Capitalismo anal. Laura de Antonio
López
Así como el capitalismo realiza una
programación intencionada sobre la obtención de un consumo mecánico de los
objetos, el lenguaje, etc, Txomin Badiola realiza una denuncia social para con
este ejercicio. Debido al tipo de consumo que se hace, todo lo que no lo
produzca es inservible, convirtiéndose al fin de su existencia de consumo en
deshecho, algo que tras su uso continuado deja de ser lo que era, a no poder
sacarse más partido de él. Ese es el sino del Capitalismo Anal.
Bajo su intención de repercusión social, Txomin
Badiola se mueve bajo estructuras de configuración híbrida, formas contenidas
por el capitalismo que ya no contienen una función ni significado válido. Este
tipo de configuración presenta signos de reestructuración en los elementos que
componen sus obras. Entelequia es un
ejemplo de este tipo de creación más característica. Presenta en sí misma la
hibridación que se produce por un nuevo significado que obtiene el conjunto,
pero que para el capitalismo presente en la sociedad, este nuevo formato de
inclusión de elementos no existe, es irreal, inservible.
Tal y como Oteiza jugaba con las formas geométricas
en estructuras de hierro, típico del constructivismo, Txomin Badiola utiliza
también este tipo de estructuras para
sus composiciones mediante planchas de hierro. Con lo que a través de la
colocación de los distintos elementos de su obra consigue contener una
presencialidad del expresionismo abstracto, obteniendo un all over dentro de la misma obra. A modo de valla publicitaria,
como anuncio de qué es lo que está ocurriendo con estos elementos ya
deteriorados, Txomin realiza un montaje mediante la reutilización sistemática
de frases repartidas en pequeños espacios, así como juega con trazos de color y
el tamaño de las planchas. Todos estos elementos caóticos están presentes en Entelequia, llegando a formar una obra
total, que se asemeja a una escultura que modula la sala en la que se encuentra.
Junto con todos estos elementos, el sonido que
contiene esta obra, cobra mayor importancia por sí mismo. Conformado por dos
voces hablando al unísono con distintos registros y textos; resuenan en la
exposición, son parte de ella. La transgresión del lenguaje, los signos de Entelequia y el sonido resuenan con su
cacofonía de voces, así como la repetición continuada de sus textos y formas,
llegando a conformar una sola voz con distintos matices. Este tipo de sonido
presenta características de las realizaciones Dadá, en las cuales, la lógica
era lo último que se podía encontrar entre unas sucesiones de palabras y
sonidos.
La obra es irreconocible en su voz y forma, no es
semejante a nada conocido, no contiene un sentido específico, lo que es debido
a la unión de estos elementos extraños, ajenos a las formas funcionales. En
base a cómo Entelequia se presenta imponente
a través de su voz y estructura, las otras obras de Txomin Badiola se presentan
igual de complejas. Estando basadas todas ellas en un arte conceptual por el
cual las ideas que presentan prevalecen por encima de los objetos que las
representan, como ocurre con la obra La
Fuente de Duchamp, en donde a pesar de utilizar un elemento de uso habitual,
mediante su colocación en una posición distinta a la que siempre ha tenido es
entonces cuando su significado se muestra totalmente distinto, sin llegar a
cambiar el objeto por ello. A través de la reintroducción en sus obras de
elementos ya exentos de significado, Txomin Badiola denuncia cómo y porqué se
produce dicho suceso.
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