jueves, 13 de febrero de 2014

Arte al servicio del Capitalismo


Cristina del Amo Sáez


La economía actual se mueve al ritmo del capitalismo. Este modelo financiero se sostiene en la base del consumismo, que parte de la premisa de que las empresas deben generar para que la gente consuma, sin importar el cómo ni el porqué. Esta retroalimentación económica se realiza mediante el consumo innecesario de los bienes que la moda hace imprescindibles.

Txomin Badiola ha titulado su nueva obra, Capitalismo Anal Capitalism; según el artista, actualmente se mide el valor de algo según su lugar en la cadena de consumo. Hoy en día, el arte se encuentra en una etapa en la que se le valora por su comercialización. Esto es un problema, ya que se corre el riesgo de perder tanto su función de catarsis, como la necesidad del artista de expresarse a través de su obra o, la de hacer reflexionar al espectador sobre algún tema. Si los artistas crean para que sus obras se vendan su producción pasa a estar condicionada por lo que está de moda. Badiola, en su entrevista para Paula Achiaga, comenta que “el director de cine Godard decía que la cultura es la norma, mientras que el arte es la excepción, en este sentido el arte es siempre contra-cultural”; Si no es siempre contracultural, debería serlo. Txomin habla de la mala prensa hacia los artistas, puesto que no se entiende su trabajo como una necesidad, es decir, no se contempla su obra dentro de la “norma”, dentro del sistema capitalista. Sin embargo, lo importante para Badiola es provocar con su obra algún tipo de sentimiento en el espectador, lo que la hace mucho más interesante que una producción que solo se basa en estereotipos o normas para tener un futuro en el mercado, es decir, para formar parte de ese “Capitalismo anal”.

La exposición está compuesta por dos partes, una formada por varias piezas de acero, con algunos textos grabados en ellas, tituladas capitalismo anal; y otra con una pieza de grandes dimensiones acompañada por una audición, bajo el nombre de Entelequia. Lo que se puede oír en dicha grabación son unos textos que fueron sometidos a traducciones a diversos idiomas, hasta que se perdió su significado original; esto es entelequia, esa abstracción, falta de entendimiento, que de algún modo es lo que pasa con esta obra. No se encuentra la relación de esas planchas de acero con el Capitalismo anal, de hecho, la mayoría de los espectadores no sabrá a que se refiere el artista con ese título. Sin embargo, como hemos mencionado antes, en cada una de las planchas se encuentra grabado un pequeño texto, el cual, si bien no te aclara que es eso de Capitalismo anal, te da una pista o al menos te hace reflexionar.
Lo que denuncia Txomin, es este vínculo actual entre el arte y el sistema capitalista, en el que algo se crea sabiendo que pronto quedará obsoleto y que terminará como excremento. Esta obra resulta sencilla en su composición, pero bastante más compleja en su significado.

Txomin consigue abordar este tema de denuncia con una producción que se aparta de esas obras efímeras, esas que nacen con el fin de encajar en un mercado artístico. La exposición no está pensada con ese fin, al menos en un principio. Ésta es una de esas obras contraculturales que se salen de la norma, y esto es lo interesante, quizás a primera vista no se entienda, pero hay algo que te remueve y te hace reflexionar. Con ello, se le da mucho más valor a una obra de arte que todo el dinero que alguien quiera pagar por ella.

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