Irene
Alarcón
Avelino Sala presenta desde el 30 de
enero su exposición Locked-in-syndrome
en la Galería Ponce Robles de Madrid. Bajo una luz intensa muestra una serie de
obras de distintos soportes, todas ellas girando entorno a la libertad de expresión
del ser humano, bien a través de la protesta, como las fotografías que reflejan
la quema de banderas y los bloques de piedra en la vitrina procedentes de
protestas recientes durante los últimos años de todo el mundo comprendidas
entre los años 2010-11 al 2013-14, o por la vía escrita; la Declaración de los
Derechos Humanos se encuentra inscrita en una serie de bolígrafos bic a modo de
mensaje. De este modo Sala une la historia al arte exponiendo en una galería en
distintos objetos en los cuales se encuentran hechos reales. Con todo ello el
artista plasma la situación socioeconómica actual.
A través de una pregunta
formulada en letras de neón que denota un tono acusador, de desesperación y
crítica; Cui Prodest? ¿Quién se beneficia?, anima a los espectadores a
reflexionar sobre la realidad de hoy. Este tono también se puede encontrar en La Espera, un proyecto de performance
que formaba parte de un proyecto colectivo, Waterways
Intervention, presentado en la Bienal de Venecia de 2005. Al igual que en La Espera, obra comentada por él en el
artículo A learning of loneliness, a
través de esta pregunta recalca el hecho de esperar, en esta última exposición
espera que los espectadores, a través de la reflexión, se formen una opinión y
busquen algún mecanismo de respuesta, igual que él a través del arte, lo que
recalca Avelino Sala en su entrevista para El
Cultural, para que a través de pequeñas aportaciones, individuales o en
grupo, surgidas de la rabia por una opresión incesante, se produzca un cambio
radical a largo plazo para que tenga lugar una situación mundial mejor, o bien puede ser un mecanismo de liberación y
escape a dicha situación, que se sabe cómo empieza pero se desconoce su final,
éste es incierto, como comenta en su texto
La resistencia como arte en tiempos extraños o como señala en Pequeñas notas entorno a la defensa, un
modo no tan radical de proponer un cambio, no dándole excesiva importancia a lo
que se ha de defender para evitar el agotamiento del individuo y señalando que
importa más la defensa que el objeto de defensa, ya que una vez conseguidos los
objetivos, el objeto carece de interés. En su espera está implícita la
incertidumbre, la frustración de no saber cómo reaccionará el público, y la
espera desesperada de que éste salga de su aletargamiento para tomar las
riendas.
El tercer aspecto de dicha
exposición es el ser humano como las dos caras de una moneda; víctima y
verdugo, destacando más la primera, en las obras ubicadas en la primera planta,
mientras que en la entreplanta se muestra la segunda en dos acuarelas, una
pegada junto a la otra, mostrando dos figuras quitándose la máscara que es su “rostro”,
descubriendo de este modo el suyo propio; el verdadero rostro de la humanidad; uno oculto, misterioso, siniestro por ser desconocido,
que engaña, ocultado a su vez por una
supuesta capa de humanidad, bondad, que cuando ésta se resulta ser pura
fachada, se revela la verdadera naturaleza de esta capa; el cinismo, la
hipocresía, la falsedad, la falsa comprensión. El artista muestra cómo el ser humano,
cualquier persona, en algún momento dado, puede tener intenciones ocultas, ser
un verdugo, un ejecutor sin compasión. Con todo ello expresa que el ser humano
es víctima y a la vez verdugo.
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