Lucía
Pazos.
“El lenguaje ins/escrito y el hablado es el lugar en el que más evidente
resulta la falacia que une inextricablemente la eficacia de la comunicación con
el significado, permitiendo un amplio campo a todo tipo de
subversiones”, sostiene Txomin Badiola (Bilbao 1957). El artista vasco en su
última retrospectiva “Capitalismo anal” utiliza como herramienta el abuso del
“texto” y la “mala interpretación” para exponer de manera crítica el contexto
político-económico y su repercusión en el mundo del arte. Roland Barthes, partiendo de los estudios de Sausurre
y Peirce, concibe la semiológica como el estudio de los sistemas
significantes, ya sean objetos, comportamientos, textos o imágenes, aquellos
códigos que prestan una verdadera profundidad sociológica y donde es necesario
incursionar en el campo connotativo. Esta idea nos la plantea Badiola desde la
propia fachada de la galería Moisés
Péres de Albéniz, en donde aparecen a modo de reclamo numerosos carteles con
las palabras Capitalismo-anal, dejando
ambos términos abiertos a nuestras percepciones, aumentando así la riqueza de
evocaciones y resonancias posibles.
El
hecho de emplear como titulo dos palabras “potentes” -afirma Badiola- hace que
adquieran un carácter enunciativo muy fuerte contrastando con lo ambiguo de su
significado; el título es tomado por
el artista vasco del libro Speaking about
Godard, en el cual los críticos de arte F. Silverman y H.Faroki, debaten a cerca del film del cineasta
francés Week-end; Godard en la cinta
critica la esfera del consumo promovido por el capitalismo masificado, en donde
afirma, espectáculo y consumo son las dos caras de una imposibilidad de
uso. Este juego entre la lingüística y
el signo es ya algo característico de Badiola, quien en Goodvibes y Lo que el
signo esconde -ejercicios planteados en el contexto del Proforma 2010
celebrado en el MUSAC- hace uso del juego entre el signo y el lenguaje, de tal
manera que emplea la repetición de las palabras corrompiendo así su significado
original.
En los últimos
años la obra de Badiola se ha visto influenciada por el constructivismo y el
minimalismo, concretamente por las obras escultóricas de Oteiza y Beuys; sin
embargo su seña de identidad sigue intacta, ese tratamiento de la libre
interpretación, de la ironía y la crítica sigue estando presente en cada uno de
sus trabajos. En esta ocasión Badiola, a través de una serie de
obras, simulando un collage cubista, alude a la extraña unión que se ha creado
entre el capitalismo y lo excremental, dando como resultado una pérdida de todo
referente de valor. Esta idea del capitalismo, entendida como una maquina en
continuo movimiento capaz de engullir todo a su paso y transformarlo en “mierda” fue propuesta
por Jeremy Rifkin, en su libro El fin del trabajo;
en donde advierte de la necesidad de revisión de lo que Rafael Sánchez Ferlosio llama la sociedad de productores,
frente a la denominación, más generalizada, de sociedad de consumo. Paralelamente a este concepto del
trabajo “non stop” se proclama la
gran obra de la muestra, Entelequia, una gran valla metálica, articulada como una pantalla que proyecta
continuamente un texto hablado.
Badiola en “Capitalismo anal” expone
una dualidad, por un lado muestra –tomando como referencia las teorías de Moxey- esa idea del fetichismo
textualista capaz de poner en cuestión la esencialización lingüística, y de ahí
la mala interpretación en cuanto a la significación; por otro lado, critica a
través de sus obras la deshumanización de los objetos promovido por el
capitalismo; dicha deshumanización viene causada por una mecanización del
proceso de creación capaz de despreciar todo lo que no se integre en ese curso
de la automatización, cuyo único objetivo es el consumo diligente de masas
concluyendo con un fin tristemente anal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario