EL OLVIDO DE LA CAJA DE LOS RECUERDOS
Nerea
Delgado Hervás
Las ciudades y barrios de nuestro país son
una gran caja de recuerdos y esperanzas que tuvieron una fase de crecimiento
vertiginoso, sustentado principalmente por la construcción, para tras unos años
pasar a ser agujeros sin liquidez e infravalorados.
Tanto los espacios construidos como los
vacíos son una memoria de la historia del lugar. Las construcciones son esa
caja de recuerdos, a las cuales no se les presta atención o no se les da ningún
valor hasta que las personas no las ven en estado de abandono, de ruina y
desolación. Y es que un día los edificios están en pie y al otro no. Es
necesaria una meditación sobre el continuo devenir de la historia, de la
ciudad, de las transformaciones a las que la sometemos. Una reflexión del
pasado, el presente y el futuro de las construcciones, de las ciudades y de las
personas que en ellas habitan. De si se podrá hacer algo al respecto para
evitar la ruina. Una continua lucha contra lo que se olvida, lo que se olvidará
y lo que está olvidado.
Al mismo tiempo la crisis ha provocado un
exceso y una falta de control del sector inmobiliario. Políticos, promotores y
banqueros se han encargado de hacer estallar una burbuja crítica de efectos
destructivos, como la apisonadora que vemos en una de las obras de Lara Almarcegui,
que convierte a esa pesada máquina en un símil de la pesada carga que
soportamos.
Reflejo de todo esto es la exposición “Por
debajo”, que nos ofrece la Galería Parra & Romero de una de las artistas
españolas más relevantes, Lara Almarcegui. La creadora zaragozana nos
presenta dos proyectos: el primero es una lista de rocas, titulada “Rocas de la
Isla de Spitsbergen”, como crítica a la minería y a sus consecuencias en el
medio ambiente. El listado es fruto de una investigación en la que se han
calculado los km³ que de cada una de las rocas contiene el territorio, para que
en unos años cuando se vuelva a elaborar este estudio se pueda ver la
transformación que la mano del hombre ha realizado sobre este territorio. El
segundo proyecto, bajo el título “Casa enterrada”, muestra la desaparición de
una casa de Dallas (Texas) por medio de la destrucción y el enterramiento de
esta bajo tierra.
Las intervenciones llevadas a cabo en el
espacio real tienen una desventaja con respecto al tipo de obras que generalmente
encontramos en un museo, porque… ¿cómo hacer para proyectarlas o exponerlas en
el ámbito de los museos y las galerías?. En este caso, Lara Almarcegui ha
superado el problema, logra transmitir con una enorme fuerza visual la
reflexión e investigación de su trabajo de campo en el espacio de la galería.
Pero a pesar de este éxito, las obras al ser transformadas en un video y una
simple lista en la pared se vuelven frías y minimalistas.
Al contemplar la exposición e indagar en la
trayectoria y la línea de investigación de la artista parece obvio relacionarla
con la corriente artística del Land Art. Esto se debe al uso del espacio real,
de los materiales, el reflejo de la relación entre estos marcos y el hombre y
su objetivo de llamar la atención del espectador haciéndonos reflexionar y
produciendo diferentes sensaciones. A pesar de este acercamiento al Land Art no
podríamos incluirla en la lista de artistas de esa corriente, ella misma lo
defiende en una entrevista que le realizó Javier Hontoria: “Me gusta su acción
sutil. Las grandes brechas en el desierto, el hecho de dejar una gran marca, no
me interesan”.
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