lunes, 10 de febrero de 2014

El arte de la crítica. Marta Agea Herradón.

El arte en su sentido más amplio, desde la tradicional pintura hasta el video, es el arma que los artistas utilizan para materializar sus protestas contra la sociedad. El arte a lo largo del tiempo ha sido también el reflejo de una sociedad, de una época y de un pensamiento, y no es extraño que Avelino Sala muestre con sus obras el lado más oscuro de la época en la que vivimos actualmente, tal como otros artistas hicieron antes que él. Con un discurso personal, coherente aunque complejo, este artista muestra unas obras que contienen una gran carga ética. Sus imágenes, en gran medida, se nos aparecen como si fueran alegorías o metonimias que ejemplifican la soledad del individuo, las fragilidades que se crean en su propia ubicación personal, y en los intersticios que subyacen en tanto que entidades pertenecientes al discurso global de la Historia, o también los flujos y dudas acerca de una identidad y de una memoria que no hacen sino afirmar su carácter perecedero y extrañado, su pertenencia a algún tipo de no lugar.

Al entrar en la exposición nos adentramos en el mundo cínico recreado por Avelino Sala, un mundo que oculta su verdadero ser bajo una máscara que el autor arranca, tal como se ven en sus acuarelas. El trabajo del artista consiste en desenmascarar las mentiras disfrazadas de verdad para mostrar la realidad. Maquillamos con discursos morales y éticos la decadencia de la sociedad en la que vivimos. Sin embargo, hay quienes están cansados de tanta demagogia e hipocresía y usando distintos medios hacen una fuerte crítica hacía estos aspectos. Sala utiliza sus obras como objetos de la realidad contra el sistema. Como él podemos encontrar otros artistas críticos tales como Banksy, quien utiliza un lenguaje más sátiro en sus piezas sobre política, moralidad, etnias, etc. Una de las obras de arte que Sala utiliza como arma también en su momento se utilizó como arma arrojadiza, para defenderse: en una vitrina siguiendo el discurso museístico, coloca estas piedras procedentes de distintos lugares, pasando de ser una parte del pavimento urbano a una pieza digna de estar en una  galería. Y es que vivimos en una época en la que todo se puede comercializar. También donde el artista selecciona la obra ya hecha y al ponerla en una vitrina se descontextualiza. Pero esto no es nada nuevo, pues solo tenemos que ver los ready-made de Duchamp, por lo que tenemos que este acto de Sala de seleccionar las piedras de distintos lugares tiene su origen en el artista francés. Sala recoge vestigios de la realidad para mostrarla al espectador y así abrirle los ojos. Y por último, en este afán de criticar la sociedad, Sala también utiliza las fotografías para materializar su pensamiento y su compromiso social. Fotografías de quemas de banderas procedentes de todo el mundo. Este acto simbólico es bastante popular en el mundo en el que vivimos, por lo que el artista demanda lo absurdo que resulta tal acto. Se puede sustituir la bandera quemada de determinado país, por otra bandera de un país distinto.

Todas estas obras nos muestran la importancia de la historia, que por otro lado hemos sido nosotros mismos los que hemos ido reconstruyéndola. Nos presenta, por otro lado, una obra de arte que se puede utilizar como un acto de resistencia, como catalizador de nuestra posición ética, como vehículo afianzador de las ideas y de una postura ante la vida. A través de un proyecto con ciertos tintes nostálgicos nos habla de lo manipulable de los sistemas simbólicos, y por consiguiente de la propia memoria colectiva. 

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