domingo, 9 de febrero de 2014

Unos pedruscos y algo más…

Mario García Pérez

En una pequeña galería, cercana al Paseo del Prado, se presenta una exposición que reúne una serie de objetos ajenos al arte más convencional. Avelino Sala parece estar bajo la óptica de las manifestaciones que se observan a menudo por el Prado madrileño y que, han servido de fuente de inspiración para su trabajo aunque, es tan sólo una coincidencia espacio-temporal. La muestra, en la galería Ponce+Robles, expone una amalgama de objetos, de diversa procedencia a los que el artista ha querido englobar bajo un mismo tema, bajo el lema “Locked-in syndrome”, título que no aclara absolutamente nada y que desconcierta al público que se decida a asistir a la exposición, en el fondo, la intención del artista es lo que cuenta. El titulo intenta ser una metáfora de la actual situación que viven los ciudadanos, padecen un síndrome por el que se encuentran “secuestrados”, secuestrados por la política y en dónde la revuelta, la manifestación, el descontento popular son las cuestiones que Sala ha intentado abordar en la exposición.

De diversa procedencia son las obras expuestas como diversas son las influencias en la obra de Sala. La primera de todas, el Land Art, ese interés de los años 70 por conquistar nuevos espacios y la utilización de nuevos materiales, como en el caso de las piedras recogidas en diversas ciudades durante el transcurso de una manifestación, de una revuelta (palabra clave en la actualidad, como si nunca antes hubiese habido descontento popular o malestar social). Los “pedruscos” exhibidos sobre una vitrina para adquieran la categoría de “obra de arte” y que nos recuerda a Red Slate Circle (1980) de Richard Long, evidencian que no hay nada nuevo en el mundo del arte. Otro referente lo encontramos en las obras de Dan Flavin como el neón que Sala ha dispuesto en una pared con la expresión: Cui Prodest? (¿Quién se beneficia?), aludiendo a la eterna pregunta de quienes son los beneficiados de la actual situación. El vídeo, está también presente en la exposición en dónde se muestra cómo Sala ha ido añadiendo frases sueltas en cada uno de los bolígrafos, a modo de relieves, extraídos de los Derechos Humanos con frases del tipo “Nadie será sometido”. Son pequeñas chuletas de examen que nos recuerdan que aquello debemos preservarlo y que, sobre todo, no debemos olvidarlo ante este cataclismo socio-cultural que parece invadirnos de manera irremediable. Los bolígrafos, objeto banal convertido en objeto artístico (Duchamp y el ready-made) están dispuestos sobre un pequeño estante metálico.

Cataclismo socio-cultural en el que los símbolos establecidos que parece que “deben aniquilarse” como se aniquilan las banderas que son quemadas y que Sala las inscribe dentro de unos marcos redondeados y conseguir que las imágenes queden “desactivadas”. Dispuesto a modo de marioneta hay una capa, la típica capa española, prohibida por Esquilache y que alude, al igual que el neón luminoso, a quiénes son los que realmente nos gobiernan y nos manipulan. La capa, elemento obsoleto como obsoleta es la inscripción de una expresión latina: Larvatus Prodeo. Aunque parezca que asistimos al fin de una era, lo cierto es que ya hemos asistido a este hecho en varias ocasiones a lo largo del tiempo. Los artistas, poco originales antes y ahora, quedan en estado de “shock” ante lo que para ellos es lo “ultramoderno”, la actualidad, aunque aquello haya ocurrido en un sinfín de ocasiones en la historia. La indignación como punto de partida y que actúa de base para una exposición aparentemente clara, sencilla, que sigue los pasos de otras épocas, como se nos recuerda en la colección 3 del Reina Sofía titulada “de la revuelta a la posmodernidad”.

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