lunes, 10 de febrero de 2014

Leyendo entre líneas

María de Antonio Aguirre

Estamos atados de pies y manos. Locked-in syndrome, o síndrome del parado, hace alusión al enclaustramiento involuntario del que somos presos. Como diría Torcuato Luca de Tena somos <<hombres de cera>>, seres incapacitados de hacer frente a este basto poder que se mueve entre tinieblas. A través del medio artístico Avelino Sala recupera una concepción neorromántica del arte que, mediante un acto de apropiación, recontextualiza el objeto para dotarle de un nuevo significado vaguardista. La política ha llegado a un momento de corrupción que nos bloquea ante cualquier tipo de reacción; se encuentra en una esfera superior, inalcanzable, indestructible. Parece como si hablara en otro idioma y se rigiera por otros principios que no reconocemos y a los que nuestro lenguaje no es capaz de llegar. Este dialecto encriptado nos obliga a cuestionar la propia creación de la historia, dictada mediante el avance oculto de unos pocos. Por ello el artista propone una revisión total impulsándonos a establecer un proceso constante de re-escritura. 

Mediante un diálogo entre dos tiempos Avelino Sala nos sitúa en un espacio en el que nos sentimos identificados. Los momentos de crisis se han sucedido a lo largo de la historia de una manera cíclica pero, ¿cómo nos los han contado? El poder siempre ha manipulado la información, perfecta herramienta de control. La dualidad entre presente y pasado también la encontramos en la mirada que el artista ejerce sobre los protagonistas de esta nuestra historia. El opresor y el oprimido, antagónicos y condenadamente inseparables. Conocemos el pasado a través de una narración tiránica, pero el presente es nuestro. Reescribamos la historia. A través de esta doble relación entre presente-pasado / opresor-oprimido, el artista reconstruye la gravedad de una situación muy preocupante cuyo epicentro se encuentra en la progresiva pérdida de los derechos humanos. La sociedad mediática en la que vivimos distrae al individuo, nuestra mano invisible son los medios de comunicación, -una vez más- perfecta herramienta de control. A esta nuestra querida autocracia ya se le ha visto el plumero pero, ¿acaso no vemos que el camino nos dirige automáticamente hacia <<Un mundo feliz>>? Parece que la mejor opción es salirse de este pez que se muerde la cola.

La inscripción elitista en latín Larvatus Prodeo <<avanzo ocultándome>> resume a la perfección esta dualidad de lecturas. Sabemos que el poder se mueve en las sombras pero podemos percibir, a través de otra mirada, que el discurso artístico de Sala esconde el ocultismo que siempre ha guiado las cuestiones del saber. En las sombras también se gesta -como ocurre con la corrupción- el conocimiento y la cultura. El arte aguarda en su más íntima esencia un potencial ineludible por el que es considerado algo más que forma; como decía Descartes en cuanto al cuerpo y alma -aunque refiriéndose al hombre- aquí se traduce en forma y concepto. La denuncia avanza "oculta" en forma de exposición, pero está más presente que nunca. Microacciones como la que lleva a cabo Avelino Sala deben leerse más allá de la esfera puramente artística, pues esta revisión histórico-política no hace otra cosa que poner en entre dicho el pasado para entender mejor el presente y poder así mejorar un futuro que vaticinamos distópico. <<Cui prodest?>>. Afortunadamente el arte, objeto omnipresente en la esfera de la comunicación, ha adoptado progresivamente un componente crítico que lo sitúa en una posición de privilegio para aquellos que mediante su práctica dialogan de manera directa con problemas actuales. 

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