sábado, 8 de febrero de 2014

Arte y actualidad


Irene Alarcón

            Avelino Sala presenta desde el 30 de enero su exposición Locked-in-syndrome en la Galería Ponce Robles de Madrid. Bajo una luz intensa muestra una serie de obras de distintos soportes, todas ellas girando entorno a la libertad de expresión del ser humano, bien a través de la protesta, como las fotografías que reflejan la quema de banderas y los bloques de piedra en la vitrina procedentes de protestas recientes durante los últimos años de todo el mundo comprendidas entre los años 2010-11 al 2013-14, o por la vía escrita; la Declaración de los Derechos Humanos se encuentra inscrita en una serie de bolígrafos bic a modo de mensaje. De este modo Sala une la historia al arte exponiendo en una galería en distintos objetos en los cuales se encuentran hechos reales. Con todo ello el artista plasma la situación socioeconómica actual.

A través de una  pregunta formulada en letras de neón que denota un tono acusador, de desesperación y crítica;  Cui Prodest? ¿Quién se beneficia?, anima a los espectadores a reflexionar sobre la realidad de hoy. Este tono también se puede encontrar en La Espera, un proyecto de performance que formaba parte de un proyecto colectivo, Waterways Intervention, presentado en la Bienal de Venecia de 2005. Al igual que en La Espera, obra comentada por él en el artículo A learning of loneliness, a través de esta pregunta recalca el hecho de esperar, en esta última exposición espera que los espectadores, a través de la reflexión, se formen una opinión y busquen algún mecanismo de respuesta, igual que él a través del arte, lo que recalca Avelino Sala en su entrevista para El Cultural, para que a través de pequeñas aportaciones, individuales o en grupo, surgidas de la rabia por una opresión incesante, se produzca un cambio radical a largo plazo para que tenga lugar una situación mundial mejor,  o bien puede ser un mecanismo de liberación y escape a dicha situación, que se sabe cómo empieza pero se desconoce su final, éste es incierto, como comenta en su texto La resistencia como arte en tiempos extraños o como señala en Pequeñas notas entorno a la defensa, un modo no tan radical de proponer un cambio, no dándole excesiva importancia a lo que se ha de defender para evitar el agotamiento del individuo y señalando que importa más la defensa que el objeto de defensa, ya que una vez conseguidos los objetivos, el objeto carece de interés. En su espera está implícita la incertidumbre, la frustración de no saber cómo reaccionará el público, y la espera desesperada de que éste salga de su aletargamiento para tomar las riendas.  

            El tercer aspecto de dicha exposición es el ser humano como las dos caras de una moneda; víctima y verdugo, destacando más la primera, en las obras ubicadas en la primera planta, mientras que en la entreplanta se muestra la segunda en dos acuarelas, una pegada junto a la otra, mostrando dos figuras quitándose la máscara que es su “rostro”, descubriendo de este modo el suyo propio; el verdadero rostro de la humanidad;  uno oculto, misterioso, siniestro por ser desconocido,  que engaña, ocultado a su vez por una supuesta capa de humanidad, bondad, que cuando ésta se resulta ser pura fachada, se revela la verdadera naturaleza de esta capa; el cinismo, la hipocresía, la falsedad, la falsa comprensión.  El artista muestra cómo el ser humano, cualquier persona, en algún momento dado, puede tener intenciones ocultas, ser un verdugo, un ejecutor sin compasión. Con todo ello expresa que el ser humano es víctima y a la vez verdugo.

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