único fin de
ser exhibidos en galerías o exposiciones. Dato que choca con su forma de actuar
puesto que, para que su obra llegue a tener una repercusión o sea conocida por
el público, precisamente, ha tenido que insertarla en un espacio privado como
es la galería Parra & Robles.
Volviendo al
término que empleó Marchán Fiz para designar a todo el conjunto de artistas que
se caracterizaban por recuperar y expandir, llevando al límite, el legado de
Marcel Duchamp, esos nuevos
comportamientos artísticos, están presentes en los proyectos de Lara
Almarcegui aunque con algunos matices. En primer lugar Lara es fiel al concepto
defendido por el arte povera, un arte como decía Celant relacionado con el
devenir, la transformación y el proceso. Además de entender el arte como una
actitud a la que se le puede dar forma. Estas ideas aparecen reflejadas en el
video Casa Enterrada, Dallas 2013
donde se reproduce el proceso de transformación de la casa ligado a su
demolición hasta convertirse en escombros y arena. Aunque no se considera,
seguidora del land art, es inevitable que se la incluya dentro de este movimiento, por lo menos para demostrar
cuáles son sus diferencias con respecto a éste. La idea de la conquista de
nuevos espacios que propugnaba el land art realmente no aparece en esta
exposición puesto que, utiliza un espacio ya conquistado, en este caso, por una
vivienda. La idea de dejar una huella impresa en el territorio no es algo que
le atraiga pero de alguna forma si que crea esa estela a partir de la arena y
escombros que quedan visibles en el espacio. Por otro lado la artista realiza
sus intervenciones en paisajes “accesibles” a pesar de que le cueste conseguir
permisos para ello. En cuanto a su trabajo, no versa sobre ecologismo, sino más
bien sobre arquitectura y su crítica hacia ésta. Por último el conceptual es
inmanente a su arte, dándole más peso a la idea que al objeto en sí mismo.
Almarcegui
inaugura esta exposición, Por debajo,
demostrando una evolución en su obra desde el escombro al enterramiento. La
idea es reflexionar sobre el futuro del barrio de Dallas que está pasando por
serias transformaciones urbanísticas y al mismo tiempo conectar investigación y
arte. Siendo consciente de la poca utilidad práctica que tienen sus trabajos,
el interés de sus proyectos residen en hacer reflexionar al espectador sobre la
construcción y el funcionamiento de una ciudad. Así como expresar por medio del
listado de rocas de la isla de Spitsbergen su oposición a las prácticas mineras
que se quieren llevar a cabo en esta isla. Una artista en definitiva, muy
comprometida con su tiempo y lo que sucede a su alrededor.
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