jueves, 13 de febrero de 2014

"Quand j'entends le mot culture, je sors mon carnet de chèques."

Por Belén Lorenz Aguirre

Nada más acercarnos a la galería Moisés Pérez de Albéniz podemos observar una breve presentación de lo que vamos a encontrarnos en su interior, nos reciben unos llamativos carteles naranjas, contrastando con el gris de la galería, que llevan escrito en letras blancas y negras el nombre de la exposición del artista vasco Txomin Badiola, Capitalismo Anal Capitalism.  Ya desde el exterior de la galería el artista nos presenta su principal idea en esta exposición, el capitalismo y su influencia en el mundo del arte, como en la actualidad las relaciones empresariales pueden definir el modelo artístico y pervertir su significado, como otros artistas del presente Txomin Badiola se preocupa por mostrar en su obra las repercusiones del contexto político y económico en el que ha sido creada. Ya en el interior de la galería la variedad de soportes utilizados por el artista nos sorprende, su obra pasa desde la escultura hasta la fotografía, sus formas pueden evocarnos algunas de las obras de Jorge Oteiza, otro excelente artista vasco del que Txomin Badiola está preparando un catálogo al que ha dedicado hasta seis años de su carrera.
Obviamente el sonido forma una parte muy importante en el trabajo de Txomin Badiola, como nos muestra su obra Entelequia, en la que no paramos de escuchar diferentes voces repitiendo la misma frase en distintos idiomas, su significado se corrompe, lo que genera una gran confusión en el espectador, la obra pasa de algo escrito a algo recitado que hace que el público realice un gran esfuerzo para llegar a comprenderlo. La entelequia se refiere a un término aristotélico que se puede definir como la cosa que tiene fin en sí misma, y que tradicionalmente en nuestro lenguaje se ha utilizado para designar a aquella cosa que no puede llegar a existir en la realidad, es una utopía. Además de esta pieza en la exposición encontramos una serie de obras que están formadas por placas metálicas con letras grabadas e imágenes impresas que nos trasladan al mundo de la producción, al circuito del consumo y la perversión. Nos muestra un arte sometido a unas ideas preconcebidas, un mundo artístico en el que el artista carece de importancia y que es continuamente criticado y puesto en duda, nos encontramos en un momento en el que el capitalismo elimina el valor de aquello que no produce dinero, todo que no pueda ser consumido y convertido en desechos. Se observa también en la obra de Txomin Badiola una clara importancia de la forma, lo que podría hacer que relacionemos esta exposición con las teorías formalistas, predicadas por historiadores como Heinrich Wölfflin, defienden que las formas de las manifestaciones artísticas tienen vida propia, son inmanentes a la obra de arte, más contemporáneo a lo que nos concierne es el estudio de Clement Greenberg, que en su artículo Modernist Painting nos habla del proceso depurativo que atraviesa la pintura para deshacerse de lo que no le es propio, quedando en última instancia  la forma del soporte y las cualidades de los pigmentos.
En el caso de esta exposición lo que más llama la atención es la forma tan subrayada de las piezas, las esculturas geométricas expuestas como pinturas, con cuadrados y rectángulos que se escapan del soporte, y sus obras a modo de collage que unen fotografía y pintura con materiales más pesados que aportan cierto aspecto arquitectónico a las piezas, todo esto nos habla de un arte sometido por un contexto político-económico muy concreto que anima al espectador a pensar, a realizar un esfuerzo, observando las obras con tranquilidad y asimilando los sonidos que transmite  Entelequia, haciéndoles consciente de que el capitalismo hoy en día es el máximo motor del arte .

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