Lo irresoluble del
significado del signo surge de la dependencia de su significado del texto al que se ve supeditado. El significante de “Capitalismo” va a ser
deconstruido por Txomin Badiola (Bilbao, 1957) en una exploración
que va a llevar a asociarlo con lo anal. En la exhibición de la
Galería Moisés Pérez de Alvéniz, “Capitalismo Anal”, se
reconoce a su vez la limitación de los medios artísticos habituales de
Badiola para presentar este planteamiento. Destaca como muestra de
depuración de su lenguaje, que bajo objetivos pragmáticos de
teorización, suprime de sus últimas trazas plásticas
oteiziano-agustinianas.
Se exponen
principalmente construcciones parietales realizadas en chapa de acero
galvanizado con impresiones superpuestas. Jack Burnham en “Beyond
Modern Sculpture” (1967) enunciaba como la base ha perdido su
significado físico y psicológico, llevando a que todo objeto pueda
ser considerado escultura y que esta “sólo puede recuperar su
significado liberada de sus confines”. Este planteamiento permite
seguir interpretando las piezas expuestas como esculturas, pero
también como puro medio de teorización. Así el críptico
rompecabezas ontológico-político heideggeriano tiene como respaldo
un afiche editado para la exhibición, en cuya trasera se van a
suceder una serie de referencias bibliográficas que ilustran el planteamiento del “Capitalismo Anal”. Consecuencia de la revelación que sufre
Martín Lutero en la “cloaca” se producirá uno de los cambios
ideológicos más fuertes sufridos por la sociedad occidental: La
aparición de la relectura de la moral cristiana por Juan Calvino y
de la alianza capitalista-protestante señalada por Max Weber. Pero
quizás lo más atractivo de la propuesta de Badiola es la
multidireccionalidad de lo “anal” en el capitalismo. Va a definir
lo anal en base a la generación de basura por parte de la sociedad
de consumo, con “Week-end” de Godard como referencia, pero
también la mercantilización de la homosexualidad en un proceso de
vaciamiento ideológico de la transgresión a través de “Saló”
de Pasolini. Establece un correlato moral cristiano en el que el
capitalismo no es religión expiatoria sino culpabilizadora. La usura
y la sodomización se dan la mano, pero sin olvidar la violencia.
Parafraseando a Milton Friedman, “el liberal consistente no es un
anarquista” y sustenta el mercado mediante lo que Gramsci
denominaría “estado-vigilante nocturno” (concepto recuperado de
Lasalle). La violencia, como vía fundamental de la imposición del
estado para la salvaguarda del mercado es finalmente el credo
culpabilizador que subyace en el sistema. Concepto constante en la
trayectoria de Badiola, la violencia aparece en lo "Capitalista Anal" con las referencias a "Saló" de Pasolini, "Week-end" de Godard o a sus
propias obras en “Les limites”.
La construcción presentada por Badiola nos exige un grado avanzado de erudición
y predisposición intelectual que, sin embargo, denota una ausencia
de referencias a aconteceres político-sociales, habituales en otras
ocasiones en su obra. Habría que señalar como la
represión física capitalista va más allá de las funciones
fisiológicas que señala Giorgio Agamben. Encontraríamos una
ilustración extrema en la correspondencia teoría-práctica de la
Escuela de Chicago y la Escuela de las Américas. En esta estampa de
los ochenta latinoamericanos las torturas genitales estarían
contempladas con el pragmático fin de la instauración del
neoliberalismo, algo que prosigue con la política del “terror”
desde Guantanamo a Abu Ghraib hoy en día. Este es un hecho menos
erudito pero que indudablemente es una pieza ausente fundamental del "Capitalismo Anal".
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