jueves, 13 de febrero de 2014

La escatología del capital

Por Daniel Palacios González

      Lo irresoluble del significado del signo surge de la dependencia de su significado del texto al que se ve supeditado. El significante de “Capitalismo” va a ser deconstruido por Txomin Badiola (Bilbao, 1957) en una exploración que va a llevar a asociarlo con lo anal. En la exhibición de la Galería Moisés Pérez de Alvéniz, “Capitalismo Anal”, se reconoce a su vez la limitación de los medios artísticos habituales de Badiola para presentar  este planteamiento. Destaca como muestra de depuración de su lenguaje, que bajo objetivos pragmáticos de teorización, suprime de sus últimas trazas plásticas oteiziano-agustinianas.
      Se exponen principalmente construcciones parietales realizadas en chapa de acero galvanizado con impresiones superpuestas. Jack Burnham en “Beyond Modern Sculpture” (1967) enunciaba como la base ha perdido su significado físico y psicológico, llevando a que todo objeto pueda ser considerado escultura y que esta “sólo puede recuperar su significado liberada de sus confines”. Este planteamiento permite seguir interpretando las piezas expuestas como esculturas, pero también como puro medio de teorización. Así el críptico rompecabezas ontológico-político heideggeriano tiene como respaldo un afiche editado para la exhibición, en cuya trasera se van a suceder una serie de referencias bibliográficas que ilustran el planteamiento del “Capitalismo Anal”. Consecuencia de la revelación que sufre Martín Lutero en la “cloaca” se producirá uno de los cambios ideológicos más fuertes sufridos por la sociedad occidental: La aparición de la relectura de la moral cristiana por Juan Calvino y de la alianza capitalista-protestante señalada por Max Weber. Pero quizás lo más atractivo de la propuesta de Badiola es la multidireccionalidad de lo “anal” en el capitalismo. Va a definir lo anal en base a la generación de basura por parte de la sociedad de consumo, con “Week-end” de Godard como referencia, pero también la mercantilización de la homosexualidad en un proceso de vaciamiento ideológico de la transgresión a través de “Saló” de Pasolini. Establece un correlato moral cristiano en el que el capitalismo no es religión expiatoria sino culpabilizadora. La usura y la sodomización se dan la mano, pero sin olvidar la violencia. Parafraseando a Milton Friedman, “el liberal consistente no es un anarquista” y sustenta el mercado mediante lo que Gramsci denominaría “estado-vigilante nocturno” (concepto recuperado de Lasalle). La violencia, como vía fundamental de la imposición del estado para la salvaguarda del mercado es finalmente el credo culpabilizador que subyace en el sistema. Concepto constante en la trayectoria de Badiola, la violencia aparece en lo "Capitalista Anal" con las referencias a "Saló" de Pasolini, "Week-end" de Godard o a sus propias obras en “Les limites”.
      La construcción presentada por Badiola nos exige un grado avanzado de erudición y predisposición intelectual que, sin embargo, denota una ausencia de referencias a aconteceres político-sociales, habituales en otras ocasiones en su obra. Habría que señalar como la represión física capitalista va más allá de las funciones fisiológicas que señala Giorgio Agamben. Encontraríamos una ilustración extrema en la correspondencia teoría-práctica de la Escuela de Chicago y la Escuela de las Américas. En esta estampa de los ochenta latinoamericanos las torturas genitales estarían contempladas con el pragmático fin de la instauración del neoliberalismo, algo que prosigue con la política del “terror” desde Guantanamo a Abu Ghraib hoy en día. Este es un hecho menos erudito pero que indudablemente es una pieza ausente fundamental del "Capitalismo Anal".

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