BADIOLA: EL CONCEPTO DE LO HÍBRIDO
Andrea Martínez Orejana
Captando nuestra
atención desde el primer momento, a través de los carteles pegados en la
fachada de la galería Moisés Pérez
Albéniz y con esa conexión desconcertante entre dos palabras que no tienen
nada que ver la una con la otra, Txomin nos incita a entrar y como no, a
preguntarnos de qué va todo esto. Aunque realmente resulta complicado de llegar
a entender el mensaje que quiere transmitir, si previamente no conoces la
trayectoria de este artista. Badiola empezó su carrera vinculada a la Nueva Escultura Vasca. Un grupo de
diversos artistas que presentaban unas inquietudes semejantes y que sus obras
tenían unas características comunes como el constructivismo de Oteiza, la
integración de algunas ideas del minimal, la actitud del artista alemán Beuys o
la escultura internacional actual, que combinaba materiales y planteamientos
considerados antagónicos por las vanguardias anteriores. También reivindicaban
un posicionamiento crítico hacia el formalismo, aspecto que podemos ver
reflejado en la obra de Txomin Badiola. A diferencia de las tesis defendidas
por el crítico estadounidense Greenberg, éste por otra parte, defiende un arte
que no sea puramente estético y que esté vinculado con su tiempo (social y
político).
En los últimos
años, Badiola se ha interesado por la relación entre el lenguaje hablado y
escrito como se pudo ver en el proyecto Primer
Proforma 2010 realizado en el MUSAC y que volvemos a ver en esta exposición.
Entelequia es la obra creada a partir
de una gran pantalla metálica en la que se reproduce un texto hablado y
traducido en varios idiomas, subvirtiendo el propio artista su significado
original. En Capitalismo Anal, vemos
restos de la enseñanza de su gran maestro, como referencias a sus propias obras.
Oteiza fue uno de los artistas vascos más influyentes del arte español en el
siglo XX. Esos vestigios se manifiestan en las esculturas construidas por finas
chapas de metal con las que anteriormente estuvo trabajando ya Oteiza. Les Limites, es una pieza que por un
lado, deja constancia de la huella en la enseñanza de Oteiza y por otro, recoge
la herencia del collage cubista de Picasso al unir diversos elementos como
fotografías, textos o materiales (madera, plástico y metal) configurándolo en
un todo.
Capitalismo Anal, plantea un juego entre
imágenes y textos demostrando de esta manera la complejidad de entender el
lenguaje. La exposición se compone de dos partes: La gran pieza metálica de Entelequia y un conjunto de obras planas
construidas en acero con impresiones y textos grabados, que deben tratarse a
modo de esculturas y no como obras pictóricas. Estas piezas rompen con la
noción que defiende el artista, al considerar que el arte no es imprescindible
que vaya acompañado de un texto, pero
precisamente en esta exposición es más que necesario para poder interpretar
cada una de sus esculturas. En cuanto a la expresión Capitalismo Anal, surge de la conversación entre la teórica de
cine, Kaja Silverman y el cineasta, Harun Faroki, en relación a la película Week-end de Godard. Txomin lleva esta expresión
a su terreno para denunciar en una galería la crisis por la que está pasando la
cultura al insertarse en esa cadena de
consumo que convierte rápidamente todo en residuo y que es propia de un
sistema capitalista como el que impera en estos momentos. El arte se ha
infectado por el capitalismo puesto que como él dice solo es valorado por la sociedad
cuanto participa en este sistema. Dejando patente en los pósters, que forman
parte de la exposición, la extraña relación que se produce en la cultura entre:
Religión, Capitalismo y Excremental.
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