Marketing anal
Ángela Gutiérrez Palancarejo
Uno
va caminando despreocupadamente por la madrileña calle Doctor Fourquet cuando, repentinamente,
se encuentra con una pared que está prácticamente empapelada, al más puro
estilo de carteles de conciertos musicales (reproduciendo incluso su desorden y
caos) de carteles que rezan “Capitalismo
anal capitalism”. Estos carteles, de un intenso y llamativo color naranja
como fondo en el cual destacan las letras blancas y negras, son los que
anuncian y a la vez forman parte de la nueva exposición del artista Txomin
Badiola en la galería Moisés Pérez de Albéniz. Como fondo de los mencionados
carteles, se encuentra un telón de teatro (pintado), que termina de “presentar”
la exposición (de forma excelente, pues como mínimo consigue que el viandante
fije su mirada en ello y puede que incluso le invite a entrar, del mismo modo
que un cartel de concierto te puede impulsar a querer comprar una entrada para
asistir).
A su vez,
éste telón enlaza con las ideas que el artista tiene sobre el capitalismo.
Creamos objetos y bienes de consumo de forma continua y desenfrenada, para que
éstos sean consumidos de igual forma. Una vez consumidos quedan obsoletos hasta
convertirse en algo inservible que se desecha, debido a la obsolescencia
programada de los mismos. Entonces nos hacemos con otro bien de consumo de
nuevo. Y así, todo acaba siendo reducido a desechos, a excrementos. De esta
idea y de una conversación entre K. Silverman y H. Faroki surge el peculiar y
directo nombre de la exposición. Badiola además relaciona el capitalismo con la
religión y lo excremental con el texto que realiza para la exposición, impreso
en la parte posterior de cada cartel.
Así pues, dentro encontramos una serie de obras realizadas
con materiales como el metal, la pintura, madera, fotografía, y archivos de
audio. Todas ellas son más o menos similares en cuanto a su forma y composición
y giran en torno a una misma temática. Y es aquí donde se produce el “conflicto”,
porque al contemplar y reflexionar sobre Capitalismo
anal capitalism, uno puede ver con bastante claridad una correlación entre
las obras, su (posible) significado y el título de la exposición y todo lo que
el mismo conlleva. Sin embargo, el artista afirma que estas obras no son una plasmación
de esas ideas, ni tampoco las respuestas a ello. Txomin Badiola entiende el
arte como un medio de comunicación, pero lo que quiere no es comunicarnos una
idea determinada como otros artistas sí hacen, sino que pretende comunicarse
con el espectador de su obra, sin más. Pero no hay duda de que, como el artista
dice, estas obras son herederas de esta época, de la época del capitalismo.
Pese a que
estas obras son herederas de esos pensamientos e ideas acerca de la sociedad
capitalista en la que todos vivimos, si no son la materialización de las ideas
sobre las que habla el título y el texto redactado por el artista, quizá cabría
pensar que la frase “Capitalismo anal” y el diseño de sus carteles,
excesivamente llamativos, son una estrategia que tendría más que ver con el
marketing que con otra cosa relacionada con el arte que dentro se expone. De
modo que el sentido y el objetivo que tiene la exposición (que podría relacionarse
con una crítica hacia el capitalismo y sus consecuencias) queda extraviado y
ensombrecido por estos carteles y su intencionalidad comercial. El capitalismo y el marketing están
relacionados entre sí de manera evidente, de modo que esta exposición se
convierte en algo incongruente y que en consecuencia puede hacer que el
espectador pierda interés de las obras que se encuentran en el interior.
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