Qui autem perdiderit?
Dolores Cairoli
La exposición de Avelino Sala en una primera impresión es un
gran interrogante para el espectador: ¿Por qué hay una capa colgando? ¿Unos
ladrillos en unas vitrinas? ¿Qué es ese sonido aberrante que me invita a salir
corriendo de la exposición y no volver jamás? Ese sonido que te penetra en los
oídos y no te permite escuchar otra cosa es la forma que tiene el artista de
recordar la declaración de los derechos humanos. Es una de sus obras clave
donde se ve cómo, con una especie de navaja, se van rajando en unos bolígrafos
a modo de chuleta la declaración de los derechos humanos. Esto se podría poner
en relación con el título de la exposición: Locked-in
Syndrome. La enfermedad que produce una parálisis total, sólo permite el
movimiento ocular, así que en este momento lo único que podemos hacer es ver,
no se puede hacer nada para detener el sonido, sino que estamos obligados a
sufrirlo. Lo que parece que quiere conseguir Avelino con el sonido es que la idea
de la declaración de los derechos humanos se nos quede grabada en la mente a
modo de chuleta.
Sus obras se caracterizan por su carácter de crítica
política: se basa sobre todo en la importancia de la manifestación ante las
injusticias, un tema que nos aflige a todos, sobre todo con la situación que se
está viviendo en España desde 2008. Muchas veces, en manifestaciones que ha
habido desde ese entonces (y muy anteriormente) se han olvidado los derechos
humanos por parte de las fuerzas superiores. Por ello, es algo que hay que recalcar
en la obra.
Pero en las manifestaciones… ¿Quién protesta? ¿Quién se
beneficia de ellas? Esta pregunta aparece en su obra de neón, a la manera de
Bruce Nauman, en el que se lee: Cui Prodest? (¿Quién se beneficia?) También
podemos pensar que a esta pregunta le sucede otra ¿Quién sale perdiendo? Se ve
que deja muy clara la respuesta de esta pregunta: Nosotros salimos perjudicados
ante todas estas injusticias políticas, por lo tanto, lo que intenta conseguir
con su arte en general y con su exposición es hacer una llamada de atención
hacia nosotros, el pueblo, para que no perdamos nuestra libertad de expresión,
nuestro derecho de manifestarnos, pero más que nuestro derecho, podría llamarse
nuestro “deber” ya que Avelino sólo con su obra no puede conseguir cambiar el
mundo, pero esta es su forma de intentarlo. Lo que intenta hacer es un llamamiento
a las personas que se interesen por su obra, y para entrar en su mente a
implantarle una idea, un pensamiento, que luego, cada uno desarrollará más o
menos, dependiendo su dedicación y su voluntad.
Para demostrar la importancia de la manifestación, lo que
hace es conseguir ladrillos que han sido utilizados en manifestaciones
importantes por diferentes partes del mundo (Barcelona, El Cairo) Estos
ladrillos adquieren un valor extraordinario al ser expuestos bajo un cristal de
una vitrina producida especialmente para la ocasión. Esto es un tanto
contradictorio ya que la instalación de bolígrafos no tiene ninguna barrera que impida que sean tocados por el espectador, sino parece que Sala invita a que sean tocados y a que se lea lo redactado en ellos.
Sin embargo, le otorga otro carácter “sagrado” a los ladrillos al colocarlos
bajo el cristal, como si de un museo arqueológico se tratara. Y tras esto puede
surgir una duda: ¿Hasta qué punto son “museizables” estas piezas? Sala trata
estas piezas con un valor histórico por lo que las considera dignas de estar
dentro de la vitrina. ¿Y nosotros?
En definitiva, la intención de Sala es que al salir de la
exposición dediquemos un tiempo para reflexionar sobre las cuestiones que propone
él con su obra ya que son cuestiones a las que nos enfrentamos cada vez con más frecuencia.
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